.:: Crítica Teatro ::.

RESEÑA, 1967
NUM, 19 ,pp. 289-290

así es, si así os parece
luigi pirandello

José Luis Alonso montaba en el Teatro María Guerrero Así es si así os parece  y José Tamayo en el teatro Bellas Artes Seis personajes en busca de autor. Se  celebraba el centenario de Luigi Pirandello (1867 - 1936).

 


Título: Así si esasí os parece
Autor: Luigi Pirandello
Escenografía y vestuario: Mampaso
Intérpretes: Manuel Dicenta (Laudisi), María Fernanda D’Ocon (sra. Frola), Félix Defauce, Antonio Ferrandis, Margarita García Ortega, Alfonso del Real…
Dirección: José Luis Alonso
Estreno en Madrid: Teatro maría Guerrero, 19 – IX -1967


Felix defauce
Antonio ferrandis

Los espejos fueron un motivo ornamental clave en la decoración del último Barroco. Por medio de ellos quiso expresarse, una vez más, una de las oposiciones fundamentales del pensamiento barroco: Ser y Parecer. La creación de la ilusión por efectos de perspectiva, la relativización subjetiva de lo real, la vida como representación o sueño, carnaval en el que los hombres son actores que van cambiando de máscara como cambian continuamente de vestido y de oficio Simplicissimus o los pícaros de la novela española, son constantes del trasfondo filosófico del Barroco que reiteran una única pedagogía: descubrir en el espejo la vanidad de la propia máscara. Por eso la literatura barroca, hecha de juegos de espejos, es esencialmente una literatura religiosa. Invita al hombre a entrar en sí mismo, a tomar conciencia de su nada y a convertirse a Dios, única razón esencial de su ser desengañado de la ilusión de vivir.

Un espejo es también el centro escenográfico e ideológico de Así es, si así os parece, tal como certeramente lo ha visto José Luis Alonso en su montaje del Teatro María Guerrero madrileño. Teatro de espejo es el teatro de Pirandello. Ya Tilgher agrupó bajo este nombre - Teatro dello Specchio - un cierto número de obras pirandelianas. Y el mismo Pirandello describió así su teatro:

Cuando un hombre vive, vive y no se ve vivir. Pero colocad un espejo ante él y haced que se vea a sí mismo en el acto de vivir y conmovido por sus pasiones: o se quedará atónito y sin habla ante su propio aspecto, o apartará la vista para no verse, o escupiendo con repugnancia a su propia imagen, cerrará el puño como si fuera a golpear/a; y, si ha llorado, ya no podrá seguir llorando; y si reía, ya no podrá seguir riendo, y así sucesivamente. En una palabra, se producirá una crisis. Esa crisis es mi teatro.

El personaje de Laudisi - portavoz de Pirandello en Así es, si así os parece ­se coloca frente al espejo en un momento del acto segundo. Y al ver su imagen alterada, es decir, su «otra» imagen, se ríe. Consciente del desdoblamiento de su personalidad, de la esencial alteridad de su imagen para sí y para los demás, de la múltiple relativización de su imagen en el espejo de los otros, es al mismo tiempo consciente también de su lucidez. Frente a la ignorancia ilusa de los de­más, se sabe no engañado. Y se sonríe. El humorismo pirandelliano es la aceptación de la máscara.

Así es, si así os parece es una de las obras de Pirandello de más escueto desarrollo dramático. La arquitectura de la comedia es concéntrica y dialéctica. Los tres actos van presentando un único tema, una única interrogante: ¿Cuál es la verdadera personalidad de la señora Ponza? ¿Es Lina, la hija de la señora Frola, o Julia, la segunda esposa de Ponza? ¿Está loca la señora Frola, que no admite la muerte de Lina, y cree que Julia - la segunda esposa de su yerno­ es su hija Lina? ¿O es el señor Ponza el que está loco y ha habido que enga­ñarlo simulando una segunda boda con Lina, su única esposa?

La comedia está construida en torno a estos tres personajes: Ponza y su suegra, la señora Frola, son los dos polos dialécticos, antitéticos, del problema. En el centro está la única solución: la misma señora Ponza, la única que puede conocer el secreto de su identidad. Toda la obra está montada en una precisa tensión dialéctica - prueba y contraprueba - expuesta por Pirandello como una sutilísima sátira de toda filosofía lógica. El desarrollo es además concéntrico: los actos no se suceden linealmente, sino en círculos, cada vez mayores por la aportación de nuevos datos, en torno siempre a un único tema: la personalidad de la señora Ponza. La habilidad técnica de Pirandello consigue sostener el interés a pesar de las iteraciones inevitables. La dosificación sabia de los elementos nuevos que aportan más datos al problema, el uso moderado de las situaciones de contraste, el movi­miento escénico y la graduación de las sorpresas, que son variaciones que van matizando y ahondando el único tema central.

Junto a este bloque de los tres personajes problemáticos ha puesto Pirandello dos actitudes, dos reacciones distintas. Como dos coros que van comentando ante el público las incidencias de la obra. Uno es el formado por el grupo de vecinos: Amalia, Dina y Agazzi, el matrimonio Sirelli, el Prefecto y la señora Cini. El otro es Laudisi, el personaje que lleva en la obra la opinión de Pirandello. La lucidez desengañada frente a la ignorancia ilusa de los vecinos que creen posible el encuentro de la verdad. Componen a su vez dos polos opuestos que se corresponden, en un plano distinto, con los formados por Ponza y la señora Frola. Así pues, la estructura de la comedia está planeada de una manera rigurosamente simétrica. Al binomio Ponza-Frola en el plano ontológico del Ser, corresponde el binomio Laudisi vecinos en el plano gnoseológico del Parecer. La tensión de los vecinos es por conocer quién lleva razón. La tensión de la señora Ponza es quién ser. Sobre estas dos tensiones está montada la comedia y todo el universo dramático de Pirandello.

Silvio D' Amico ha comparado el pen­samiento de Pirandello con el de otro siciliano que vivió dos mil años antes que él: Georgias. Este había escrito: nada existe, y si algo existiese los hom­bres no podrían conocerlo, y si los hombres pudiesen conocer algo real no se lo podrían comunicar entre ellos. Este escepticismo radical - en el orden del ser, del conocer y del comunicarse - es a un tiempo tan viejo casi como el hombre y tremendamente actual. La carcajada del Laudisi pirandelliano repite un eco bimilenario y se refleja a su vez en la mueca bufa de Beckett o en la risa desarticulada de cualquier personaje de Ionesco o Tardieu. «Padre del teatro moderno» se ha llamado a Pirandello. Y no únicamente por las innovaciones de su técnica dramática. La desintegración del Yo, de la verdad inal­canzable o de la realidad objetiva, la reducción del mundo real a nuestra representación mental, puramente subjetiva, la radical descomposición de la semántica - promulgada ya por el «Padre» en Seis personajes en busca de autor -, la confusión onírica de realidad y fantasía, hincan sus raíces más hon­das en el pensamiento de Pirandello. Matías Pascal es el hermano mayor del Stiller de Frisch.

José Luis Alonso ha montado cuidadosamente la comedia en el plano sabiamente equilibrado de un «realismo irreal». Los decorados y figurines de Mampaso crean perfectamente la atmósfera mágica y realista a un tiempo, y subrayan sin exageraciones los contrastes. La interpretación es excelente en general. Manuel Dicenta hace un Laudisi perfecto en un alarde ejemplar de naturalidad y buen decir. María Fernanda D'Ocon en cambio ha quedado por debajo de sus posibilidades de gran actriz; su personaje de señora Frola está interpretado correctamente, pero sin brillantez y con un algo de monotonía. Margarita García Ortega -mejor dirigida que otras veces - ha recortado excesos y gesticulaciones y compone, junto con Alfonso del Real, una acertada pareja. Defauce y Ferrandis muestran, como siempre, su veteranía.

Madrid ha conmemorado dignamente el centenario de Pirandello. Los Seis personajes en busca de autor que montó Tamayo en el Bellas Artes y el montaje de Así es, si así os parece de Alonso en el María Guerrero, han sido dos valiosas pruebas de sabiduría escénica.


Florencio Segura
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