VIAJE DEL PARNASO
ENTRAÑABLE Y GOZOSO
Título: Viaje del
Parnaso.
Autor: Miguel de Cervantes.
Versión: Ignacio García May.
Dirección: Eduardo Vasco.
Ayudantes de dirección: Pilar Valenciano
y Ana Zamora.
Iluminación: Miguel Ángel Camacho.
Escenografía, atrezzo y vestuario: Juan Sanz
y Miguel Ángel Coso.
Composición, arreglos y dirección musical:
Alicia Lázaro.
Músicos: Eduardo Aguirre de Cárcer
(Percusión),
Alba Fresno (Viola de gamba),
Beatriz Millán/Sara Águeda (Arpa),
Manuel Pascual (Corneta).
Intérpretes: Israel Elejalde,
José Luis Alcobendas, Fernando Cayo,
José Luis Patiño, Iñaki Rikarte.
Estreno en Madrid: Teatro Pavón (CNTC):
21–XII-2005.
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FOTOS: CHICHO |
Como un nuevo homenaje a Cervantes, al término del año en el que
se conmemora el cuarto centenario de la aparición del Quijote,
la CNTC presenta el Viaje del Parnaso. Y es posible también que
la compañía haya pensado en la proximidad de las fiestas
navideñas para preparar un espectáculo regocijado y gozoso a
partir de este curioso libro cervantino, tan distante, en
principio, de las estructuras dramáticas al uso.
FOTO: CHICHO |
Ignacio García May ha llevado a cabo la adaptación dramática de
este texto de difícil clasificación, que participa de las
características de la sátira literaria, del libro de viajes y de
la parodia de la mitología, a la que tan aficionado era el
novelista. El dramaturgo, que parece haberse documentado
rigurosamente y haber meditado cuidadosamente sobre la
naturaleza de su trabajo, ha conducido su versión por los
caminos de un viaje aventurero y venturoso, chispeante y pleno
de peripecias, en el que no falta un humor siempre entrañable,
en consonancia con la escenificación que propone Eduardo Vasco.
El juego, el guiño cómplice, el tono desenfadado, pero
armonioso, discreto y bello, inspiran este trabajo en el que
brillan el ingenio y el humor cervantinos y quedan en un segundo
plano, aunque no se obvien, las prolijas referencias literarias,
los desahogos de un poeta no suficientemente comprendido y
valorado en su tiempo, que se sirve de esta herramienta
literaria para ajustar cuentas con sus colegas y con la sociedad
contemporánea.
FOTO: CHICHO |
El empleo del distanciamiento actoral - los intérpretes abordan
varios papeles en los que se introducen y de los que se
desprenden con la naturalidad del juego teatral -; la
escenografía vistosa, limpia y deliberadamente ingenua, o el
empleo de recursos propios del teatro de títeres y del teatro de
sombras, proporcionan soluciones para este dramáticamente
imposible libro cervantino. A todo ello se une, como ha sido
frecuente en los trabajos últimos de la compañía, la presencia
en escena de los músicos, sobre quienes recae no sólo la
ambientación, sino también una contribución sustancial al relato
teatral del fantástico viaje.
En suma, toda funciona con fluidez, con una alegría a la que
contribuye el entusiasmo convencido y convincente de actores y
músicos, entregados sin reservas a esta propuesta sencilla y
limpia.
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