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SOPA DE POLLO CON CEBADA
De
ARNOLD WESKER
EN EL TEATRO ESPAÑOL DE MADRID
Del 3 al 6 de enero
Una de las iniciativas de la nueva orientación
del Teatro Español es la colaboración con los
Centros Dramáticos de otras Autonomías. |
Tal
colaboración se concreta en que pasen por el escenario madrileño
montajes creados en dichas Autonomías y que poseen cierta
categoría.
Mario Gas en la presentación del montaje de la Comunidad
Valenciana Sopa de Pollo con Cebada la calificó de
“Un texto excelente con una puesta en escena excelente”.
El tal texto excelente
es de Arnold Wesker - en Madrid se estrenó en
mayo de 1979, como cierre de la temporada del Centro
Dramático Nacional y con dirección de Joseph Mª
Segarra y Joseph Montantes – y la tal
excelente puesta en
escena es una producción de Teatres de la
Generalitat Valenciana, que ha dirigido Carmen
Portaceli. |
Texto y dirección fueron los acicates para que Mario Gas
se decidiera por traerlo a Madrid:
- “Los autores clásicos, de
una u otra manera, siempre vuelven y sus ideas siguen
teniendo validez a lo largo del tiempo”.
Hay otro ingrediente que, pienso, ha fascinado a Mario y
que le sirve de primera experiencia – en su mente está previsto
convertir el local a la italiana del Español en una sede
pluriespacial. Prepararlo para poder romper la estructura de
platea y escenario.
ACTORESY PÚBLICO SOBRE EL ESCENARIO
FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
La acción se desarrolla encima de una luminosa plataforma
giratoria, sobre la cual reposa una inmensa mesa, alrededor de
la cual ocurre la acción. Los espectadores rodean también la
mesa y están codo a codo con los actores. Esta era la puesta en
escena en el Teatro Rialto de Valencia y Mario quiso respetarla.
Había muchas excusas razonables – el patio de butacas del
español es inamovible, el tiempo de representación es sólo de
cuatro días y por lo tanto supone un
trabajo tramoyístico desproporcionado etc… - para obligarles una
adaptación al teatro a la italiana. No obstante, cuando se ama
el teatro y se respeta la creatividad del otro, las soluciones
se encuentran.
Así pues, el Teatro Español ha sido remodelado un poco. La
acción se desarrolla sobre el escenario, pero también los
espectadores – sobre gradas – rodean a la plataforma e inmensa
mesa metálica y se ubican en dicho escenario. Cuando uno se
planta mirando hacia el patio de butacas, éste queda oculto por
las gradas de butacas. En las alturas, al fondo, las dos
balconadas doradas del Español, de la cual también se puede ver
la representación, aunque un poco más distante. Las gradas
albergan a 200 espectadores y se puede llegar a los 400 contando
con las mencionadas balconadas.
Todo este esfuerzo no ha pasado desapercibido para los
componentes de la compañía valenciana y Juan Vicente Martínez
Luciano – director de los Teatres de la Generalitad Valenciana –
ha tenido palabras de agradecimiento para tal esfuerzo:
- “Gracias a Mario por adaptar el teatro a las características
del montaje, tal como fue concebido. Pero tengo que dar
doblemente las gracias, porque el resultado es óptimo y también
es óptimo el equipo de trabajo que tenemos aquí”.
En la versión, traducción y adaptación del texto, también ha
participado Juan Vicente
- “Tuve la gran suerte de hacer la primera versión del texto y
después ya con los otros colaboradores y con Carmen Portaceli,
la definitiva, la cual terminó siendo bilingüe. Se estrenó en
valenciano y se mantuvo desde el 11 de noviembre al 12 de
diciembre del 2004 en este idioma. A partir del 14 de diciembre
hasta el 9 de enero lo hemos hecho en castellano”.
¿POR QUÉ VOLVER A ARNOLD WESKER?
Esta es siempre una pregunta obligada cuando limpiamos el polvo
a un texto teatral, lo extraemos de la biblioteca y lo plantamos
sobre un escenario.
- “Creo
– prosigue Juan
Vicente – que es el momento de
reencontrarse con un Wesker más “clásico”
pero, al tiempo uno de los más representativos de
toda una generación, de una forma de entender y
hacer teatro y, casi con toda seguridad, mucho más
actual. Uno de los más grandes clásicos que hemos
querido recuperar para nuestros espectadores de la
mano de un excelente equipo de profesionales, y con
una puesta en escena que, sin duda, no les dejará
indiferente. Wesker y su obra
- julio 1958 -
puede pertenecer a otro tiempo, pero aún tiene algo
que decir”.
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FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
Arnold Wesker (Londres, 1932) tiene en su haber más de cuarenta
obra teatrales. Sopa de pollo con cebada forma la famosa
trilogía Wesker Trilogy, junto con Raíces y Hablo de Jerusalén.
Sea como obra en sí misma, sea como parte de la Trilogía, Sopa
de pollo ha sido de las más representadas y la que ha convertido
a Wesker en un dramaturgo contemporáneo con vigencia tanto por
su temática como por su construcción dramática.
Carmen Portaceli, la directora de este montaje, respira de modo
similar hacia Wesker. El encontrarse enrolada en esta producción
para los Teatres, tiene su prehistoria.
- “Con motivo del montaje de
Un enemigo para el pueblo,
coincidimos una serie de profesionales. Aquel espectáculo me
permitió que yo colaborara con los Teatres y al mismo tiempo que
se creara el equipo técnico-artístico de este nuevo montaje.
Elegir Wesker y Sopa de pollo fue decisión mía. Había unos dos o
tres textos, propuestos por mí, pero me interesé más por éste
porque en él había una referencia a la esperanza y ello me
interesó”.
La historia se desarrolla entre dos hechos político: la
manifestación antifascista en el barrio obrero del East End de
Londres en 1938, con claras alusiones a la Guerra Civil
española, y el levantamiento anticomunista de Hungría en 1958.
Vamos pasando por diversas épocas: 1936, 1946 y 1956.
- “A lo largo de eso veinte años asistimos
– aclara Carmen – a
la descomposición de una familia comunista. En 1936 se da la
manifestación antifascista y hay una esperanza para el
movimiento obrero, representante de la solidaridad. Esperanza y
euforia, pero con peligro porque agazapados siguen los camisas
negras. Saltamos a 1946, tras la segunda guerra mundial. Nadie
imaginaba esta Segunda Guerra, tras el desastre humano de la
Primera. Comienzan las primeras deserciones, ya que no se cree
en la lucha desde dentro. Por fin llegamos a 1956, en pleno
desarrollo industrial y con la presión de la sociedad de
consumo. El consumo pisotea esa ilusión primera. Por ello me
interesó el texto. A pesar de la época en que fue estrenado, lo
oyes ahora como muy cercano, al contemplar el desarrollismo de
hoy día”.
Los dos personajes centrales son Sara Kahn y su marido Harry
Kahn. Dos personajes representativos de dos posturas. Sara,
educada en sus labores, es más paciente. Harry, inadaptado a su
aburrido trabajo mecánico, es más inquieto.
En este montaje Sara es Pilar Martínez. |
FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
- “Mi personaje – señala Pilar – posee una simple carga
intelectual, pero en cambio tiene una gran carga emocional. Es
tierra. Harry es más complejo intelectualmente. Yo veo a Sara
como un Ave Fénix, que de las cenizas, consigue salir volando y
resurgir. Sara será la esperanza.
El Harry decepcionado lo interpreta Enric Benavent.
FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
- “El texto es la
historia de una familia mal avenida. Se dan los dos
extremos: la energía al 100 por 100: Sara,
que es una mujer imparable, trabajadora, nerviosa, y
Harry que de energía tiene 0. Es casi un
encefalograma plano. Aunque Wesker no lo
indica, pero yo creo que Sara es un una tipología de
carácter obsesivo, la pura acción y Harry es el
depresivo, la incapacidad de actuar. Sara es la
esperanza un “pelín” irracional pero necesaria para
seguir adelante en la vida. Toda esta historia, que
puede parecer un retrato naturalista de una familia
concreta tiene un significado más allá de las cuatro
paredes. El deshacerse de la familia tiene su
referente en la desilusión social”.
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Carmen añade:
- “Según el propio Wesker, es la historia de la desintegración
de una familia con conciencia política. La historia de una
“desilusión política”, según palabras más recientes, y no la
historia de una familia judía en el East End de Londres. Cuando
el autor escribe la obra, contenido y argumento son
inseparables. Al presentarla ahora, transcendemos la época y el
lugar, Londres. Aunque la trama suceda allí, da igual. La
familia vive una desilusión no sólo con el capitalismo o lo
industrial sino también con el comunismo…”
NATURALISMO, SIN PÉRDIDA DE LA EMOCION DEL REALISMO.
Paco Azorín es el creador del espacio escénico giratorio, antes
mencionado:
- “El huir del naturalismo, le da un tono más universal. Puede
suceder en cualquier sitio, época y le puede suceder a
cualquiera. Es cierto que proyectamos los años: 1936, 1946 y
1956, pero sólo para indicar el tiempo y no pretender el
concretar la acción en esas fechas.
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FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
Esta atemporalidad Pilar Martínez (Sara), la lleva también al
terreno del tratamiento interpretativo, bajo el término
“esencializar”.
- “Es algo que Carmen nos insistía: ir a la esencia. Si se
encuentra esa esencia del sentimiento, entonces se abandona la
concreción y se puede trascender la mera anécdota histórica”.
FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
Esta huída del naturalismo lleva a la ausencia de maquillaje,
tanto por la concepción del tratamiento como por la cercanía del
público. El que no exista ese naturalismo, propio de los textos
teatrales de aquella época anglosajona, no quiere decir que no
exista un realismo patente. Un realismo ético con
“una interpretación homogénea muy convincente, que pone los
vellos de punta en muchas ocasiones, como sucede con la última
escena de la madre y el hijo”, especifica Mario Gas. |
- “Wesker y los autores de su entorno sabían lo que escribían.
Los personajes venían a ser metáforas de una actitud. En este
caso es el pueblo que se va manipulando poco a poco. El acierto
de Wesker es que se puede quitar el naturalismo y emblematizar
los personajes, sin que ello se pierda un cierto realismo”.
SARA: ¿REPRESENTANTE DE UN FEMINISMO?
El personaje de Sara es el único que sabe seguir adelante con la
esperanza y no se derrumba. Tal tratamiento puede orientar la
obra hacia un feminismo y por lo tanto Sara sería el paladín.
- “No lo creo
– aclara
Carmen Portaceli - me gustaría que así
fuera, pero no creo que en Wesker, sea intencionado. Su
respuesta hacia lo positivo, no es tanto por ser mujer sino por
el matiz que tiene el personaje de estar más enraizado en la
tierra. la de comer, trabajar en la casa etc…”
UNA ESCENOGRAFIA QUE METE A LOS ESPECTADORES
EN CASA DE LOS KAHN.
La escenografía ha aproximado a actores y espectadores.
- “Tengo que dar las
gracias a Mario
– dice Paco
Azorín, responsable del espacio escénico –
por respetar la escenografía concebida. Desde el
principio nos replanteamos todo y por lo mismo la
relación del público con el espectáculo. En este
caso la distancia tenía que ser mínima. También se
nos ocurrió la idea de hacer girar muy lentamente la
escena, para que los espectadores pudieran captar
todo lo que iba sucediendo. Ello ha supuesto un
trabajo actoral nada sencillo y por ello estoy muy
agradecido a los actores.”
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FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
La proximidad ha creado en los actores, amén de un tratamiento
nuevo interpretativo y un salir con “la cara lavada”, una serie
de emociones y anécdotas.
- “Los primeros día yo salía “acojonado”
– confiesa
Enric
Benavent (Harry) – Me van a pegar, pensaba. Después poco a poco
te tranquilizas y compartes tu interpretación con el público.
Vas teniendo mayor capacidad de incorporar al público a tu
proceso. Ya no lo ves como ajeno o como enemigo, sino que vive
directamente tu experiencia”.
FOTO: VICENTE A. JIMÉNEZ |
- “El matrimonio
Sara y Harry se llevan mal. Es curioso la diversidad
de emociones que se crea entre el público
– advierte Pilar
Martínez (Sara) - y que en este caso,
debido a la cercanía, te permite oír los comentarios
de la gente, que toman partido por uno o por otro.
Algo imposible cuando se trabaja en un teatro a la
italiana en el que estamos, actores y público, tan
separados y ellos (el público) sumidos en la
oscuridad de la sala.”
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Pocos días de actuación. Solo cuatro. En la presentación del
programa de la temporada Mario Gas, especificó que la mayoría de
los espectáculos presentados hasta ahora ostentaron el rótulo de
Tan pocas representaciones, hacen más fácil la presencia del
cartelito. Algunas voces lamentaron lo menguado de los días.
La teoría de Mario Gas, es que prefiere concentrar el público en
pocos días y ofrecer una variedad de espectáculos, más que
prolongar un título días y días con un endeble aforo. Por otro
lado:
- Si tiene éxito, siempre podemos encontrar un hueco para
reponerlo.
Título: Sopa de pollo con cebada.
Autor: Arnold Wesker.
Versión, traducción, y adaptación: Toni Lluch, J.V.Martínez
Luciano y
Carme Portaceli.
Escenografía e iluminación: Paco Azorín.
Vestuario: Ana Güell.
Espacio sonoro y música: David Alarcón.
Coreografía y movimiento escénico: Rocío Pérez.
Reportaje fotográfico: Vicente A. Jiménez.
Producción: Teatres de la Generalitat Valenciana.
Intepretación: Pilar Martínez (Sara Kahn), Enric Benavent (Harry
Kahn),
Manolo Ochoa (Monty), Juanfran Aznar (Prince), Manuel
Maestro) (Dave),
Carles Royo (Hymie), Lola Moltó (Cissie), Anna
Cediel (Ada), Martín Cases (Ronnie),
Paula Miralles (Bessie).
Dirección: Carme Portaceli.
Estreno en Madrid: Teatro Español, 3 – II - 05. |
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José Ramón Díaz Sande
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