NO HAY BURLAS CON EL AMOR
Calderón de verano
Título: No hay burlas con el amor
Autor: Pedro Calderón de
la Barca
Versión: Domingo Miras y Manuel Canseco
Figurines: Juan Antonio Cidrón
Escenografía: T. del Sol
Diseño Luces: Manuel
Canseco
Realización Vestuario: Peris
Hermanos - Gabriel Besa
Realización Decorado: T.
Baynton - Galileo Teatro, Carlos Carballo
Zapatería: París - Antonio Hidalgo
Pelucas: Selina
Sombreros: Concha López
Maquinaria: Carlos Dorrell
Auxiliar Técnico: Gorka
Romero
Iluminación: Javier Botella
Sonido: Milán Acústica
Administración: Sylvia
Peleija
Ayudante Dirección: Pedro
Forero
Ayudante Producción: Raquel
Berini
Producción: Escenarios Virtual es S.L.
Intérpretes: (por orden de intervención) Gabriel Moreno
(D. Alonso de Luna), Pablo Alonso (Moscatel), Alberto Closas (D. Juan de
Mendoza), Pedro Forero (D. Luis de Osorio), Víctor Benedé (D. Diego), Cristina
Palomo (Dª Leonor), Natalia Jara (Inés), Alejandra Torray (Dª
Beatriz), Joan Llanéras (D. Pedro Enríquez)
Dirección: Manuel Canseco
País: España
Idioma: español
Duración aproximada: 1h
40’
(intermedio: 15 minutos)
Estreno en Madrid: Los
Jardines Galileo,
10 – VII - 2008 |
JOAN LLANÉRAS/PEDRO FORERO
VÍTOR
BERNEDÉ
GABRIEL MORNEO/ALEJANDRA TORRAY |
JOAN
LLANÉRAS/
ALEJANDA TORRAY |
La mujer desamorada
es un tópico recurrente en la historia de la comedia. Con alguna frecuencia ese
retrato de mujer se adoba con el ingrediente de la pedantería, con lo que la sociedad masculina considera exceso de sabiduría cuando de una
mujer se trata. Sin embargo, y más allá de
la inoportunidad de este juicio, si se tomara en serio, ha de convenirse en que
Calderón logra un agudo y
desmesurado retrato del personaje – femenino en este caso - que esconde tras la
palabrería alambicada e insufrible su negativa a las complejas vicisitudes que exige
la seducción amatoria. Y tal vez convenga considerar, desde nuestra perspectiva
contemporánea, que la decisión de refugiarse en las letras por parte de esta muchacha
imaginada
por Calderón acaso constituía una
forma de defensa
y de protesta frente a las insoportables exigencias del honor y el decoro a que
se veían sometidas las mujeres en sus relaciones amorosas.
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PABLO ALONSO/NATALIA JARA |
El tópico teatral
requiere que la mujer desdeñosa se vea finalmente atrapada en las redes
amorosas y ceda gustosa ante las proposiciones que se le presentan. Simétricamente,
el galán burlón y esquivo al amor, es también arrebatado por la pasión, y el
excepcional desorden queda finalmente subsanado en el convencional final feliz.
Mientras tanto, la condición de quienes
rehuían el encuentro amoroso ha proporcionado hilarantes situaciones, más
brillantes en el caso del personaje femenino, Doña Beatriz, cuya
proclividad a expresarse en un lenguaje desmedidamente culterano la convierte
en una mujer chirriante y necesariamente antipática en un primer momento,
aunque el proceso al que le conduce su propia intransigencia la reconciliará
finalmente con los demás personajes y con el espectador. Se trata, y es preciso entenderlo así también, de un magnífico
papel para el lucimiento de una actriz, de un ejercicio de teatralidad, de una
exhibición de dominio del género de la comedia, que se prolonga en un alarde de
recursos, recurrentes en el género, como los engaños, las confusiones,
las coincidencias y, sobre todo, los
juegos de escondites, puertas y escapatorias que han llevado a imaginar a Calderón como un precursor del vodevil
en lo que atañe al uso de determinados efectos escénicos y en el
desenfado con que los aborda.
CRISTINA PALOMO/ALBERTO CLOSAS |
El espectáculo de Canseco ha procurado, sobre todo, dos
cosas: aligerar el texto en lo que a su duración se refiere y construir un
entramado teatral sencillo y limpio, que permita extraer las virtudes cómicas
de No hay burlas con el amor, de
manera que la comedia calderoniana llegue sin dificultades y con eficacia al
público veraniego que ocupa – abarrota - la terraza contigua al teatro Galileo. Los dos propósitos se consiguen. El espectáculo
apenas sobrepasa la hora y media – intermedio incluido - y los espectadores parecen entregarse gozosos
a los lances
imaginados por don Pedro, a juzgar por
sus reacciones, al menos en el día en que asistí a la función. La escenografía se ha integrado en el espacio
escénico que la alberga y ha hecho
visibles al público salidas, recovecos e incluso escondites, de manera que se
adviertan sin mayores problemas los mecanismos teatrales de la comedia.
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La caracterización
de los personajes se apoya en una interpretación muy marcada, clara y sin
complicaciones, al servicio de la acción cómica, y en un vestuario vistoso y
deliberadamente recargado – como el lenguaje de la protagonista - en el que
predominan los tonos azules y blancos, lo que proporciona un aire ingenuo y
alegre al espectáculo. Especialmente agradecidos resultan los personajes de la
protagonista, doña Beatriz, y los de los criados, Inés y Moscatel.
Los actores que los encarnan acometen
con entusiasmo y empeño su tarea y arrancan
las risas del público. |
C. PALOMO/J. LLANÉRAS/A. TORRAY
N. JARA
FOTOS: MANUEL CANSECO |
No
hay burlas con el amor consigue llenar un hueco en la
programación teatral veraniega. No es esta una virtud menor. Las circunstancias
festivas de la representación, las fechas en las que se exhibe, el prestigio
creciente de los clásicos del siglo de Oro, la adecuada elección del texto,
sumadas a la experiencia profesional y de gestión que tiene Manuel Canseco pueden ser las causas que
coadyuven al éxito de público.
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