TROYLUS & CRESSIDA
TALENTO Y MATERIA
PRIMA
Título: Troilus and Cressida
Autor: William Shakespeare
Escenógrafo: Nick Ormerod
Iluminación: Judith
Greenwood
Música: Catherine
Jayes
Ayudante
de dirección: Owen
Horsley
Foniatra: Patsy Rodenburg
Fotografía:
Cheek
by Jowl
Producido por
Cheek by Jowl en coproducción con barbicanbite08; Les
Gémeaux/Sceaux/Scène Nationale; Koninklijke Schouwburg, The Hague
Compañía Cheek by Jowl
Intérpretes: (Orden alfabético): Anthony Mark Barrow
(Agamemnon), Paul Brennen (Achilles / Priam), Lucy Briggs-Owen (Cressida /
Andromache), Richard Cant (Thersites / Calchas), David Caves (Hector), Oliver
Coleman (Paris), David Collings (Pandarus), Gabriel Fleary (Alexander /
Antenor), Mark Holgate (Diomedes), Damian Kearney (Nestor), Ryan Kiggell
(Ulysses), Tom McClane (Aeneas), Marianne Oldham (Helen / Cassandra), David
Ononokpono (Patroclus), Laurence Spellman (Ajax), Alex Waldmann (Troilus)
Director: Declan Donnellan
Idioma: Inglés con sobretítulos en
castellano
Duración: 2 horas y 55 minutos
Estreno
en Madrid: Las
Naves del Español (Matadero de Madrid), 17 – VII -2008
Concluída Hamlet, Shakespeare
alumbró Troilo y Crésida, tomando
prestados algunos personajes de
La Ilíada y varios episodios de
la Guerra de Troya para enmarcar
una historia de amor de inspiración medieval protagonizada por el enamorado Troilo
y
la infiel Crésida.
El feliz resultado fue una obra a mitad de camino entre la
tragedia y la comedia que ahora sirve de pretexto a Declan Donnellan para brindar una nueva muestra de su profundo
conocimiento del teatro del autor inglés, de nuevo de la mano de su
inseparable compañero en
la Check by Jowl, el escenógrafo Nick Ormerod, entre cuyos trabajos más
recientes vistos en nuestro país destacan Cymbelin
y The changeling.
Obra
poco representada, al menos entre nosotros, quizás por la complejidad de su argumento y el numeroso reparto, nos
es mostrada como si de un sencillo juego teatral se tratara en el que la acción
transcurre amablemente sin sobresaltos. Los héroes clásicos devienen en
ciudadanos de nuestro tiempo y esa cercanía nos hace verlos de otro modo. No se
percibe, por otra parte, ninguna intención didáctica ni se lanza desde el
escenario ningún discurso pretencioso que refleje el pensamiento de su
director. Cuando sucede en el escenario y dicen los personajes invitan a la
reflexión sobre cuestiones eternas. Tal vez, mientras seguimos con
curiosidad la historia de amores y
desamores de los protagonistas, nos de pon pensar en lo absurdo del origen
de aquella mítica guerra y de otras
muchas que han venido después.
Admirable trabajo el de Donnellan. En cada detalle hay muestras
de su enorme talento, pero justo es decir que no brillaría como lo hace si no
contará con un excepcional elenco. La calidad de los intérpretes le permite
reducir la presencia de algunos elementos escénicos al mínimo imprescindible
para servir al texto. Así sucede con la sencilla escenografía diseñada
por Nick Ormerod, una espacie de
pasillo transversal, flanqueado por las gradas destinadas al público y ocupado
por muy escasos elementos. En esa desnudez y
bajo una excelente iluminación, los actores son los protagonistas y, con ellos,
el texto. Emociona, incluso a los que desconocen el inglés y, por tanto, su significado.
A veces, es tal la atracción que ejercen las voces por su cadencia y su
entonación, que olvidamos seguir la traducción en
la pantalla. Esa
es la magia del buen teatro. Brillan,
claro está, los protagonistas, Lucy-Briggs-Owen
y Alex Waldmann, pero cualquiera de
los demás miembros de la compañía son merecedores de los mismos elogios.
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