EN UN LUGAR DE MANHATTAN
DON QUIJOTE EN BICICLETA
Título:
En un lugar de Manhattan.
Dramaturgia: Albert Boadella.
Coreografías: Bebeto Cidra/Jordi Basora
Escenografía: Anna Alcubierre.
Vestuario: Dolors Caminal.
Iluminación: Cesc Borrachina.
Sonido: Guillermo Yugular.
Ayudantes de dirección: Jordi Roura/Gerard Guix
Fotografía: Jordi Bover
Coproducción: Comunidad de Madrid/Els Joglars
Colaboración: Generalitat de Catalunya/Ministerio de Cultura
Intérpretes: Xavier Boada (Narciso), Xavi Sais (Raúl),
Dolors
Tuneu (Emma), Jesús Agelet (Saturnino),
Minnie Marx (Peggy),
Francesc Pérez (Paco),
Pilar Sáenz (Gabriela Orsini), Ramón
Fontseré (Don Alonso)
y Pep Vila (Sancho).
Compañía: Els Joglars.
Dirección: Albert Boadella.
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz, 17-XI-2005. |
FOTOS: JORDI BOVER |
Nadie,
a estas alturas, puede poner en duda los avales que reúne Els
Joglars para figurar entre las mejores compañías de teatro
de nuestro país. Es mérito indiscutible de Albert Boadella,
su creador, un auténtico animal teatral que ha hecho del arte
escénico una gozosa fiesta y un arma tremendamente eficaz para
fustigar los vicios de nuestro tiempo y, sin hacer sangre, poner
en la picota a políticos de todo signo, a eclesiásticos
instalados en las altas esferas vaticanas y a encumbrados
representantes de las vanguardias artísticas, incluida la que ha
surgido de los fogones de restauradores atrevidos. Lo suyo son
divertidas bufonerías ofrecidas en envoltorio de lujo que
regocijan al público. Mas su talento no podría mostrarse en todo
su esplendor si no contara con un magnífico grupo de actores,
casi todos estrechamente vinculados con Els Joglars.
Vienen a ser una especie de compañía estable, lo que permite que
en ella se practique, dentro de ciertos límites, la creación
colectiva, entendiendo por tal la incorporación al espectáculo
de ideas creativas propuestas por sus miembros.
FOTO: JORDI BOVER |
En un lugar de Manhattan, aunque se trata de un encargo de la
Comunidad de Madrid, no se aparta de estos presupuestos.
Denuncia Boadella que no queda un solo vestigio quijotesco en la
sociedad contemporánea y considera que esa ausencia ha
propiciado que un ejército de militantes de la modernidad
escénica no haya escatimado esfuerzos para hacer de Alonso
Quijano un vulgar tipejo dedicado a obsequiarnos con todo un
repertorio de insulsas patochadas. Arremete también contra el
oportunismo que está detrás de buena parte de los eventos que se
han venido celebrando con motivo del IV Centenario de la
publicación de la primera parte del Quijote. Para trasladar al
público esos mensajes, ha traído a escena a una compañía que
ensaya una versión de la obra cervantina bajo la dirección de
una extravagante directora argentina que no la ha leído ni
piensa hacerlo. Alonso Quijano irrumpe en este escenario a
caballo de una vieja bicicleta bajo la apariencia de un
fontanero que viene a reparar algunas goteras del edificio.
Fontanero ilustrado, por cierto, pues es admirador de la
quijotesca historia, y loco, pues acaba de fugarse de un centro
siquiátrica en el que estaba recluido.
FOTO: JORDI BOVER |
En principio, no son éstos malos ingredientes para cocinar un
espectáculo con el sello inconfundible de Els Joglars. Pero
pronto nos asalta la duda de si, en esta ocasión, Boadella no
está haciendo aquello que crítica, pues su trabajo también es el
fruto de un encargo hecho a la sombra del Centenario y su
propuesta no es más original que cualquiera de las que han
inundado la escena española a lo largo del año que ahora acaba.
No parece lógico que vea en las demás lecturas teatrales del
Quijote una obsesión timadora y él se sitúe fuera de ella.
Sin embargo, los hechos son como son, y los dardos que lanza
contra sus colegas le alcanzan de lleno. No estamos, por otra
parte, ante un trabajo redondo. Abundan las escenas felices,
como el juego de los personajes en torno al cubo en el que cae
el agua de una gotera, el combate que mantienen el hidalgo y el
Caballero de la Blanca Luna o la de la muerte del protagonista,
que emociona. Pero son solo destellos dentro de un espectáculo
gris e imaginativamente pobre.
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