RESEÑA
(ENERO – FEBRERO 1980)
(Nº 124, pp. 20- 21) |
LOS BAÑOS DE ARGEL
(Cervantes llegó de la mano de Francisco Nieva,
con unos Baños de Argel en el que se incluían pasajes de
El trato
de Argel.
Un espectáculo en el que la escenografía tomó
gran protagonismo.)
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Título: Los baños de Argel.
Autor: Miguel de Cervantes.
Música: Tomás Marco.
Coreografía: Pawel Rouba y Elvira Sanz.
Iluminación: Francis Manigua.
Versión, montaje, vestuario, dirección: Francisco Nieva.
Intérpretes principales: Emma Penela, Maria Jesús Sfrvent,
Maite Brik, Esperanza Abad, José Pedro Carrión, Fidel Almansa,
Juan Meseguer, Antorlo Iranzo, etc.
Estreno en Madrid: Centro dramático Nacional (Teatro María
Guerrero), Fin de temporada 1979. |
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Uno de los aspectos más imprevisibles del fenómeno teatral es la
acogida que el público tributa a un espectáculo. Nunca se sabe
lo que va a ocurrir. Y lo mismo nos encontramos con que un
montaje modesto provoca llenos en la sala, como con un ambicioso
proyecto que fracasa rotundamente. Esta impredecible reacción
del público continúa siendo un misterio aun para los más
expertos hombres del teatro. |
Y sin embargo, no se puede prescindir del público, por dos
razones fundamentales. Primero, porque hace falta que entre
dinero en la taquilla; segundo, y muy principalmente, porque el
hecho teatral sólo se produce de veras cuando el espectador pone
de su parte algo que afecta al espectáculo mismo; participa de
algún modo en la creación. A diferencia de la arquitectura, por
ejemplo, en la que el producto artístico queda en pie con cierta
autonomía, el espectáculo teatral sólo vive cuando el espectador
lo recibe, lo llena personalmente de sentido, descubre sus
implicaciones, su alcance humano y social. Sin ese espectador no
hay teatro pleno.
CRITICA Y PUBLICO
Por todo ello se producen a veces curiosas situaciones: un
espectáculo recomendado por la crítica más sesuda queda de hecho
en un penoso vacío de sala: y un montaje rechazado por los
“especialistas” puede gozar de una espléndida acogida del
público. Este último caso es el de Los baños de Argel. Estrenada
a principios de diciembre, Los baños... ha sido acogida por los
comentaristas especializados con muchas reservas, por no decir
directamente rechazada. Pero el público llena la sala del María
Guerrero. ¿Es que éste conserva su sana ingenuidad mientras la
crítica sofisticada se sube a la parra de las teorías? Alguien
puede pensarlo; yo no. Creo más bien que el público general es
poco exigente y se contenta con ver un nombre conocido, un
enredo convencional o una escenografía brillante. El crítico por
su parte busca armonía entre idea y formas artísticas,
coherencia de los signos expresivos, ritmo en las escenas y en
el conjunto, cierta novedad sobre lo ya adquirido, etc., etc.
Todo lo cual es más difícil de encontrar. Veámoslo
concretamente.
PROBLEMAS DEL TEXTO
La comedia recoge un mundo y unas experiencias que a Cervantes
habían quedado muy en el alma, hasta el punto de asomarse a su
pluma en varias ocasiones: El trato de Argel, El español
valeroso, La gran sultana, Los baños de Argel (refundición de
El
trato...) y aun la novela del cautivo, inserta en el Quijote. La
nostalgia, la evocación, el recuerdo. Y a la vez, la libertad
escénica, la agilidad de formas abiertas, la “modernidad”
renacentista de un Cervantes que se resistía a la encerrona del
estereotipo teatral barroco. Todo esto ha estimulado a Nieva,
que ha tomado los textos para montar un collage de escenas,
intentando recobrar el dinamismo de formas y pensamientos
cervantinos. Labor absolutamente laudable, digna del Centro
Dramático Nacional.
Pero la comedia está escrita en verso (“Con la iglesia hemos
topado!”), y Cervantes no tiene la facilidad de Lope o
Calderón
para el verso en la escena. Me remito a su propio testimonio: en
el prólogo a sus comedias, de 1615, recoge la opinión de que
“de
mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso nada”. Y en
su Viaje al Parnaso confiesa a propósito de la facilidad para
versificar: “la gracia que no quiso darme el cielo”, Pues bien,
si hoy no se encuentran casi nunca actores que hagan agradable
el fluido verso de Lope, qué se puede esperar oír en estos
“Baños de Argel”: un desastre. Y esto es ya un bache muy duro de
salvar durante todo el espectáculo. Ahí topamos una vez más con
un fallo generalizado entre los actores españoles, o más de
raíz, con la falta clamorosa de una tradición de teatro español
en verso,
UN MONTAJE FASCINANTE
Si el público soporta el aburrimiento del verso mal dicho es
seguramente porque puede más la brillantez de la puesta en
escena. Este es sin duda el aspecto en que coincidimos todos,
comentaristas y espectadores. Nieva ha desplegado sus muchos
conocimientos, su larga experiencia, su potente imaginación.
Actores por los aires, piruetas, colorido, movimiento;
maquinaria barroca; telas, telas, telas, Aunque algún detalle
pueda ser apostillado, la maestría de Nieva en estos terrenos no
debe ser puesta en duda.
Lo que sí cabe preguntarse es si en definitiva los árboles no
impiden ver el bosque. Los tapices que penden de los mástiles
oscilantes, el náufrago que nada entre las olas, la riqueza y
colorido del vestuario, los fellinescos turbantes de los
musulmanes principales, la vivacidad del mercado, el
esperpentismo de los enanos y de los esclavos encadenados,.., el
abigarramiento general del montaje sepulta estrepitosamente la
pretendida frescura renacentista. No se puede decir que la
fiesta multicolor está en contradicción con los valores del
texto cervantino; pero sí que nos olvidamos de ellos fascinados
por el relámpago formal. Algunos de sus propios actores
confiesan que no acaban de ver el espectáculo.
NIEVA, UN BUSCADOR
Con un enorme respeto, con un sincero aprecio, debo decir que, a
mi juicio, Nieva ha caído en su propio lazo. No es extraño, por
otra parte, en un poeta de la escena como Nieva, cristalizador
de un teatro “furioso”, asiduo cultivador del esperpentismo, del
“expresionismo a la española”, estudioso de la
“crispación del
alma” (son palabras suyas en la televisión); no es extraño,
repito, que este poeta y pintor dramático haya cargado las
tintas sin querer la armonía del espectáculo.
Pienso que un hombre que busca tiene derecho a equivocarse,
evidentemente. Y hasta diría que ciertos errores, frutos de la
investigación, son más de alabar que la repetición comercial de
fáciles éxitos antiguos,
Hay que destacar como merece la eficacia de la música de Tomás
Marco, interpretada en vivo por el Grupo de Percusión de Madrid.
Original, sugerente, sirve en todo momento al conjunto, sin
ambición de protagonismo, escenográficas y haya desequilibrado.
Recientemente se ha concedido a Nieva el Premio Nacional de
Teatro “por el valor plástico de su aportación creadora al
teatro español”, y no exactamente por Los baños de Argel, como
titulaba un periódico de gran tirada. Porque el conjunto de su
trayectoria como hombre integral de teatro puede justamente ser
premiado; no, en cambio, esta realización concreta de “Los
baños..”, que no pasa de ser un ambicioso pero desequilibrado
ensayo renovador en la trayectoria de nuestro teatro
contemporáneo.
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