RESEÑA 2003
NUM. 350, pp. 13-14 |
EL OLVIDO ESTÁ LLENO DE MEMORIA
Regreso inútil
Esta obra vendría a
completar el tema iniciado en El
Arquitecto y el relojero (2000), sobre el recuperar la memoria histórica.
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Título: El olvido está lleno de memoria.
Autor: Jerónimo López Mozo.
Iluminación: Pablo Calvo.
Música: Cezanne Producciones Javier Monteverde.
Realización del
Video: Mariano Santiago de
BIas.
Producción: Teatro Acción Futura.
Intérpretes: Francisco Merino, Chema Ruiz, Ainhoa
Amestoy. Actores de La vida es sueño (video): Rafael Esteban, Diana
Facem, Miguel Álvarez.
Dirección y Espacio
Escénico: Antonio Malonda.
Estreno en Madrid: Círculo Bellas Artes (Sala Fernando de
Rojas), 25 – 4 - 2003.
El Teatro de Acción Futura se compromete
con un texto poco usual. Han llovido bastantes años de aquella guerra
española del 36 y de sus secuelas. Las generaciones actuales piensan en
ella como nuestra generación pensaba acerca de la guerra de Cuba: daguerrotipos
amarillentos. Van desapareciendo los protagonistas de aquellos hechos e incluso
la generación de posguerra. Aquellos años comienzan a archivarse en las
páginas de los libros. Este texto retoma el recuerdo.
Jerónimo López Mozo, su autor, medita sobre
ese desencanto que supone el olvido de los acontecimientos. Para ello se vale
del regreso de un antiguo actor, célebre cuando el teatro en España se
llamaba Rivas Cherif,
la Xirgú, Lorca ... Evocaciones que terminan por
ser un homenaje al mundo del teatro que la guerra cercenó, como también
cercenó la carrera del protagonista en España. Los éxitos los encuentra
- no sabemos si es cierto o no - en el exilio allá por las Américas. A su
vuelta todo ha cambiado. No sólo no lo recuerdan, eso sería si se me apura,
secundario, sino que ni siquiera el grito doloroso de una generación y sus
herederos. El encuentro con una periodista da pie a ir desvelando su vida, sus
recuerdos y su lamento. Él termina siendo la voz que clama en el desierto.
Aunque las fechas y los acontecimientos son concretos, la historia puede
elevarse a niveles más universales: ese tremendo y decepcionante
descubrimiento de cualquier ser humano, en cualquier época que, cuando vuelve a
su memoria, encuentra que su mundo se ha perdido y en el horizonte avanza la
muerte. El tren ha partido hace mucho tiempo.
Con
un diálogo fluido y convincente encuentra el personaje en Francisco Merino, un intérprete eficaz y de gran solvencia. El
texto, de poca acción y muy apoyado en el verbo, exigía un actor de registros
variados y lo encuentra. Antonio Malonda mueve el texto sobre el espacio del camerino - espacio cerrado y a la vez
simbólico del mundo del teatro - con solvencia, evitando los tiempos muertos o
tiempos discursivos. No obstante hay algo en la puesta en escena que ralentiza
el ritmo y es la concatenación de las diversas escenas. Hay vacíos de escena
para marcar la transición temporal, que resultan innecesarios en la mecánica
rítmica del teatro de hoy.
Introduce
la obra un vídeo sobre los acontecimientos bélicos del 36. Imágenes familiares
por su exhibición en documentales o libros de fotografías, pero que poseen un
ágil montaje y una banda sonora impactante. La narración interna del
acoplamiento de las imágenes consigue muy bien su objetivo. Por lo tanto,
pequeño documental ejemplar. De lo que no estoy tan seguro es de su
necesidad. Desvela demasiado el conflicto emocional del protagonista, antes de
que comience la obra.
Texto
interesante, necesita, en la puesta en escena, un ajuste de ritmo. Texto que al
visualizarlo con iconos tan claros, le hacen perder cierta fuerza de
universalidad.
He
creído ver en este texto un buen guión cinematográfico. Posee muchos elementos
plásticos y emociones interiores que la cámara sabe potenciar y desvelar.
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