LA SECONDE SURPRISE DE L’AMOUR
LA SEGUNDA SORPRESA
DEL AMOR
Título:
La Seconde Surprise
De L´Amour
Autor:
Pierre Carlet de Chamblain de Marivaux
Dramaturgia: Dieter Sturm
Decorado y luces: Karl -
Ernst Herrmann
Asistente de decorado y Luces: Claudia Jenatsch Y Jean-Luc Chanonat
Sonido: André Serré
Vestuario: Moidele Bickel
Colaboración Vestuario: Amélie Haas
Maquillaje Y Peluquería: Cécile Kretschmar
Colaboración Artística: Geoffrey
Layton Accesorios: Yann
Dury
Coordinación Técnica: Eric
Proust
Asistente de Dirección:
Sophie Lecarpentier
Producción:
Théàtre Vidy-Lausanne
Coproducción:
Théâtre
Vidy-Lausanne, Théâtre Nanterre Amandiers, Wiener Festwochen,
RuhrTriennale, MC2:Grenoble Scène nationale, Nouveau Théâtre d´Angers -
Centre dramatique national des Pays de
Loire y Théâtre de Caen, Festival d´Automne à Paris.
Con el apoyo de
la Fondation
Leenards, Martin Schlaff y
Fondation Landis & Gyr.
Interpretación: Pascal Bongard, Audrey Bonnet, Roger
Jendly, Roch Leibovici, Micha Lescot y Marie Vialle
Dirección:
Luc
Bondy
País: Suiza
Idioma: Francés (Con Sobretítulos En Español)
Duración
Aproximada: 2 Horas (Sin Intermedio)
Estreno en España
Estreno en Madrid:
Teatro
Valle Inclán,
31 – X - 2008 |
FOTO: PASCAL VICTOR
FOTO: RUTH WALZ |
Marivaux no es un
autor cuyas obras frecuenten nuestros escenarios. Ahora llega al del Valle-Inclán, en el marco del Festival de Otoño,
la titulada La seconde surprise de l’amour en una producción de la compañía suiza Theâtre Vidy-Kausanne con dirección de Luc Bondy. La obra, escrita en 1725,
trata del amor y de los conflictos que plantea a quienes caen en sus redes,
asunto muy presente en el teatro de la época y muy concretamente en el del
autor francés, quien apenas tres años antes ya había dado a conocer otra
pieza de parecido título: La surprise de l’amour. En sus
piezas destaca la sencillez con la que plantea los argumentos, la perfección de
la estructura dramática y la calidad y frescura de su escritura, pero lo que
marca la diferencia con otros autores es que su objetivo no se limita a
resolver los enredos amorosos que plantea. Va más lejos. Sirviéndose de ellos,
desnuda a sus protagonistas y hace un análisis nada superficial de la
naturaleza que preside las relaciones entre los seres humanos. En La seconde surprise de l’amour se habla
de la amistad como antesala del amor o como vía de acceso a él, de los
sentimientos verdaderos o fingidos, de las dudas sobre la sinceridad del otro
y, alentados por todo ello, el miedo al fracaso, el caminar por tan resbaladizo
terreno con pies de plomo… En la forma en que Marivaux trató estas cuestiones
reside buena parte del interés que conserva su teatro. Las cuestiones que plantea siguen vigentes, de modo que pueden
trasladarse a nuestros días sin que nada chirríe. Eso es lo que ha hecho con
mucho talento Luc Bondy.
FOTO: RUTH WALZ |
Sitúa
la acción en un tiempo indeterminado, pero próximo, y en un lugar indefinido. La
luz mortecina de un tubo fluorescente baña un escenario en el que se
alzan dos casetas negras unidas por una pasarela. Habitan aquellas una joven
marquesa, que ha enviudado, y un galán abandonado por su dama, la cual ha
preferido el convento a un matrimonio de conveniencia. La tristeza y el dolor que
les embarga les acerca y, a fuerza de compartirla, va creciendo en ellos un
amor que, para no reconocerlo, disfrazan de amistad. Los vaivenes de esa
relación ambigua quedan fielmente registrados en los desplazamientos de ambas
casetas, que se alejan y se acercan con ritmo que evoca los latidos de un
corazón atormentado. Los criados de la noble pareja ponen todo su empeño
en que el amor triunfe, porque así podrán dar rienda suelta al que ellos
sienten, mientras que los demás personajes, un pedante y rijoso bibliotecario y
un pretendiente de la marquesa cargado de años, hacen cuanto pueden por
apagar la llama antes de se convierta en voraz incendio. Bondy, más interesado en mostrar
lo que se oculta bajo el divertido y manido enredo que en el enredo mismo, ha
convertido el escenario en un laboratorio minimalista en el que, con
meticulosidad de forense, disecciona los cuerpos y las almas de los
protagonistas. Los actores que los interpretan son parte esencial de este experimento.
El resultado es sorprendente. Es posible que no agrade a todos la frialdad, más
aparente que real, del trabajo firmado por el director suizo y que echen de
menos la habitual presencia de elementos propios de la commedia dell’arte. Pero no somos menos los que
hemos disfrutado con él.
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