RESEÑA,
1989
NUM. 191,
pp. 11 |
CON
LA MOSCA EN
LA OREJA
Divertido
vodevil
Georges
Feydeau no ha
sido muy habitual en España. En 1988 se estrenaba en el Teatro Albéniz
uno de esos textos. En España eran época en que se había desorbitado la
necesidad de un teatro más profundo. Feydeau
aparecía como un teatro menor.
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Título: Con la mosca en la oreja. (La
puce a 'Oreille).
Autor: Georges Feydeau.
Versión: Juan José Alonso Millán.
Intérpretes: Pepe Lara, Luisa Femanda
Gaona,
Paco Camoiras, Emilíano Redondo,
María Luisa San José, Analía Gadé,
Angel de Andrés López, Carlos Manuel Díaz,
Vicente Parra, Rafael Castejón,
Cristina Soldevilla,
Mary Begoña, José Jorda, Jesús Cisneros y Pino
Ortega.
Escenografía
y figurines:
Alfonso Barajas
Director: Angel F. Montesinos.
Estreno
en Madrid:
Teatro Albéniz,
30 – XI - 1988. |
DIBUJO de ANTONIO MINGOTE |
Con la mosca en la oreja, vodevil del francés
Feydeau, se estrenó por primera vez
en París, en 1907. Lleva, por tanto, un poco más de ochenta años
haciendo reír al público, a un público muy determinado que sabe a dónde va y
siempre acude a este tipo de espectáculos con un ánimo relajado y dispuesto a
sonreír, a reír, a pasar un rato agradable, a entretenerse contemplando una
obra vistosa - cuanto más, mejor - que no le plantee ningún problema
La
versión de J. J. Alonso Millán y la
dirección de Angel F. Montesinos consiguen
que el público lo pase bien con la historia - muy bien construida - y se
divierta con este vodevil, un clásico dentro de su género
Una
mujer, Brigitte (Analía Gadé),
se cree engañada por su marido, «siente la mosca en la oreja» -o detrás
de la oreja (más castiza) - al recibir en el correo familiar unos tirantes que
ella le había regalado él su marido. Esta es la anécdota que desencadena toda
la acción. A partir de este momento, Brigitte y su amiga Lucienne
(María Luisa San José) intentarán
hacer confesar al inocente marido - Víctor Manuel (Angel de Andrés)- o procurarán descubrirle en el lugar donde
ellas suponen que ha perdido los tirantes (Hotel «El minino caliente»)
Surgen
en este lugar todos los enredos, idas y venidas, carreras, puertas que se abren
y que se cierran, habitaciones giratorias, personajes que aparecen y desaparecen,
encuentros amorosos furtivos , carreras, sustos, casi disgustos". para
que todo se resuelva en el tercer acto y la alta sociedad quede en su sitio,
porque ninguno de sus integrantes cuestiona públicamente su escala de valores.
Como decíamos más arriba, el público
se divierte y ríe, sobre todo, los efectos cómicos de Camilo (Pepe Lara), que parlotea y habla sin que se le entienda
prácticamente nada (sólo los más allegados son capaces de interpretarle),
debido a un defecto en el paladar. El médico familiar le proporciona un paladar
de plata que le permitirá hablar correctamente hasta que, muy pronto, en las
idas y venidas del hotel lo pierda, igual que perdió los tirantes responsables
del enredo que le había regalado su tío (Víctor Manuel) sin que la esposa de
éste se hubiera enterado.
Los efectos cómicos más eficaces se producen gracias a
la creación de dos personajes de un asombroso parecido físico, aunque muy
distintos en condición social y comportamiento, que son representados por el
mismo actor (Angel de Andrés), lo
que provoca innumerables y divertidos equívocos entre los personajes, aunque el
público sí puede diferenciarlos. Uno de ellos es el marido ejemplar, que por
un momento parece que ha podido engañar a su mujer; el otro es un
empleado del hotel (Gastón), de muy escasas luces.
Lo mejor de esta puesta en escena son los dos espléndidos
decorados de Alfonso Barajas, cuatro
puertas practicables en la primera parte en un elegante salón familiar y seis
puntos de entradas y salidas, escaleras incluidas, en el hotel «El minino
caliente» en la segunda parte. Un espacio escénico muy bello en el que Angel F. Montesinos mueve con gran
habilidad a los actores.
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