LA TABERBERA DEL PUERTO
de
PABLO SOROZÁBAL
en versión de
LUIS OLMOS
UN BUEN COMIC PARA ADULTOS
Título: La Tabernera del Puerto
Libreto: Federico Romero Guillermo y Guillermo Fernández-Shaw
Música: Pablo Sorozábal
Escenografía: Gabriel Carrascal
Figurines: María Luisa Engel
Dirección del Coro: Antonio Fauró
Iluminación: Fernando Ayuste
Ayudante de Dirección: J. Francisco Carreres
Ayudante de Vestuario: Ana Cortázar
Asistentes de Dirección: Begoña Miralles y Ángel Ojea
Realización de Escenografía: Odeón Decorados
Realización de Vestuario: Sastrería Cornejo
Atrezzo: Hijos de Jesús Mateos
Diseño Vídeo: Vicente Fontecha (Fósforo Media)
Intérpretes: María José Moreno/ María Rodríguez (Marola,
soprano), Enrique Baquerizo/Juan Jesús Rodríguez (Juan de Eguía,
barítono), José Bros, Albert Montserrat Vicente Ombuena
(Leandro, tenor), Iván García (Simpson, bajo), Pilar Moral
(Abel, tiple cómica), Abel García (Verdier, barítono), Ismael
Fritschi (Chinchorro, tenor cómico), Marta Moreno (Antigua,
soprano), Aurelio Puente
(Ripalda, tenor cómico), Fran Sariego (Fulgen, actor), Iván Luis
(Senén, actor), Juan Viadas (Valeriano)
Figuración: Luis E. González, David Martín, Jorge Luis Montero,
Eva Muñoz, Pilar Pariente, Encarna Piedra buena, Luis Romero,
Roberto da Silva, Robert Swann y Elise Terán.
Orquesta de la Comunidad de Madrid,
Titular del Teatro de La
Zarzuela
Coro del teatro de la Zarzuela
Dirección Musical: Manuel Galduf
Otro Director: Ramón Torrelledó
Dirección de Escena: Luis Olmos
Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela,
28 – IV - 2006. |
ENRIQUE BAQUERIZO
MARÍA RODRÍGUEZ
FOTOS: JESÚS ALCÁNTARA |
Desde el 17 de Noviembre de 1972 no se reponía en el teatro de
la Zarzuela La Tabernera del Puerto. Sí, fue alimento de
las abnegadas compañías de repertorio y con Katiuska y
La del Manojo de Rosas, era el trío por el que la mayoría
del público conocía a Pablo Sorozábal. Corren nuevos y
apacibles vientos para el compositor desde hace dos años.
Mario Gas recuperó La Eterna Canción en el Teatro
Español y, desde el 3 al 27 de agosto de este 2006, se recuperan
Adiós a la Bohemia – con libreto de Pío Baroja – y
Black el Payaso. Títulos, estos dos últimos, con
discografía, pero muy poco representados.
La Tabernera del Puerto, a lo largo de toda su
existencia, ha llegado a identificarse, fragmentariamente con
tres de sus romanzas principales: el “No puede ser, esa mujer
es buena” del tenor, cuya interpretación por Alfredo
Kraus ha terminado por ser modélica; “En un país de
fábula” de la soprano, y “Despierta negro” del bajo.
Un poco más apartada quedaba el “Chibiri, chibiri” del
barítono. Los más entendidos iban más lejos: valoraban el
recorrido musical de Sorozábal desde el sinfonismo al
género chico.
UN EXTRAÑO LIBRETO
LIBRETO (EDIC. TEATRO
DE LA ZARZUELA) |
Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, escribieron un
libreto que no deja de ser extraño, incluso en el modo en cómo
quedó terminado. De su elaboración y transformación me remito al
análisis que hace Javier Suárez – Pajares en el Diccionario del
teatro de la Zarzuela (T, II), de Emilio Casares Rodicio
(publicado en el dossier de prensa y también en la edición del
texto por parte del teatro de la Zarzuela), y que me he
permitido reproducir en otra sección. Conociendo las vicisitudes
por las que pasó el libreto cuando llegó a manos de Sorozábal,
se entiende que todavía vacile ente varias aguas estilísticas.
En 1936, además del ruido de sables militar (preanuncio de la
guerracivil) que en la obra no se refleja, el mundo de la
zarzuela había navegado por diversas aguas. Asida vocalmente a
la zarzuela del siglo XIX en su aspecto más lírico, coqueteaba
con la opereta y con cierto aire revisteril. Gustaban los temas
de ambiente rural y, prácticamente, casi todas las regiones
españolas poseían una zarzuela ambientada en sus parajes, lo
cual daba pie a elaborar la partitura con aires de la región.
Esta temática rural abundaba en lo melodramático, en cuanto a
las pasiones – amoroso/erótico – de los lugareños, orientando el
climax hacia la tragedia. Después, todo se resolvía con un final
en el que buenos y malos quedaban purificados respondiendo al
género de lo que es una comedia dramática.
BALDRICH (ROBERTO y
MARTÍNEZ)
“Romancillo marinero
de Federico Romero”,
ABC, 3-II-1935 |
La Tabernera del Puerto al centrarse en Cantabria, parecía
seguir el ejemplo del drama rural. Aquí costero. Por otro lado,
sus personajes – antiguos piratas de equívoca moral y primitivos
pescadores - rompían el esquema tradicional. A todo esto se
añadía otro desconcierto: el uso del romance en los diálogos,
que quitaba ese cierto realismo barruntado en los personajes y
en la negra historia de la droga. Después estaba la protagonista
Marola, la cual, escénicamente, se presentaba como el alma
cándida, tal vez por su romanza “En un país de Fábula…” que
debido a los “gorgoritos” onomatopéyicos del canto de los
pájaros, la acercaban al mundo de la opereta o de la comedia
musical. El libreto no dejaba de ser extraño: por un lado
parecía un cuento – a veces rayando en la cursilería - y por
otro contaba con personajes cincelados con un gran realismo
perversidad. Debido a esta extraña mezcla los tratamientos han
sido diversos y por parte del espectador ha centrado su interés
en la parte musical, sobre todo en aquello números más
conocidos. |
LA VERSION
DE LUIS OLMOS
Luis Olmos, confesión propia, sabía de todos estos escollos. Lo
que nos ofrece sobre el escenario consigue no tropezar con
ellos. Desaparece el toque relamido con el que a veces se
presenta, incluso en la romanza de Marola que a pesar de lo
“bonito” musicalmente no deja de situarse en el límite del
lirismo empalagoso. El dilema fábula o historia realista de
contrabandistas – de ahí lo extraño del texto – consigue aunarlo
sin renunciar a ninguna de ellas.
Hay en el texto dos personajes claves: el romancero Abel y el
antiguo marinero- contrabandista Simpson. Con
Abel abrimos y,
prácticamente, cerramos la obra. Posiblemente él es quien nos
cuenta esa negra historia y de ahí el uso del romance como
versificación - la métrica de los trovadores - e incluso el modo
fabulesco de contárnoslo. Aunque Abel aborda una trama realista,
la cuenta a su modo y con toda la fantasía de un poeta
adolescente, ingenuamente enamorado de Marola. Ello explica la
dificultad del tratamiento de ciertos personajes, como es el de
Marola, a medias entre la mujer curtida y una especie de
Blancanieves. También explicaría el idealismo y la ingenuidad de
Leandro, así como la negrura de los otros personajes, sobre todo
Juan de Eguía. Después está Simpson, que recuerda mucho al Coro
Griego, cuando interviene ya que critica, advierte del peligro y
guía la acción. |
IVÁN GARCÍA
FOTO: JESÚS ALCÁNTARA |
Toda esta complejidad ha hecho que las versiones han medio
naufragado cuando se han enfocado por el realismo – el verso en
romance lo hacía imposible – o por lo lírico que terminaba en lo
empalagoso. Lo que sucedía es que la música de Sorozábal se
imponía sobre el texto y prescindíamos de la temática. De todos
modos, lo que extrañaba es que, conociendo el talante del
compositor vasco, hubiera musicado un libreto que rayaba en el
cuento.
Fábula y realismo lo ha resuelto Luis Olmos con inteligencia. El
tono de fábula, que yo justifico por ser Abel quien nos lo
“trova”, Luis lo consigue acertadamente con el tratamiento
plástico. Desde que cae la primera lluvia sobre el escenario el
espectador puede adivinarlo y confirmarlo en cuanto la alzada
del telón nos descubre el Café Vapor, el muelle, el horizonte y
la Taberna: estamos ante la página de un cómic. Luis, en sus
declaraciones, ha precisado: es el estilo del cómic de El Corto
Maltés. Esto le justifica el verso en romance, que los actores
consiguen no ripiar primitivamente, sino que de él aprovechan
solamente la musicalidad. La parte realista que impone la
temática - pasiones torpes de antaño y actuales, posibilidad del
incesto, contrabando en el horizonte y la droga como móvil, que
se alejan de lo que pueden ser las temáticas de los cuentos – la
mantiene en el tratamiento verista e incluso realista de cada
uno de los personajes. Y para no desentonar el realismo de los
personajes con la estética de la escenografía y efectos, el
estilo de cómic se prolonga en el vestuario. Creo que podría
decirse que estamos ante un cómic para adultos, que tanto
proliferó en los años ochenta.
LA TEMATICA MUSICAL
ENCARNADA EN LA ESCENA
FOTO: JESÚS ALCÁNTARA |
A parte del minucioso y acertado estudio de cada uno de los
personajes, Luis ha tenido cuidado de unir la temática
musical con la temática escénica. Me explico. En la partitura
cada número tiene su propia entidad y responde a diversos
estilos, según lo pide el ambiente o la acción. Pero a lo largo
de toda la obra hay un tema musical que se anuncia desde el
principio y que cobra su total entidad en el momento de la
tormenta en el mar – número siempre esperado por el espectador
para ver cómo se resuelve tramoyísticamente la zozobra de
la
embarcación. Este anuncio musical Luis lo traslada a la
parte escénica. Comenzamos el primer acto con la lluvia y la
tormenta y lo terminamos con la lluvia, para después llevarlo a
su plenitud en el momento de la embarcación. Lo mismo sucede con
la romanza de Simpson “Despierta negro… la luna es
blanca muy blanca…”. El tema de la luna va desplegándose
sobre el horizonte, a medida que progresa la melodía. Puede
decirse que, a lo largo de toda la representación, hay una
compenetración entre la parte escénica y la trama, ambas
funcionando narrativamente. Otras veces, como sucede con el
número de las pescadoras, traslada el ritmo del valsecito al
discreto movimiento de las pescadoras… y así podrían irse
citando diversos pasajes. Todo ello proporciona una armonía
general a todo el espectáculo.
La romanza de Marola, que, aunque nos guste, en el desarrollo
dramático – desde siempre - está metida un poco con calzador, se
inserta mejor al darle un tratamiento más realístico que lírico.
A ello ayuda el ser interpretada por una soprano dramática. Esta
tesitura permite también hacer de Marola una mujer más
desgarrada y con mayor entidad.
Hay un tratamiento interpretativo en todos los personajes que
dan credibilidad a sus psicologías y a la propia historia. Al no
ser un texto en el que prive la acción, se ha conseguido un buen
ritmo de movimientos y desplazamientos, trasladando las acciones
secundarias a lo largo, lo ancho y lo alto de la escenografía.
LAS VOCES
Musicalmente es obra de lucimiento por la variedad de registros
vocales: dos barítonos, bajo, soprano, tiple cómica, tenor
cómico, soprano y tenor “característicos” o lo que se llamaba
actores cantantes. La representación que reseño es la del sábado
6 de Mayo.
E. BAQUERIZO |
Mª RODRÍGUEZ |
V. OMBUENA |
Enrique Baquerizo (Juan de Eguía) es un barítono con una
coloratura de voz de una gran profundidad y dramatismo, siempre
eficaz y aquí lo demostró una vez más. A ello se une la soltura
interpretativa y sobresale el verismo dramático de su última
romanza, al final de la obra.
El personaje de Marola se ha encomendado a la voz de la soprano
dramática María Rodríguez. Hace unos años en este mismo teatro
interpretó La del Soto del Parral, y sorprendió su voz que
resultó adecuada para el dramatismo y entereza del personaje. En
esta ocasión, buscando una Marola menos almibarada y más en la
línea de una mujer a la que la vida le hadado muchos palos, el
dramatismo de su voz llena de verismo a su personaje. A ello
ayuda sus cualidades interpretativas. No obstante - posiblemente
es un prejuicio - la romanza “En un país de fábula”, en su voz
resulta menos cantarina y lírica. La onomatopeya del gorjeo de
los pájaros, al ser más grave, resulta menos brillante. También
es verdad que la mencionada romanza es una especie de isla en la
partitura de la soprano. María resulta brillante y segura de voz
en el dúo y, en general, en las partes más dramáticas.
A Vicente Ombuena le toca lidiar con Leandro. Un personaje que,
dramáticamente, en el conjunto de la obra resulta un tanto
anodino y simplón. En esta ocasión tanto por la dirección como
por la interpretación se hace más creíble. Vocalmente Vicente es
un tenor de voz clara y precisa que destacó en la romanza de “No
puede ser…”
IVÁN GARCÍA |
ABEL GARCÍA |
Una novedad fue la figura de Simpson, que por exigencias del
guión (revisado por Luis Olmos) y no por la etnia del cantante,
esta vez quiso ser negro. Luis Olmos siempre lo ha visto como un
marinero negro y por ello buscó al bajo caraqueño (Venezuela)
Iván García. En ese día fue uno de los triunfadores y el público
agradeció la famosa y bien trimbada romanza “Despierta negro…”
con reiteradas ovaciones y lo mismo en el saludo final. En esta
representación la figura de Simpson cobra un gran protagonismo y
queda más de relieve. Interpretativamente se le ha dejado que
mostrase su idiosincrasia caribeña tanto en el habla como en los
gestos, lo cual le proporciona verismo.
Abel García (Verdier), con menor intervención, es barítono
seguro. El terceto del primer acto – Baquerizo, Abel García e
Iván García - resultó brillante.
PILAR MORAL |
ISMAEL FRITSCHI |
MARTA MORENO |
AURELIO PUENTE |
El personaje de Abel – no siempre creíble al interpretarlo una
mujer (la tiple cómica) - se ha encomendado a Pilar Moral, que
consigue mayor verosimilitud interpretativa. En la parte musical
su voz resulta melodiosa, pero en la parte hablada no siempre
sus palabras llegan con facilidad al oído del espectador.
Marta Moreno (Antigua), soprano veterana en el género,
Ismael
Fritschi (Chinchorro) y Aurelio Puente (Ripalda), componen unos
personajes divertidos que funcionan bien tanto a nivel musical
como interpretativo.
MANUEL GALDUF |
La dirección de la orquesta corrió a cargo de Manuel Galduf, que
en algunas ocasiones abusó del volumen. No es la primera vez que
esto ocurre. Ya en la versión de La verbena de la Paloma,
sucedía lo mismo. Me comienzo a preguntar si es problema de
acústica del propio teatro.
En conjunto se puede decir que estamos ante grandes
aciertos a los diversos niveles con esta Tabernera.
El público, llenó la sala y fue generoso con los
aplausos.
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