RESEÑA (MAYO 1989)
Nº 195, pp. 9
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TITUS ANDRONICUS
ESENCIAS DE MAESTRÍA
(Era la primera vez que Debora
Warner dirigía y su participación
en el Festival de Teatro de Madrid fue una gran
revelación.
Es llamativo que el crítico de entonces Miguel Medina
Vicario
defina la obra de Debora como “esencias de
maestría”.) |
Título: Titus Andronicus.
Autor: W. Shakespeare.
Escenografía: Isabetta Bywater.
Iluminación: Wayne Oowdeswetl.
Producción: Royal Shakespeare Company (Gran Bretaña).
Intérpretes: Brian Cox …Royal Shakespeare Company.
Dirección: Debora Warner.
Estreno en Madrid: Sala Olimpia,
9-III-89 (Festival I. de
Teatro). |
BRIAN COX (TITUS ANDRONICUS)
FOTOS: RICHARD MILDENHALL |
Afirma
la crítica más convencional que es Titus Andrónicus la tragedia
más sensacional en el repertorio dramático inglés. Más justo
sería decir que se trata de la más «sensacionalista» por
terrible, desgarrada y cargada de tintes melodramáticos. No es,
sin embargo, la de mayor perfección formal ni, desde luego, la
más emblemática. Y ello porque la influencia del estoico Séneca
se hace demasiado evidente. El honor trágico, como causa, se
justifica plenamente en su más inmediato efecto: la catarsis. No
existe intención de catarsis en Séneca, y la causa, en
consecuencia, no cumple con su fin último. Pero Shakespeare,
incluso cuando se fija con peligrosa insistencia en las claves
de su maestro, deja constancia de su lucidez dramática. Así,
esta desganada eclosión de pasiones, situada en Roma, siglo IV a
C., ofrece toda la vitalidad de un acontecimiento teatral único
que, justamente por desmedido, requiere especial cuidado en su
ejecución.
BRIAN COX |
Todo el cuidado imaginable pone la mítica compañía en su
trabajo. Tras casi cuatro horas de trepidante acción se esconden
las esencias de su tradicional maestría. Y sea la primera a
destacar la de su joven directora Deborah Warner, que ofrece una
puesta en escena impecable: tablado de rústica madera recreando,
sin necesidad de minuciosidad naturalista, un espacio funcional,
austero y primario de acuerdo con las pasiones que sustenta.
Atmósfera que acoge en su tensión a la totalidad de los
espectadores en una complicidad sangrienta. Allí, los personajes
de un momento histórico brutal encuentran un espacio tan
auténtico que fuera de él parecen imposibles los
acontecimientos. Un total de 28 actores nos recuerdan, una vez
más, dónde se conservan y amplían los mejores fundamentos
interpretativos. Voces, cuerpos y emociones se funden
espléndidamente en una intención colectiva asentada en la
disciplina de la técnica. El espectador puede suponer que los
mayores o menores protagonismos obedecen a simples razones de
edad o características físicas más que a capacidades creativas
que cada uno de los actores confirman sobradamente en sus
cometidos.
Que un espectáculo teatral pueda observarse así, de forma
genérica, en la totalidad de su creación, es la prueba más
contundente de su carácter de lección magistral.
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