RESEÑA, 1983
NUM. 142, pp. 24 |
MÁS PLUMAS QUE DESAFÍO
FLOR DE OTOÑO
JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ MÉNDEZ
Es la
primera vez que en España se montaba espectacularmente
Flor de Otoño. Coincide también con la política teatral
de traer espectáculos de otras autonomías a Madrid, o lo
que se empezó a llamar descentralización del teatro. |
CARLOS PERIS, ABEL FOLK
CRISTINA SEPULCRE
RAFAEL RODRÍGUEZ
SEBASTIÁN ANTÓN
ANDREU SOLSONA
CRISTINA SEPULCRE
FOTOS: PEDRO PABLO HERNÁNDEZ (1982) |
Título: Flor de Otoño.
Autor: José M. Rodríguez Méndez.
Escenografía, vestuario, luces: Carlos Cytrynowski.
Música: Pedro Luis Domingo.
Coreografía: Julia Grecos.
Baile de salón: Rafael y Luis Méndez.
Control de voz: Esteve Grasset.
Diseño de cartel y ayudante de escenografía: Jovita Pastor.
Realización escultórica: Vicente Luna.
Producción: Consejería de Cultura de la Diputación de Valencia,
el Ayuntamiento de Valencia, el Teatro del Arte, (relacionado
con la Universidad valenciana), el Ministerio de Cultura, y como
anfitrión el Ayuntamiento de Madrid.
Intérpretes: MONTSERRAT SALVADOR (Doña Nuria de Cañellas, (Viuda
de Serracant), CARLOS PERIS (LLuiset / Flor de Otoño, (su hijo),
ABEL FOLK (El Ricard), PEPE SOBRADELO (El Surroca), CARMEN
SANCHIS (Pilar (la criada)), FERNANDO CATALA (Un vigilante
nocturno, Camrero 1º, Un camàlic català), PEPE-LU (Policía
secreta 1º, El portero del Cabaret, Un camàlic català), GABRIEL
TORRERO (Policía secreta 2º, El sarasa del abanico, El
comandante de la prisión), JAIME PUJOL (El secretario de
Gobierno Civil, El chulo de la cicatriz, Estudiate 1º), MANUEL
HENARES Un señor gordo (tío de Lluiset), Policía secreta en el
Cabaret, Un señor gordo), ANDREU SOLSOA (Un caballero flaco (tío
de Lluiset), Policía secreta en el cabaret, Uns eñor flaco, el
mal-ferit), ENRIC GARCIA (Un señor jorobado, (tío de Lluiset)),
MARINA NAVARRO (Una señora regordeta (tía de Luiste), Buscona
1ª, la vella del cabàs), CARME ALONSO (Una señora rubia, (tía de
Lluiset), Buscona 2.a ), ROSA PASTOR y JOSE FRANCISCO CERVERA
(Una modistilla endomingada y su gachó), AMALlA ROSA (La
planxadora), PASTOR FERRE (La del guardarropa, la que se peina),
JOSEFA MEllO y RAFAEL CALATAYUD (Un matrimonio de diplomáticos),
RAFAEL CALATAYUD (Un hombre que come, un sacerdote), JOSE
FRANCISCO CERVERA (El teniente defensor), JOSEFA MEllO (La mujer
que lava la ropa), PACO MAESTRE (El viudo de La Asturianita,
Guardia civil 2º), VICENTE SORIA (Guardaespaldas 1.°, Guardia
civil 1º), SEBASTIAN ANTON (Guardaespaldas 2.°, El caloyo del
farol, El noi dels coloms, Un centinela), ROCIO CABEDO (Una
vicetiple de la Compañía de Sugranyes, la mujer ensimismada ),
RAFAEL RODRIGUEZ (Camarero 2.°, Un caloyo), CRISTINA SEPULCRE
(La golfa carterista, La noia del mostrador), PEPE MARTI (El
travesti del turbante, Estudiante 3º), RAMON MORENO (Un cabo, Un
camàlic gallego), SALVADOR BOLTA (Un teniente, Un camàlic
andaluz), ANGEL BURGOS (Un sanitario, Estudiante 2º), CARME
SANCHIS (Pilar), (este reparto es con el que se estrenó en
Valencia)
Obertura: Grupo de baile español (Sebastián Antón, Salvador
Bota, Angel Burgos, Rocío Cabedo, Josefa Melió, Jaime Pujol,
Rafael Rodríguez, Vicente Soria.
Grupo de Baile de Salón: Rafael Calatayud, Amalia Ferre, Ramón
Moreno, Cristina Sepulcro y Pepe Sobradelo.
Dirección: Antonio Díaz Zamora.
Estreno absoluto en Valencia: Pincipal Teatre, inauguración
temporada 1982/83
Estreno en Madrid: Teatro Español, diciembre, 1982.
DESCENTRALIZACION
La
variada programa programación del Teatro Español ha abierto un
capítulo más ofreciendo su escenario a unos, nuevos invitados.
No se trata de extranjeros en rápida visita, como últimamente el
Grand Magic Circus o Darío Fo, sino españoles de otra
«nacionalidad», concretamente de Valencia. No es la primera vez
que llega a Madrid un montaje nacido en otra región (hemos visto
a catalanes, andaluces, gallegos, vascos, canarios, etc.), pero
en esta ocasión el espectáculo se presenta con tanto apoyo
institucional de aquella autonomía, que nos coloca ante una
posible muestra del soñado teatro descentralizado, oficialmente
descentralizado.
Colaboran en su producción la Consejería de Cultura de la
Diputación de Valencia, el Ayuntamiento de Valencia, el
Teatro
del Arte, (relacionado con la Universidad valenciana), el
Ministerio de Cultura, y como anfitrión el Ayuntamiento de
Madrid: todo un telón de fondo oficial para abrigar económica y
moralmente este trabajo. Y como además el conjunto de actores y
director no presenta los hombres estrella habituales, uno acude
a la función estimulado, con la esperanza de ver lo que darán de
sí tales nombres con tales respaldos.
PROYECTO AMBICIOSO
CARLOS PERIS |
Sólo con mucho entusiasmo y abundantes medios se puede abordar
un montaje que presenta dificultades desde el mismo punto de
partida: «La obra resultó difícil de construir y de escribir
(...) Pero más difícil resultaba, quizá, llevar a la escena una
maquinaria tan complicada (...) Por eso, aunque muchos
directores habían pedido montarla, al fin desistieron ante
tantas dificultades» - explica el propio autor.
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La obra, en efecto, se desarrolla en diez ambientes distintos,
lo que equivale a otros tantos decorados o al menos un ingenioso
sistema para simplificarlos sin empobrecer el espectáculo. El
reparto abarca a veintinueve actores, la mayoría de los cuales
se desdobla en varios papeles, con la consiguiente
multiplicación de vestuario. En la sombra funciona también un
nutrido equipo técnico, a la altura de tales exigencias. Añádase
la importante partitura de música original y efectos sonoros, la
compleja coreografía... En fin, un despliegue de fuerzas que
llama la atención sobre todo cuando la penuria habitual tiende a
producciones más reducidas y modestas. Si uno tiene la ocasión
de conocer el programa amplio del espectáculo (veintiocho
páginas, quince fotografías) comprende que detrás del despliegue
humano hay también un serio despliegue económico.
MONTAJE ESPECTACULAR
Si el proyecto era complejo, la dirección no ha sido menos
ambiciosa. La primera muestra la encuentra el espectador al
llegar a la sala y verse rodeado por actores y actrices que dan
vida a un inesperado café cantante, cabaret o reino de la
ambigüedad, que de todo se reparte. Una evocación de lo que
debió ser «La Criolla», escenario barcelonés de la
Flor de Otoño
histórica en los años 30. Quizás esta abertura musical con sus
varios focos de atención, sus alardes de vestuario, su dosis de
provocación al espectador, su evolución y remate coreográficos,
constituye el capítulo más brillante del espectáculo. Subrayemos
que es labor de dirección, porque Rodríguez Méndez no ha
comenzado todavía.
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CRISTINA SEPULCRE |
A lo largo de la extensa función otros elementos vienen a
reforzar la espectacularidad: los momentos de escenas masivas
con un logrado movimiento de actores; el efecto escenográfico de
las grandes esculturas; la invasión de la sala por los actores;
la fuerza, en su momento. de la banda sonora ... Pero el hilo
del texto no vuelve a permitir nunca una exhibición como la de
cobertura.
LA MANO DEL DIRECTOR
Toda esta compleja trama debe ser trenzada por Antonio Díaz
Zamora, que asume la dirección. Y hay que decir que no siempre
está igualmente lograda... Junto a momentos brillantes, como la
secuencia del Paralelo y el cabaret, el ritmo decae en alguna
transición o escena, como la del consejo de familia.
ANGEL BURGOS |
Quizás por
haber introducido de pronto con código expresivo distinto, menos
realista y más cerca del expresionismo, el hecho es que se rompe
la línea del espectáculo y entrevemos la mano del director (que
debería ser siempre invisible) jugando esa otra clave. También
cabe señalar que la primavera libertaria queda menos limpia de
lo deseable, y los efectos sonoros ahogan un tanto el texto de
los actores que se ven forzados a desgarrar las voces.
Y hablando de actores volvemos a encontrar desigualdades: logros
excelentes en personajes casi anecdóticos (esos sabrosos tipos
silenciosos que viven en la escena cargados de interioridad) y
algunas deficientes intervenciones sobreactuadas, o algún acento
regional nada creíble. Montserrat Salvador, en Doña Nuria, es la
más convincente en el extenso reparto (en su monólogo final
pareció perder el ritmo); y Carlos Peris como Lluiset,
Flor de
Otoño, cumple sin deslumbrar. Resulta un poco blando para ser
«uno de los que más quehacer dan a la policía» (“Mundo Gráfico”,
29-11-1933). Es difícil, sin duda, definir a este escurridizo
personaje, no tanto por su ambigüedad sexual sino por su
condición de travestido-revolucionario. Me parece más creíble en
la escena un personaje ambiguo, sí, pero de más fuerza. Como
sugería un conocido crítico madrileño, algo más en la línea de
Pavlovski.
FONDO DESVAIDO
FERNANDO CATALÁ
SALVADOR BOLTA
JOSE LUIS SAINZ
RAMÓN MORENO |
De la mano del personaje central llegamos al fondo del
espectáculo. A mi juicio el gran interés de Flor de Otoño no
puede estar en la espectacularidad del montaje, sino en las
posibilidades dramáticas del tema. La misma complejidad del
personaje abogado-cupletista-activista ofrece material para un
interesante documento histórico y humano; y a través de él se
vislumbran abundantes implicaciones sociales y culturales.
Algunas son tan evidentes que indudablemente se encuentran en el
montaje. Pero creo que poco potenciadas. La caricatura de la
burguesía, por ejemplo, desvirtúa uno de los polos de la tensión
social; asistimos al atractivo del oropel cabaretero, pero
apenas a los niveles denigrantes del barrio chino; vemos en
Lluiset al travestido, pero no al abogado. ¿Hay, quizás, un halo
reivindicativo del «flor-de otoñismo» más en las formas que en
sus presupuestos ideológicos y sociales?
ALBERT FOLK, CARLOS PERIS,
PEPE SOBRADELO
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La impresión final es que esta gran oportunidad para el teatro
descentralizado está aprovechada sólo a medias. El espectador
queda un poco distraído por lo chocante de la anécdota, por la
ambigüedad del travestismo, por el efecto teatral, seguramente
porque hay más esfuerzo formal que preocupación de fondo, más
plumas que desafío. Y el teatro se hace grande, qué duda cabe,
en la medida en que fluye movido por las grandes preocupaciones.
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