RESEÑA, SEPTIEMBRE 1992
NUM. 231, pp. 16 |
GRUPOS ESPAÑOLES EN LA SALA OLIMPIA
Vinagre de Jerez, producido por Teatro la
Zaranda, y Z,
presentado por Zotal Teatre, han sido los dos
últimos títulos que
la Sala Olimpia ha presentado bajo el genérico
Panorama
de Grupos Españoles. Ambos fueron estrenados en
el IV Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (1989),
del que ya informó RESEÑA en el número 202 de la
revista.
Se recuperan ahora para Madrid. |
VINAGRE DE JEREZ
Título:
Vinagre de Jerez.
Dramaturgia: Juan Macande.
Escenografía: Paco de Belén.
Iluminación y sonido: Eusebio Calange.
Producción: Teatro La Zaranda, S. L., en coproducción
con Centro Andaluz de Teatro, Junta de Andalucía y Ministerio de
Cultura.
Actores: Paco Sánchez, Gaspar Campuzano, Enrique
Bustos.
Dirección: Juan Sánchez.
Estreno en Madrid: Sala Olimpia,11- VI -92.
Vinagre de ]erez en 1992 se transforma en la contrafigura de
la disneilándica Expo 92, una vez que ambas tienen el
mismo espacio escénico: Andalucía. Y si se me apura mucho:
España.
Los tres personajes son el desecho de otro mundo andaluz, que
existió, al menos en la boca, en los cantares y decires. Obra
con gran dosis visual, en la que todos los elementos
escenográficos funcionan a nivel simbólico reproduciendo mitos y
tradiciones de una cultura. Por eso el caminar tocado de
«costalero»,la simulación de la cruz al hombro con los elementos
de la vieja bodega, la crucifixión en la postura de descanso ...
Todo ello comienza lentamente a hablar de una Andalucía pasada,
decadente, torturada, crucificada, simbolizada en su riqueza
natural: las antiguas bodegas. Aquí es una taberna olvidada,
cerrada: muerta. Por eso, no es casual el final en el que el
barril y sus raíles -palos de madera- cobran cuerpo simulando al
orondo señor, cacique eterno de Andalucía y de otros lares.
Una interpretación veraz de los tres intérpretes -realista en
los tonos y tipos, pero lírica y esperpéntica en el conjunto-
cuida al máximo el cuerpo, la quebrada voz andaluza del quejío
de los más desamparados y el consabido senequismo del sur.
Aunque la historia puede ser interpretada conyunturalmente en
tono realístico: el hundimiento de tres seres, ya, marginados
porque la historia de la vida ha ido más deprisa que ellos, el
cúmulo de alusiones simbólicas, la transforman en paradigma de
una región que no acaba de despegar. En la que todo lo que fue
alarde frívolo de alegría, se ha vuelto contra sí mismo.
Lo que sucede es que en 1992, ante las negras perspectivas de
futuro, se convierte en símbolo de una España que tampoco acaba
de despegar con igualdad de oportunidades para todos.
Vinagre de ]erez, título tremendamente simbólico, no hace
sino reflejar la eterna esquizofrenia andaluza y española:
alegría y quejío.
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