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CYRANO
UN RETO PARA LOS ACTORES,
SOBRE TODO PARA EL PROPIO CYRANO

Título: Cyrano
Autor: Edmund Rostand
Traducción y adaptación: Julio Salvatierra
Espacio escénico: Teatro Meridional
Música: Óscar Sánchez Zafra
Diseño y realización de iluminación: Luis Perdiguero
Maquillaje: Ana de Lima
Diseño y realización de vestuario: Lorena de Beniro, Lucía Ramón-Laca
Fotografía: David Domínguez, Miguel Bracho
Diseño Gráfico: Susana Salerno
Ayudante de producción: Carmen Vera
Producción: Teatro Meridional
Colaboración: Comunidad de Madrid, Inaem, Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
Distribución: Producciones Cachivache S.L.
Intérpretes: Álvaro Lavín (Christian), Marina Szerezevski (Rossana), Óscar Sánchez Zafra (Cyrano), Paloma Vidal
(La Dueña)

Dirección: Álvaro Lavín
Estreno en Madrid: Centro Cultural de la Villa, 26 – IX -2006

ÓSCAR SÁNCHEZ
FOTO: D. DOMÍNGUEZ
M. BRACHO

El Teatro Meridional nos ofrece un insólito Cyrano De Bergerac. Lo titula Cyrano, así de escueto y ello consecuente con la puesta en escena. Porque si al título le han restado el Bergerac, a la historia de Cyrano y sus muchos personajes, le restan todos esos personajes y se quedan con los cuatro protagonistas: Cyrano, Christian, Roxana y La dueña. Con ellos cuatro y tres lienzo blancos escalonados en el centro – a modo de patas de teatro –, resuelve toda la ingente parafernalia romántica de la obra de Edmond Rostand.
 


M. SZEREZEVSKI
P. VIDAL
FOTO: D. DOMÍNGUEZ
M. BRACHO
Dicho así, parece una broma y se presagia lo peor. Pues no es ninguna broma y lo peor no existe. Hay que reconocer que al comenzar el espectáculo, uno se siente incrédulo ante el resultado, pero tras las primeras palabras el miedo comienza a disiparse. La economía de medios, algo pretendido, lleva al esfuerzo de abundar en la palabra como el medio central de comunicación. La palabra y la expresión del actor. Éste se hace protagonista de la representación. En este caso los cuatro, los cuales despliegan un gran abanico interpretativo.

Manteniendo a los tres protagonistas fieles al original, el personaje de La Dueña se aprovecha para construir otro nuevo en el que puedan entrar otros personajes. La suma de todos ellos es coherente y dan credibilidad al nuevo personaje creado como un personaje unitario. Otros personajes son sugeridos en boca de uno o de otro. Y esta es la gran virtud de todo el espectáculo: hacer que la imaginación del espectador funcione continuamente imaginado personajes y lugares.

Cyrano de Bergerac nace para el teatro romántico y como tal se han presentado en muchas puestas de escena. Ello conlleva a jugar con muchos ingrediente escénicos, incluidas las batallas porque el Cyrano de Rostand es un militar pendenciero, que le salva de ser un brutote de las armas, por su vena poética como escritor y buen cultivador de la palabra. Esta dimensión es la que se ha potenciado en esta versión. De este modo la figura de Cyrano deja de ser un militarote y se convierte en un buen hacedor de la palabra como arma para avanzar en el mundo. Sigue con sus bravuconadas, pero éstas él mismo no se las cree y sólo son una casquarilla superficial de su auténtica personalidad: la de poseer un espíritu entrañable, generoso y poético.
 
Este tratamiento, siempre lleno de humor, se traslada al resto de la obra. Se exagera la comicidad de Christian y Roxana, y La Dueña se contagian también de cierto espíritu cómico. Todo esto convierte a la obra de Rostand en una agradable y divertida comedia. Y en clave de comedia se van desmitificando muchos elementos institucionales: la rotura de la normatividad cuando ésta choca con la humanidad y el amor; el desprecio de la fama ante una ética que no casa con intereses privados o egoístas. Los cuatro personajes viven esa humanidad y sus enredos e inocentes picardías, se perdonan por la inocencia de todos ellos.
O. SÁNCHEZ
FOTO: D. DOMÍNGUEZ
M. BRACHO

Cyrano es un reto para los actores, sobre todo para el propio Cyrano. A lo largo de todo el desarrollo se mezclan, se podría decir, todos los géneros del teatro: comedia, drama y tragedia, amén de un lirismo que puede rayar en lo cursi. El haber cimentado este barullo de géneros sobre la comedia, como prevalente, resuelve ciertos problemas, pero agranda la problemática de abordar las parte más líricas e incluso aquellas que tienen cierto tono trágico. No obstante de cada uno de los estilos que campean a lo largo de la obra, todos salen bien parados. El secreto está en la estupenda interpretación.


A. LAVÍN/ O. SÁNCHEZ
FOTO: D. DOMÍNGUEZ
M. BRACHO
El original francés de Cyrano de Bergerac es en verso como dictaban los cánones de la época. La versión de Julio Salvatierra – traductor y adaptador – se decanta por prosa. No es fácil traducir el verso de otra lengua. También a Shakespeare hace mucho tiempo que lo escuchamos en prosa. Es una opción elegida de antemano. Tiene la ventaja de acercar la obra a la contemporaneidad. La versión cuida los momentos más líricos, mediante una prosa poética que sigue manteniendo tal contemporaneidad.

Otra de las cualidades es el acierto con el ritmo general. En ningún momento decae. Quien es testigo de esta cualidad es el propio público que no sólo mantuvo la atención sin desfallecer, sino que abundó en los entusiastas aplausos al final. Una divertida, sensible y entretenida velada es la que nos ofrece este Cyrano pendenciero y poeta.


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


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