RESEÑA, Nº 240, PP22/23
(JUNIO 1993) |
COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA
NACHO DUATO Y JIØI KYLIÁN |
Primer programa: Monográfico de
Nacho Duato.
Título: Mediterránia (reposición).
Título: Raseemblent (reposición).
Título: Cautiva.
Música: Alberto Iglesias (Cautiva, sobre textos
de James Joyce y Erza Pound).
Coreografía, escenografía y vestuario: Nacho
Duato.
Iluminación: Nicolás Fischtel.
Intérpretes: Compañía Nacional de Danza.
Estreno en Madrid: Teatro Madrid (La Vaguada),
12-IV-93. |
Cautiva
FOTO: PACO RUIZ |
Segundo programa: Monográfico de Jiri Kylián.
Título: Return to the Strange Land (reposición).
Título: Stamping Ground (reposición).
Música: Carlos chávez (Tocata para instrumentos de percusión).
Escenografía y coreografía: Jiri Kylián.
Puesta en escena: Jim Vincent.
Vestuario: Heidi de Raad.
Iluminación: Joop Caboort.
Intérpretes: Catherine Allard, Tony Fabre, Jennifer Grissette, Africa Guzmán, Nacho Duato, Ricardo Franco.
Título: Forgotten Land.
Música: Benjamín Britten (Sinfonía de Réquiem, Op. 20).
Coreografía: Jiri Kylián.
Puesta en escena: Roslyn Anderson.
Escenografía y vestuario: John Macfarlane.
Iluminación: Jop Caboort.
Intérpretes: (l.e moviento) Marisa cervis/ Raúl Tino, Africa
Guzmán! JA. Quiroga, Mireia Bombardó/ Oscar Torrado; (2.”
movimiento) Mar Baudesson/ Tony Fabre, catherine Habasque! JA.
Beguiriatáin; (3. movimiento) Eva López crevillén/ Angel
Rodríguez.
Estreno en Madrid: Teatro Madrid (La Vaguada), 22-IV-93.
Dos monográficos: uno sobre Nacho Duato y otro sobre Jiri Kylián
configuran los dos programas que la Compañía Nacional de Danza
ha ofrecido en el Teatro Madrid. Y de éstos, también dos
estrenos: Cautiva de Nacho Duato (estreno mundial) y
Forgotten
Land (estrenado por el Stuttgart Ballet en 1981), estreno para
la Compañía Nacional de Danza.
A Cautiva precedieron: Mediterrània y Rassemblenent.
Mediterrània (cfr. RESEÑA, n.° 232, pág. 25), sigue interesando,
y, visto con mayor distancia- miento, sobresalen tres
coreografías: las palmeras, el azahar —un delicado y lírico
«paso a dos»— y el efectismo del fuego, final de fiesta, en el
que se simboliza plásticamente el origen del entusiasmo ígneo
valenciano como fiesta y guerra.
Rassemblent (cfr. RESEÑA, nº 225, pág. 26), inspirado en las
danzas haitianas posee la virtud de saber hilvanar el estilo
Duato con composiciones del folklore primitivo de la isla, para
hablar de los derechos humanos.
Cautiva era el estreno, sobre música de
Alberto Iglesias,
inspirada en textos de James Joyce y Ezra Pound. Como primera
impresión se intuye que Duato, en esta coreografía, intenta
vuelos más altos, La música de Iglesias posee acordes y una
poética que la emparentan con el «clásico». Ello proporciona a
la coreografía un tratamiento, que abunda en los pasos y
composiciones de dicho estilo. Fugacidades clásicas, que,
pronto, desembocan en el trazo típicamente «duatiano». Resulta
bello y expresivo a todos los niveles e incluso sorpresivo y
efectista, como acaece con el descolgarse de la cortina de
cadenas que, por si hubiera dudas, dan a la relación amorosa un
cariz masoquista. No obstante, algo no funciona del todo.
La música puede más que la danza. Aquella, de estructura
abierta, resulta más brillante, más comunicativa en emociones y
sentimientos que la visualización por parte de los bailarines,
dudosos ilustradores de dicha partitura. Cautiva es un ballet
que, por el momento, sólo posee buenas intuiciones. No sé si la
causa de este «inconcluso», se debe a la precipitación del
estreno o a falta de inspiración. En contraposición, el elemento
plástico de vestuario y luz es bello, aunque los terciopelos
rojos y sus hechuras resultan familiares.
Del segundo programa— el monográfico sobre Jirí Kylián — se
estrena Forgotten Land. Kylián monta su coreografía sobre la
Sinfonía de
Requiem, opus 20 de Benjamín Britten (1940). Una sinfonía
tripartita: «Lacrimosa» (lar movimiento), «Dies Irae» (2.°
movimiento) y «Requiem aeternam» movimiento), que refleja tres
momentos de la humanidad: tristeza, ira y resignación. Britten
pretendió con su sinfonfa una composición contra la guerra y
Kylián, con su coreografía, una reflexión acerca de la
existencia humana, siempre en continua lucha sobre una tierra
mutante y maltratada por las hecatombes naturales o los
enfrentamientos humanos, pero llena de esperanza por la tierra
de promisión.
La bella escenografía, una ola congelada y metalizada bajo un
tormentoso cielo, reproduce la inspiración de Kylián: el mar
devorando la tierra, huella de civilizaciones y promesa del
futuro. La coreografía creada analiza minuciosamente la
partitura de Britten y traslada las inquietantes y reiteradas
variaciones musicales a los progresivos y variados «pasos a dos»
que forman todo el entramado. Se trata de un ballet muy bello,
de gran fuerza y de no fácil ejecución por la variedad de
matices, movimientos y conjunción de éstos. Kylián ha tenido la
gran virtud de dosificar música y coreografía. Ninguna de las
dos se fagocitan, sino que avanzan con ponderación y buen
ensamblaje. A la progresión musical, corresponde la progresión
escénica balletística, que la Compañía Nacional de Danza
interpreta de modo brillante.
Foto: C. Cortés |
Una de las mayores virtudes de este ballet es la aparente
sencillez, dentro de una complejidad estructural. Ello se debe a
la acertada creación de unos movimientos muy puros en su
estilización, lo que obliga a los bailarines a ser también muy
precisos en las líneas que trazan individualmente y en
conjunción con la pareja. El hilván de todos los movimientos
conjuntados crean unos trazos que convierten la ola del fondo en
una pintura cambiante como las variaciones musicales de la
propia Sinfonía de Britten.
Stamping Ground —estrenado el 23 de diciembre de 1991, pero no
reseñado en nuestra revista — es el resultado de la convivencia
de Kylián con los aborígenes australianos. Extrae de
aquellas danzas rituales la esencia, sin pretender
reproducirlas, y dicha esencia se esquematiza en movimientos
primitivos que transfieren el cuerpo humano al cuerpo animal. Es
casi una coreografía individual, en la que el bailarín tiene que
encontrarse con su propio cuerpo y sus propias formas
transmutantes. El conjunto crea una serie de movimientos muy
expresivos y de gran sugerencia, en el que a través del cuerpo
humano se intuyen los ancestros y los sentimientos en su grado
más primigenio.
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