EN
ATTENDANT LE SONGE
ESPERANDO EL SUEÑO
Título: En
Attendant Le Songe (Esperando el sueño)
(basado
en El sueño de una noche de Verano de William Shakespeare)
Traducción y Asistencia de Dirección:
Marie-Paule Ramo
Regiduría
de escenario y papel de Philistrate:
Philippe Jasko
Sonido
y luces: Thibault Ducros
Vestuario
y accesorios: Sylvie Martin-Hyska
Compagnie
Irina Brook
Producción delegada:
MCNN-Maison
de
la Culture
de Nevers et de
la
Nièvre
Interpretación:
Hovnatan
Avedikian, Vincent Berger, Cyril Guei, Jerry Di Giacomo, Gérald Papasian,
Christian Pélissier Y Augustin Ruhabura
Dirección: Irina Brook
País: Francia
Idioma:
Francés
con sobretítulos en español
Duración aproximada:
1 hora
y 30 minutos (sin intermedio)
Estreno en España
Estreno en Madrid: Teatro De
La Abadía,
29 – X -
2008 |
FOTOS: PASCAL FRANÇOIS |
FOTO: PASCAL FRANÇOIS |
Jugar al teatro, eso es lo que hace
la compañía de Irina Brook. Y
para ello se sirven de muy pocas cosas: un espacio vacío, unos pocos objetos
que se diría rescatados de un almacén de trastos viejos; algunas telas
inservibles para disfrazarse de burro, hada de los bosques o de lo que se
tercie; unos actores que se comportan como niños grandes; una buena
idea; e imaginación, mucha imaginación. Más o menos los ingredientes que
figuran en la receta para hacer teatro elaborada por Peter Brook, padre y maestro de
la directora. En esta
ocasión la idea la ha proporcionado Shalespeare.
Su Sueño de una noche de verano,
esa alegre,
anacrónica y extravagante comedia,
en la que, como dijo Victor Hugo, lo imposible se funde con lo verdadero, venía como
anillo al dedo para abordar este experimento metateatral protagonizado por seis
actores. Actores que fingen no serlo. Cuando comparecen ante el público tras
cruzar la sala cargados con sus pertenencias, se presentan como los técnicos de
una compañía teatral que no puede representar el espectáculo prometido
porque han sido retenidos en el aeropuerto de Atenas. Explican que ellos han
logrado llegar porque, a diferencia de los actores, han viajado en barco, que,
siendo más incómodo y lento, resulta más económico. Tampoco han llegado los
deslumbrantes decorados, un prodigio de la más avanzada técnica escenográfica,
que son descritos con todo lujo de detalles, ni el vestuario, fastuoso. Pero a
pesar de tantas ausencias y carencias materiales, ellos, simples obreros, están
dispuestos a ofrecer la función.
FOTO: PASCAL FRANÇOIS |
Lo
que sigue es un hermoso y desternillante disparate lleno de colorido protagonizado por un elenco
masculino, que asume también los papeles femeninos, como en tiempos de Shakespeare. En suma una sorprendente
fiesta teatral al tiempo que una demostración de la capacidad del teatro para
cautivar desde la aparente sencillez y
del
atractivo que tienen los juegos del teatro
dentro del teatro cuando están bien hechos. Tratar de resumir y explicar el
espectáculo en unas líneas es, para el crítico, tarea imposible. No va por ello
más allá de expresar su entusiasmo por lo que ha visto. No quiere, sin embargo,
dejar de destacar el gran trabajo actoral. No es fácil interpretar a unos
personajes que se comportan como malos actores. Hace falta mucho talento para
aparentar tanta torpeza sobe un escenario. Y ellos lo tienen.
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