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FAUSTO
De
JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
en versión
del
TEATR NOWY DE PÓZNAN (POLONIA)
IMÁGENES DE GRAN FUERZA VISUAL
Y DE GRAN PODER DE COMUNICACIÓN |
Título: Faust
Autor: Goethe
Dirección y puesta en escena: Janusz Wisniewski
Música: Jerzy Satanowski
Diseño de vestuario: Irena Bieganska
Coreografía: Emil Wesolowski
Maniquíes: Wojciech Myjak, Leszek Zielinski
Ayudantes de dirección: Iga Figiel.Idziak, Anna Wachowiak
Ayudante de esenografía: Wawrzyniec Kozicki
Intérpretes: Witold Debicki (Maestro del altar), Miroslaw
Kropielnicki (Mefistófeles), Mariusz Puchalski (Fausto), Edyta
Lukaszewska
(Margarita), Daniela Poplawska (Madame
Auerbach), Janusz Grenda (Madame
Switzerland), Antonina Choroszy (Marta
Schwerdtlein), Slawa Kwasniewska (Care),
Krystina Feldman (Verónivca), Ireena Grzonka (Baucis), Edgard
Warzecha (Filemón), Boleslaw Idziak (Wagner), Andrzej Lajborek
(Homunculus), Radoslaw Elis (Puk), Waldemar
Szapaniak (Soldado), Janusz Andrzjewski (Cristos paschem)
Estreno en España
País: Polonia
Idioma: polaco sin subtítulos
Duración aproximada: 1 hora y 15 minutos
(sin intermedio)
Estreno en Madrid: Teatro Español,
18 – X - 2006. |
MARIUSZ PUCHALSKI
MIROSLAW KROPIELNICKI
EDYTA LUKASZEWSKA
FOTOS: MARTA S£AWSKA-PUCH£ASKA |
El Teatr Nowy de Póznan (Polonia), de merecida y larga
trayectoria creativa, nos trae un Fausto un tanto especial.
Existe Fausto, y su redentora Margarita y cómo no
Mefistófeles,
que en este caso viene a ser el auténtico protagonista, pero
Janusz Wisniewski - el director - no nos va a contar la
historieta y amoríos de Fausto y Margarita. La narración está
ahí, pero la sitúa en un marco social más amplio, de modo que la
ambición terrenal de Fausto y su pacto con Mefistófeles es como
si se reflejase en un gigantesco y esperpéntico espejo. Lo que
le sucede a Fausto, que se vende al diablo, no es sino una
particularidad de un problema más universal: la misma sociedad
es la que está vendida al diablo, o como quiera llamársele a
este intrigante misterio del mal. De ahí las hipocresías, las
apariencias, los males e intrigas que continuamente se denuncian
en nuestro mundo actual. Janusz intenta así recoger la
proyección colectiva que la personal historia de Fausto, posee:
el mundo deformado por extrañas en insidiosas fuerzas.
MIROSLAW KROPIELNICKI |
El pacto de Fausto con el diablo Mesfistófeles supone moverse en
una sociedad cristiana, la del Goethe. Esto le da pie a
Janusz a
situar los acontecimientos en los días de ausencia de Dios, por
la muerte del Cristo. Clavado y muerto en cruz, nace el silencio
de Dios y la palabra se hace carne en Mefistófeles. En el
Fausto
original se le presenta bajo una figura atractiva. Aquí – es su
primera aparición – como un Ecce Homo y más tarde como el
oficiante de la misa. Una misa llena de magia y remedo de la
Última Cena, en la que se firma el pacto. Durante esos tres días
que van desde la muerte a la resurrección, él es el dueño del
mundo. Es como si el tiempo se congelase y en ese breve tracto
temporal se desarrolla toda la vida del mundo. En la historia
bíblica, el desconcierto dura tres días. Tras la resurrección,
el mundo intenta abrir un camino de esperanza hacia un mundo
mejor. En el montaje de Janusz, se constata que ese silencio de
Dios ha vuelto a adueñarse del mundo. La muerte de Margarita y
Fausto, pueden ser el arquetipo de un nuevo mundo.
Plásticamente – en este montaje la plástica es primordial – se
recurre a secuencias de cuadros. Hay una alternancia entre la
historia de Fausto y Margarita y la del grotesco colectivo
humano que desfila en procesión, manipula los aconteceres
humanos sin escrúpulos y clava en la cruz al Cristo. Se trata de
una pesimista exposición del mundo en el que lo sagrado lo
utiliza para su conveniencia. El amor y la muerte de Margarita y
Fausto – el particular – abre una vía de esperanza.
FOTO: MARTA S£AWSKA-P. |
En la puesta en escena prevalece el aspecto visual. Este es
impactante y de gran eficacia. No obstante, a pesar de cómo se
indica en la información previa el espectáculo
“cruza la barrera
del idioma y no puede ser descrita, ha de ser vista”, hay
bastante texto y monólogos que serían necesarios entender. Por
la cuidada entonación de los actores, allí se nos está
comunicando algo a través de la palabra y uno tiene la sensación
de que se está perdiendo algo importante. Mariusz Puchalski
(Fausto) nos recita un monólogo–poema que intuimos, por la
entonación que es importante, pero el ajeno idioma, una vez más,
alza la barrera. El inicio verbal del maestro de ceremonias –
Goethe – suponemos que nos comunica algo que debemos saber y
para el ignorante del idioma polaco, al no comprender nada, el
tal maestro deja de tener sentido. Es cierto que hay una especie
de tríptico para orientar cada escena, pero la oscuridad de la
sala impide poderlo seguir. Al menos, podría aparecer en los
sobretítulos tal guía. No se entiende por qué el espectáculo no
ha sido traducido. Es cierto que durante muchos años hemos
asistido en éste y otros Festivales a las obras en sus idiomas
originales y sin sobretítulos, pero nos enterábamos a medias, a
pesar de los resúmenes.
FOTO: MARTA S£AWSKA-P. |
Tras esta apostilla, tema aparte es el espectáculo en sí mismo.
Es de una gran fuerza visual y de un gran poder de comunicación
con las imágenes que crea. Hay un minucioso trabajo actoral que
contempla los más mínimos detalles no solamente de los
protagonistas, sino de todo el conjunto del grupo, al cual
janusz mueve muy bien sobre el escenario y en las entradas y
salidas. Destaca Miroslaw Kropielnicki en el papel de
Mefistófeles, que termina siendo el auténtico protagonista.
Se recurre al maquillaje/máscara de tipo expresionista para, en
pocos y significativos rasgos, transmitir caracteres e ideas. Es
casi como un fresco medieval retratando la gran comedia humana.
Esta plasticidad compensa, en parte, la ignorancia verbal para
el espectador.
La escenografía trabaja con elementos de carácter simbólico
sobre cámara oscura y funciona, a veces con pequeñas sorpresas
mágicas. La simplicidad escénica y la rápida transformación de
los espacios mediante pequeñas sugerencias permiten que el ritmo
no decaiga en ningún momento. |
Asistí a la representación el 21 de octubre, el último día. El
Teatro Español, prácticamente estaba tope. Los aplausos fueron
reiterados, casi, hasta diez minutos. Llama la atención la
sobriedad del director Janusz en su discreto saludo, dejando el
protagonismo al grupo.
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