NADIE
ES PERFECTO
DESARMA LAS MEJORES CORAZAS ANTIRRISA
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MANOLO CODESO |
ANDRÉS RESINO |
Quien haya leído nuestra información previa acerca de Nadie es
Perfecto, comprobará que dedicábamos unas líneas a Manolo
Codeso. Eran los días previos al estreno de la obra en Madrid.
Una enfermedad le ha hecho retirarse, momentáneamente, de los
escenarios. Le ha sustituido Andrés Resino, el cual ha tenido
que luchar contra el reloj para poder estrenar. Desde aquí
deseamos la recuperación de Manolo Codeso y el agradecimiento a
Andrés por su maratón interpretativo.
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Título: Nadie es perfecto.
Autor: Simon Williams.
Versión: Paco Mir.
Intérpretes: Josema Yuste (Leo y Elena), Lola Baldrich(Alicia),
Manolo Codeso/Andrés Resino (Gus, el abuelo), Saida Lamas
(Bibi).
Compañía: Fila 7.
Dirección: Alexander Herold.
Estreno en Madrid: Teatro Lara, 4 – II – 2005. |
LEO |
UN TEXTO ARMADO COMO UNA PEQUEÑA
MÁQUINA DE RELOJERÍA
Será difícil para quien acuda estos días al bellísimo Teatro
Lara de Madrid no estallar en carcajadas irreprimibles. La
puesta en escena de la comedia Nadie es Perfecto de Simon
Williams, adaptada por Paco Mir, consigue desarmar las mejores
corazas antirrisa. No tengo la conciencia de haber asistido a
una obra genial, ni mucho menos de haber disfrutado de una
representación perfecta. Y aun así consigue arrancar con
intensidad creciente, golpe tras golpe, las carcajadas de un
público rendido al despliegue de los más variados recursos del
humor de la comedia de enredo. ¿Dónde está entonces el secreto?
La obra del dramaturgo británico es ciertamente divertida, ágil,
armada como una pequeña máquina de relojería que ordenara
sabiamente entradas y salidas, intervenciones, llamadas de
teléfono, llamadas de portero automático, llamadas a la puerta,
llamadas de móvil…
Tres ambientes distintos simultáneamente presentes en un mismo
escenario: el salón de un piso, el portal de acceso al edificio
y la oficina de la editorial, los tres enlazados por puertas y
telefonía. Algo hay que conseguir y algo que ocultar, y el
desenlace llega, conforme a la ortodoxia del género, cuando el
objetivo se logra precisamente por destaparse todo. Puede
decirse que coexisten tres comedias en una: comedia de enredo
amoroso, comedia de conflicto intergeneracional, comedia de
lucha de género. Y sobre todo: comedia dentro de la comedia. La
farsa iniciada por el protagonista de hacerse pasar por mujer
por razones económicas, le envolverá como una gran bola de
nieve, incontrolable, al enamorarse perdidamente de la mujer
estafada. Es muy antiguo el poder hilarante y el reto dramático
de la adopción de un papel femenino por un hombre. En Nadie es
perfecto todo está preparado y ordenado para este reto.
El abuelo vividor, la hija adolescente y la mujer feminista y
atractiva, parecen instrumentos de una orquesta al servicio del
actor principal, que amplían las situaciones cómicas, que
interponen obstáculos al propósito del papel protagonista, que
generan enredo y acción. Pero al mismo tiempo utilizan y
expresan problemáticas, en parte más en boga hace unos años, en
parte intemporales: la carga familiar del abuelo en casa y la
sombra de la residencia, la incomprensión entre la adolescente y
su padre, la lucha activa por la igualdad de género, la mujer
feminista muy femenina y frágil, el hombre falsamente
invulnerable y aburrido, con todo su mundo perfectamente
ordenado, pero que no maneja sus sentimientos y los oculta.
La perspectiva cómica, bien desde la ironía, bien desde la
simpatía, se hace con todos los aspectos esbozados de la
realidad, sin resolver ninguno pero acaso curándolos todos.
Estos apuntes temáticos podrían añadir resonancias e
inteligencia al guión, y cabe preguntarse si en un ambiente
británico y tal y como salió de la mano de Simon Williams,
alcanzan alguna unidad o sólo son un papel de fondo hecho con
técnica de collage sobre el que engarzar situaciones de humor.
En Madrid no han pasado de significar, globalmente,
oportunidades para la risa.
JOSEMA DESBORDANTE EN SU COMICIDAD
ELENA
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En la adaptación de Paco Mir y la dirección de Alexander Herold
todo parece haber sido diseñado pensando en las características
del actor protagonista: Josema Yuste. La genialidad cómica de
este intérprete es desbordante y su ya conocida capacidad para
desempeñar papeles femeninos es aquí aprovechada magistralmente.
El manejo de la voz encandila y pasma al público, sometida a un
constante esfuerzo interpretativo realizado con toda
naturalidad. Josema no deja de acumular guiños cómicos tocando
todo el espectro del humor: desde el más simple y tontorrón
hasta el más refinado, desde el juego de palabras hasta el humor
más propio del cine mudo, con verdaderos alardes de virtuosismo
vocal y gestual.
Las demás interpretaciones tenían muy difícil brillar tanto, y
quizá por esta razón, y teniendo en cuenta la edad de Josema, la
compañía quiso contar con la experiencia y solidez cómica de
Manolo Codeso para el papel de Gus. La combinación era estupenda
y prometía un gran éxito en Madrid. Por desgracia, pocos días
antes del estreno y tras los ensayos generales, Manolo Codeso
cayó enfermo, habiendo de ser rápidamente sustituido por Andrés
Resino.
De todos modos, aun sin ese deseable equilibrio de fuerzas sobre
las tablas, se ha conseguido que los demás actores constituyan
un conjunto más o menos uniforme y correcto, que hace más fácil
el trabajo de Josema. Lola Baldrich, con un papel de una
comicidad menor, sostiene muy bien los múltiples bis a bis con
el protagonista y demuestra riqueza de matices, aunque se echa
de menos un mejor manejo de la voz y algún momento de mayor
detenimiento. El abuelo que encarna Andrés tal vez no aparente
del todo la edad que se le supone, ni consiga las cotas de humor
de su “hijo” en la obra, pero logra una interpretación bastante
digna, y más teniendo en cuenta el brevísimo tiempo de
preparación del que ha dispuesto. La joven actriz Saida Lamas
encarna a su “nieta” y compinche de un modo muy convincente y
fresco. Sea por el guión, sea por la interpretación y dirección
concretas, ninguno de los tres papeles señalados dejan de
parecer secundarios a efectos del humor, con alguna que otra
broma fallida.
La adaptación de la obra al público español afortunadamente no
disimula la afectación anglosajona del personaje femenino
recreado por Josema. Me pregunto si algo de la comicidad del
guión original no se llega a perder con la desbritanización de
los personajes. En cualquier caso ha resultado una comedia de
grandes y resonantes risas, de la mano, principalmente, de un
Josema Yuste colosal.
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