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LA CENICIENTA
EL COMPLEJO ELEKTRA SUPERADO

Título: La cenicienta
Ballet en 3 actos
Música: Sergey Prokofiev
Libreto y coreografía: Natalia Kasatkina y Vladimir Vasiliov
Escenografía: Lev Solodovnikov
Vestuario: Elizaveta Dvorkina
Solistas:
EKATERINA BEREZINA /ALEVTINA LAPSHINA (Cenicienta),
ION KUROSHU / ALEXEY ORLOV (Príncipe),
GALINA LAPINA (Madrastra),
NATALIA ZHARKOVA (Hermanastra Histriónica)
SUSANA AVETISOVA ((Hermanastra Colérica),
VLADIMIR MURAVLEV (Padre), DARIA LIAKISHEVA (El Hada)
Duración: 2 horas
Estreno en Madrid: Teatro Gran Vía, 30 – XI- 07

La Cenicienta es, posiblemente, de los cuentos que más han sido tratados en los  diversos géneros teatrales. La danza no podía ser menos, aunque no es un ballet frecuente en los repertorios de las compañías de Clásico. Incluso la música de Prokofiev no ha logrado la popularidad de su Romeo y Julieta, a pesar de ser una partitura de gran extensión y con gran variedad y riqueza de composiciones musicales, que emanan cierto sentimentalismo ruso. El dúo con el príncipe rezuma poesía y son de destacar los valses.

Prokofiev llevaba durante 30 años con musicar La Cenicienta de Perrault. Este título está unido a unas declaraciones del propio compositor en su diario: “La Cenicienta es Lina”.

Lina era la esposa española de Prokofiev. Tras la revolución de 1918, Prokofiev abandonó Rusia. Volvió en 1936 con Lina y sus dos hijos, en plena época stanilista. En 1941 Prokofiev abandona a Lina, la cual es detenida en 1948 y llevada a un campo de concentración por ser acusada de espía. La condena era de 20 años. Tras 8 años de trabajos forzados, fue liberada en 1956. Prokofiev ya había muerto el 5 de marzo de 1953 y había estrenado La cenicienta en 1945, que desde aquel momento dejó de tratarse como un simple cuento. Abandonando Rusia en 1974, Lina se instaló en Londres, muriendo en 1989 a los 92 años de edad.

Valga todo esto para entender las nuevas dramaturgias que se hicieron a partir de ese estreno. Natalia Kasatkina y Vladimir Vasiliov se inspiran en las posteriores al estreno de 1945, y mantienen el núcleo de lo que es la nueva Cenicienta, más cercana al mito que hay detrás, que al cuento de amor.

Con respecto al cuento habitual, se desvía porque el padre no muere al inicio, sino que sigue viviendo en la casa, pero dominado por su nueva mujer – la consabida madrastra -  y las hijas de ésta. Cenicienta se sitúa en un plano inferior, algo que parece aceptar el padre. Así pues el padre aparece como un ser débil y la denuncia de un prepotente matriarcado parece estar presente. Por otro lado, Cenicienta mantiene un complejo Electra para con su padre, reforzado con el ensueño de ella en el que baila con él como si fuera su príncipe. Está también el tema de la madre – presente en un cuadro – que después se encarnará, de algún modo, en el Hada Madrina a la que asisten cuatro Hadas representativas de las diversas estaciones. El complejo de Electra supone una elección del padre, menospreciando a la madre. La Cenicienta resuelve tal menosprecio sustituyendo a su madre natural por la malvada madrastra, mientras que su madre será la bondadosa Hada Madrina.

La segunda parte del cuento, tras el baile y la huída de Cenicienta, alterna dos historias: El príncipe recorre lejanos países, lo cual da pie para incorporar bailes exóticos, entre ellos unos estilizados apuntes de baile flamenco, con cierto toque de humor e ironía, y una segunda historia en la que el padre va cobrando autoridad y su puesto en la familia. De esta forma, a medida que Cenicienta se despega de su padre y va hacia el príncipe, el padre reconquista su papel en el grupo familiar.

Otro de los ingredientes son los zapatos: su material es el ser de cristal. Ello comporta la fragilidad que llevado al plano erótico, su rotura supone la entrega. Esa misma imagen se ha empleado en los textos que abordan el nacimiento de Jesús: pasó a través de un cristal sin romperlo ni mancharlo.

La versión dancística del Ballet Clásico de Moscú es impecable en lo que suponen los dúos líricos de Cenicienta y el Príncipe. De nuevo Ekaterina Berezina e Ion Kuroshu, muestran una gran limpieza de movimientos a la que unen una componente interpretativa que proporcionan el alma de lo que podría quedar en un simple virtuosismo. Igualmente sucede con los bailes de la corte de las parejas y del conjunto. No faltan los acentos de humor con los enanitos que acompañan a las cuatro hadas y la ratoncita.

Así como el recorrido por los diversos países es una excusa para sumergirse en otros bailes de países exóticos – es el paralelo de las consabidas danzas en las bodas de todos los ballets clásicos -, también la lección de baile es otra de las oportunidades para crear dos estilos diversos de danza, al deformar los movimientos en las hermanastras y madrastra y mantener una línea más clásica en Cenicienta. Estos dos estilos, uno más en la línea clásica y otro más esperpéntico, definen los dos bandos familiares.

Dentro de lo que permite el escenario del Teatro Gran Vía, los cambios espaciales fluyen ágiles. Hay que destacar, de nuevo, la fantasía y el buen gusto del vestuario.


José Ramón Díaz Sande
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