LA GRAN VÍA…ESQUINA A CHUECA
Título:
La
Gran vía… esquina a chueca (Revista madrileña
Cómico-Lírica, Fantástico-Callejera en dos Actos)
Libreto: intensa recreación del Texto original de
Felipe Pérez y González a cargo de Paco Mir
Arreglos
Musicales: Juan José Colomer
Escenografía: Jon Berrondo
Figurines: Jesús Ruiz
Iluminación: Nicolás Fischtel
Fotografía: Juan Martín
Maestro
de Luces: Manuel Muñoz
Maestra
Sobretituladora: Irene Albar
Maestro
Repetidor: Manuel Coves
Asistente
de Dirección: Carmen Rosa
Asistente
de Escenografía: Roger Orra
Asistente
de Vestuario: Susana Mendoza
Asistente
de Iluminación: Daniel Díaz
Asistente
de Movimiento Escénico: Daniel Doña
Realización de Escenografía: Altamira Baeza Metal
S.L., Castells, Gerrietes España Sl., Pascualín, Sarandaca, Sundisa,
Specchiopiuma
Realización
de Vestuario: Cornejo
Tocados: Gerardo Y Tony
Sombreros: Charo Iglesias
Calzado:
Calzados Lobo
Utilería: Mateos,Teatro De
La Zarzuela
Coreografía: Teresa Nieto
Intérpretes:
Loles León (Doña Virtudes), Enrique Ruiz Del Portal General Mitre / Neptuno /Rata Primero /
Sietemesino), Milagros Martín (Libertad), Karmele
Aranburu (Clavel / Gomosa /Regidora De Teatro), Carlos Heredia (Concejal), Pepín
Tre (San Bernardo / Rata
Tercero /Rabindranath), Sabina Puértolas/M Aría
Rey-Joly (Sevilla / Cibeles
/Capitana /Elíseo), Marco Moncloa (Caballero De Gracia), Toni
González (Rata Cuarto /Regidor De Televisión /Presentador / Sartén),Noelia Pérez (Montera / Guía / Tropezada /Adriana /
Espectadora), Antonio Torres (Funcionario / Rata Segundo /Limosnero /
Policía), Paloma Curros (Un Ama), Inmaculada
Rodríguez García (Una Niñera), Rosa Gutiérrez (Un Niño), Thais Martin (Una Niña), Carmen Gaviria (Un Chico)
Ballet: Cristina Aguilera, Ana
Arroyo, Nuria Brisa, Leticia Castro, Pedro Córdoba, David Coria, D Aniel
Hernández, José M.ª Maldonado,
Cristian Martín, Elisa Morris, Celia
Pareja Y Daniel Vegas
Figuración: Carrasco, Helena
Dueñas, Joan Galán, Héctor Gómez, María José Hipólito, Maribel Lares-Franco, David Martín,
Álvaro Molina, Encarna Piedrabuena, Victorio Sanz
Pérez, Patricia Santos Y Judith Secanell
Orquesta de
La Comunidad De
Madrid,Titular Del Teatro De
La Zarzuela
Coro Del Teatro De
La Zarzuela
Dirección
del Coro: Antonio Fauró
Dirección
Musical: Miguel Roa/ Luis Remartínez
Dirección
de Escena: Paco Mir
Duración: 1
h. y
45 m.
Estreno en Madrid: Teatro de
la Zarzuela,
31 – I - 2009 |
LOLES LEÓN/CARLSO HEREDIA
FOTOS: JUAN MARTÍN
LA GRAN VÍA, 1886 |
La Gran Vía
de Federico Chueca, no solamente fue
un “boom” en su época sino que quedó en el repertorio y se representó con
generosidad por todas las Compañías. Al Teatro de
la Zarzuela ha venido en
varias ocasiones. La última con versión de Adolfo
Marsillach. Hace dos años se montó un macro espectáculo en
la Plaza Mayor de Madrid,
cuyo aliciente era no recurrir a las voces líricas, sino a cantantes que se
mueven en la línea de la canción moderna.
La Gran vía ha
sido como un chicle que se puede estirar o encoger. Por eso al no muy ducho en
la materia le desconcertaba que algunas canciones – nos las principales –
variaban de una representación a otra. Ello respondía a ser fiel a su
subtítulo: Revista cómica-lírica de
actualidad. Y la actualidad mandaba. Por eso, se fueron incorporando
números a tenor de los acontecimientos. Como después emigró por todo el mundo,
cada cual aportó lo suyo. |
LOLES LEÓN/E. R. DELPORTAL |
La Gran vía es
género chico, ya saben que el apelativo no le viene por ser un género menor,
sino por su duración 1 hora como máximo, tiempo demasiado corto para un
espectáculo de hoy. Generalmente se representaba con otra obra del género
chico. Los criterios de este “ayuntamiento” eran diversos y no vamos a entrar
en ello. En el caso que nos ocupa, Paco
Mir, responsable de la puesta en escena de esta versión, ha optado por
presentarla en solitario y para ello la ha alargado. Ha echado mano de los
“cantables” – hubo una época en que en los programas de mano de zarzuela se
denominaban así a las partes musicales – que se fueron inventando para la
propia Gran Vía y cuando ya los
consumió, echó mano de otras zarzuelas de Chueca.
De este modo esta Gran Vía … esquina a Chueca
se convierte en un homenaje al compositor y, de paso, celebra un homenaje que
ya pasó hace dos años. Pero, como decía Cherubini en El Dúo de
la Africana: “Nel teatro tutto è
convenzonale”.
Paco
Mir, inteligentemente, ha hecho algo más que coser canciones. Se ha
planteado el libreto de nuevo, procurándole una actualidad y credibilidad más
acorde con los tiempos que corren, sin, tampoco, pretender ir más allá de una
humorística crítica en algunos momentos.
El punto de arranque de
La Gran Vía, fue el rumor de
que se iba a construir una Gran calle, destruyendo calles, callejas y
callejones de aquel Madrid decimonónico. Natural revuelo de quienes iban a
fenecer y, a partir de ahí, un repaso por las costumbres y ordenanzas
municipales del Madrid de entonces. Paco
Mir se aferra a la idea del “rumor” y plantea la situación contraria.
La Gran Vía ya está construida y
como la quiere traer a nuestros días, pues el “rumor” es que va a desaparecer
en beneficio de la especulación: Bloques y urbanizaciones nuevas; más M 30, 40,
50 y todos los números que se quieran; posibilidad de construir un canal
veneciano o un campo de golf… Rumores, rumores, rumores que vuelven a fecundar
imaginaciones calenturientas y alborotar al respetable. La idea, pues, es
ingeniosa y acertada. Después está el paseo por Madrid – en el original el
paseante y el caballero de Gracia – con lo cual da pie a revisar tipos,
costumbres populares y pequeñas críticas hacia los nuevos barrios.
En la versión de Mir, se es fiel a este esquema con las
debidas adaptaciones. No recorremos
Madrid, sino toda
la Gran Vía:
Desde la plaza de Cibeles hasta
la
Plaza de España. Quienes la recorren son el Concejal
de Urbanismo – a quien el pueblo y las calles acusan de ser el
responsable de este borrón y cuenta nueva – y el Caballero de Gracia. A lo
largo de todo ese recorrido tipos populares de siempre y de los recién
incorporados con eso de la inmigración: los top-manta, los turistas, las
dominicanas cuidadores de los bebés, los niños pijos de los cuales nos
habíamos olvidado con eso del “cambio” pero que han vuelto, la interculturidad
e incluso el Bollywood. Y entre este Concejal
- cuyo cargo parece quedarle grande - y la ciudadnía de Madrid, una secretaria competente, desenvuelta y absorbente que responde al nombre de Doña Virtudes – nombre de el Ama del original - ,
y que desde hace tropecientos años maneja los hilos del Ayuntamiento,
convencida de que aquello es un teatro de marionetas. |
CARLOS HEREDIA |
|
Es un acierto este libreto y posee, si se me apura, más cohesión
argumental que el primitivo de Felipe
Pérez y González. El desafío estaba en
cómo insertar las partes musicales, demasiado reflejo de una época, en este
2008. Por ejemplo hoy ya no existen “la
pobres chicas que tienen que servir”; el baile del Eliseo,
que ha sido tragado por las discotecas; los marineritos… Otros como la jota de
los Ratas, pues sí porque eso, si
creemos a los ratas, es cuestión “de vocación”. Son pocos los números que
pueden ser actualizables a los humos de hoy. |
MILAGROS
MARTÍN
FOTO:
JUAN MARTÍN |
MARCO MONCOLA
FOTO:
JUAN MARTÍN |
Paco Mir ha aguzado el ingenio y
diseccionado la partitura: Esto al siglo XIX y esto al s. XX. Para ellos se ha
recurrido a dos argucias: el Concejal es un ignorante del mundo
de
la Zarzuela
y se le muestran algunos números como son el tango de
la Menegilda
(Pobre Chica) y el vals de Caballero de Gracia. La otra argucia
es la celebración del centenario de su estreno – aunque sea con dos años
de retraso, pero “nel teatro tutto e convenzionale - y a tenor de los tipos que
se encuentran en ese paseo, se encajan los números musicales: acude
la Cibeles, Neptuno que se ha
hartado de su fuente, la interculturidad de Madrid que estalla en el Bolywood
etc… Al no tener suficientes números musicales y Chueca – RIP – ya no se los
podría componer, como hizo en su tiempo a medida que su obra se iba
aggiornando, ha buceado en otras zarzuelas
de Chueca. |
FOTO: JUAN MARTÍN |
Este acudir a otras creaciones
musicales del compositor, se ha hecho en más de una ocasión. Por lo general el
estilo musical no restalla mucho. Otro cantar es el contenido argumental. En
general, se puede decir, que funciona en los dos aspectos. No obstante el
número que queda más chocante es el coro de Las
devotas de
la Fuensantica
de
La Alegría de
la Huerta. Se ha mantenido el mismo texto y no resulta nada creíble que en mitad de
la Gran Vía aparezcan las tales
devotas y su cocidito. Aquí el surrealismo llega al máximo. La devoción
religiosa no es cualidad de nuestro tiempo y menos de las metrópolis – hay otras devociones más profanas -; y
ya nadie tiene tiempo para los cociditos. Con respecto a la utilización de
fragmentos de otras obras algunas funcionan como Neptuno de El
año Pasado por agua y, en general, se ha tenido la discreción de
utilizar fragmentos que encajasen en el desarrollo de la acción, pero cuando se
conoce su procedencia y se tienen imágenes de las tales zarzuelas, se siente
como un pequeño choque. De todos modos, el profano lo puede asimilar
bien.
BOLLYWOOD
FOTO:
JUAN MARTÍN |
Uno de los grandes
descubrimientos en esta adaptación es el doble uso que se hace de
la Polka inicial de las calles
y las plazas retomándola en el segundo Acto con la irrupción de los hindués y
el estallido de Bollywood. La recreación musical – imagino de Juan José Colomer – es un acierto. |
Quedaba un número a encajar: El
baile del Eliseo. Se le encuentra la solución. Resulta que se está
celebrando un homenaje con motivo del centenario – con retraso – de
la Gran Vía en el Teatro de
la Zarzuela y todos, todos
los transeúntes van a ir al Teatro de
la Zarzuela, capitaneados por la tal Virtudes
y su Concejal , que por lo
visto de ignorante se ha convertido un perito y amante de
la Zarzuela, por aquello de
los votos y contentar al respetable. Telón del teatro, una de tantas
actuaciones y, luego, a telón alzado, laterales y fondo de cortinas que albergan
a un coro en escalera y a El Eliseo.
Siendo uno de los números más brillantes del original por la melodía y la
posible coreografía, aquí queda deslucido y demasiado estático, sobre todo para
ser, prácticamente la apoteosis final, aunque después tengamos propina. Mir se ha metido en una trampa espacial
y ya hay pocas posibilidades de movimiento. La brillantez y ritmo de todo el
espectáculo encuentra este pequeño guijarro que lo deja un tanto cojo.
FOTO: JUAN MARTÍN |
Hay que subrayar el aspecto interpretativo en todos: profesionales
del cante y de la interpretación. Carlos
Heredia construye un Concejal muy creíble y lleno de
matices. Uno de los reclamos apetitosos era Loles León, que desde hace mucho tiempo cae bien a la mayoría del
respetable. Es Doña Virtudes, la
secretadísima. No nos decepciona. Se atreve con el cante lírico, dentro de la
discreción. Su partitura está bien encajada en sus posibilidades y no defrauda.
Y dentro del gremio de actores hay que resaltar la versatilidad de Toni González en los diversos
personajes. A destacar su naturalidad en el papel de presentador.
La soprano Milagros Martín – doctora más que
licenciada en esto de la zarzuela – tiene la capacidad de unir una segura y
bonita coloratura vocal y un desparpajo interpretativo. Sabina Puértolas – El Eliseo y más personajes –
derrocha gracia y casticismo en su número final. El tenor Enrique Ruiz del Portal, parece estar como pez en el agua en los
diversos papeles que interpreta. Es un tenor de amplio repertorio vocal y
siempre convincente: va desde la seriedad del tenor a la comicidad del tenor
cómico, así como su facilidad para subirse al tren de
la Comedia musical de
Broadway. El barítono Marco Moncloa,
como Caballero
de Gracia, despliega, junto a su bien timbrada voz, una cierta
capacidad histriónica muy flexible. Se ha recuperado – no siempre es así – el Vals de seguridad. Los policías
decimonónicos aquí son agentes de movilidad y al mando está el barítono Antonio
Torres, que cumple bien su cometido. |
E. R. DEL PORTAL/K. ARAMBURU
FOTO: JUAN MARTÍN |
Lo que se descubre en esta versión, en todos, es un buen ejercer
interpretativo que proporciona un corriente fresca de aire puro. Imagino que
buena parte de ello corresponde a Paco
Mir.
Tras las coreografías está la experta mano de Teresa Nieto, cuya firma más patente está en el Bollywood, pues ella siempre fue amante,
a nivel de danza, de los orientes próximos y lejanos. La puesta en escena del
final, como ya he dicho, no le ofrecido mucho espacio para imaginar algo más
apoteósico.
FOTO: JUAN MARTÍN |
La escenografía de Jon
Berrondo, recurriendo a mantener las “patas” – lo que el vulgo llama
bambalinas laterales - , posible alusión a los modos teatrales más ancestros,
nos hace recorrer
la Gran Vía
mediante el uso de grandes reproducciones de los diversos edificios: en los
laterales mediante “periacti” y al fondo los telones que suben y bajan. Las
mutaciones a la vista del público le dan un sugestivo aire teatral, sin que se
pierda el ritmo de la representación.
Jesús
Ruiz ha creado unos figurines imaginativos con un pie en la tradición
zarzuelera y en el cuplé, para los que evocan el siglo XIX y actuales para el
siglo XXI. Ha tenido el buen gusto de no clonar a los coros y demás
participantes.
La orquesta – ese día dirigida por Luis Remartínez – suena con una gran frescura y, si se me apura,
con una gran alegría. Da la sensación de que musicalmente es un divertimento
agradable para todos los maestros del foso.
A lo coros, siempre solventes bajo la batuta de Antonio Fauró, se les ha concedido un
protagonismo especial e incluso crear para ellos un acertado duelo.
Paco
Mir vuelve a derrochar ingenio en este quehacer zarzuelístico que
comenzó con Los Sobrinos del Capitán Grant.
Lo que está claro es que el género de zarzuela que campea por las lindes de lo
cómico se le da muy bien. Mi interrogante es cómo funcionaría en la llamada
Zarzuela Grande – muy llena de polvo por sus argumentos sobre todo – y en la
Ópera.
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