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RESEÑA 1990
NUM. 212, pp. 13 |
UBU REY
FELICES HALLAZGOS
En 1990 con motivo del Festival de
Otoño, conocíamos el modo de trabajar del
Teatro Katona József de Budapest. El crítico de
Reseña destacaba la interpretación
excelente de los actores y haber logrado una versión
plena de dinamismo y de felices hallazgos. |
Título: Ubú rey.
Autor: Alfred Jarry.
Producción: Teatro Katona József de Budapest.
Escenografía: Csösz Kheli.
Vestuario: Mária Szabó.
Intérpretes: Lászlo Sinko, Juli Básti, Dénes Ujlaki,
Tamás
Végvári y otros.
Dirección: Gabor Zsámbeki.
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz, 25 – X - 90
(Festival de Otoño). |
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Estrenado en 1896 ante una crítica tan severa como el irritado
público, Ubú rey ha sido considerado el germen del teatro de
vanguardia. Hoy, al cabo de los años, es un clásico que figura
en el repertorio de grandes compañías.
Hace tiempo que el texto perdió su capacidad de escándalo. No en
vano la obscenidad que recorre la obra de principio a fin ha
sido desbordada por la obscenidad en que vive la sociedad de
nuestros días. Tampoco la forma infantil o primitiva con que
Jarry se planteó el acto de rebeldía que es Ubú se corresponde
con la complejidad desarrollada por quienes recibieron su
influencia. Incluso el humor ha venido a ser, sobre todo a
partir del teatro del absurdo, sutil y hasta sobrio. Repugna lo
grosero y en Jarry hay grosería a raudales.
¿Cuál es, entonces, el interés actual de Ubú rey, más allá del
que pueda despertar su significado histórico? La respuesta es
doble. De un lado se trata de un texto abierto a la imaginación
de los directores de escena. Sus posibilidades son inmensas. De
otro, ofrece un soporte ideal para criticar el siempre bárbaro
absolutismo que de forma más o menos ostensible rige en buena
parte del universo. Este es, sin duda, el que movió al Teatro
Katona József de Budapest - nacido en 1982 al escindirse la
compañía del Teatro Nacional - a incluirlo hace seis años en su
repertorio. A este respecto, las palabras de Nelli Litvai,
dramaturga de la agrupación, son claras:
“El objetivo primordial
es demostrar cómo unos hombres groseros, de bajo nivel cultural,
consiguen el poder y llevan a toda una nación a la ruina. La
obra se basa en las experiencias de la Hungría de los años
cincuenta y por eso hay en ella alusiones constantes a ese
terrible período”.
Afortunadamente el enfoque político del espectáculo no ha
supuesto el sacrificio de sus posibilidades artísticas. Estas
han sido explotadas al máximo gracias tanto al excelente trabajo
de los actores, en especial el de Juli Básti en el papel de
Madre Ubú, como a la inteligente dirección de Gábor Zsámbéki,
que desde un absoluto respeto no sólo al texto, sino también al
estilo de Jarry, ha logrado una versión plena de dinamismo y de
felices hallazgos. Pedía el autor, y así se cumple, un sólo
decorado y que se usaran carteles para informar al público del
lugar en que se sitúa la acción, que el vestuario fuera moderno
y sórdido para expresar mejor la idea de algo externo y evitar
la impresión de localismo, que se prescindiera de las
muchedumbres en escena - unos pocos soldados, uno incluso,
pueden representar a un numeroso ejército - y, en fin, que todo
tuviera aire de guiñol.
Entre los hallazgos ocupa un lugar destacado la música. También
demandaba Jarry una orquesta que subrayara las entradas y
salidas de los personajes. La hay, y por cierto con notable
protagonismo. Compuesta a partir de improvisaciones, la música
es interpretada por los propios actores con instrumentos nada
convencionales, convirtiéndose en un elemento esencial que
contribuye a sostener a lo largo de toda la representación el
ritmo frenético con que se inicia.
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