Reseña, 1987
num. 175, pp. 8-9 |
¡VIVA
LA OPERA!
Burla,
burlando...
En 1987 aparecía la Ópera Cómica de Madrid con
¡Viva la Ópera! Era una concepción nueva y divertida del mundo de la
lírica, al mismo tiempo que se trabajaba con una nueva visión del mundo en
lírico en lo que respecta la interpretación. Dejaba de ser un museo empolvado.
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Título: "¡Viva la
ópera!".
Autor: Gaetano Donizetti, sobre
una farsa de Simeones A. Sografi.
Adaptación y traducción: José Luis Alonso de
Santos.
Música: G. Donizetti.
Adaptación musical y recitativos: Luis Alvarez y F. Matilla.
Escenografía y vestuario: Gregorio Esteban.
Producción: Opera Cómica de Madrid.
Orquesta: Orquesta Sinfónica Ciudad de
Valladolid.
Intérpretes: Ana M. Leoz, Francisco
Matilla, M.' José Sánchez, Luis Alvarez, Juan Pedro Marques, Manuel Bermúdez,
Ricardo Muñiz.
Dirección musical: Luis Remartínez.
Dirección
escénica:
Horacio Rodríguez Aragón.
Estreno en Madrid: 24 de abril de 1987 en el Teatro Albeniz, Madrid |
FOTO: FERNANDO SUÁREZ |
¡Viva
la Opera! de Gaetano Donizetti prosigue el intento
de acercar la ópera al gran público, José
Luis Alonso de Santos ha revisado, añadido, traducido e hilvanado un
antiguo texto cómico de Donizetti:
La Convenienze
e le inconvenienze teatrali. Una comedia satírica de corte operístico (la
clásica ópera bufa) que pone en solfa a actores, directores y empresarios
mediante sus pequeñas/grandes rencillas. Tema, hoy nada nuevo, y que
tiene abuelos y herederos. Baste citar en España El dúo de
la Africana de Caballero en el ámbito musical.
Un
escenario de ensayo es el primer rompiente de la trama. Se ensaya Rómulo y Escilia,
gran ópera de corte romano con emperadores, legiones y vestales. Fustes
clásicos, clámides y túnicas. El ensayo descubre los tópicos-típicos
personajes esquematizados y, en parte, heredados de la tradicional Commedia dell'Arte: la "prima
donna" endiosada, su marido "manager" y guardaespaldas, la
triple primeriza ansiosa de las candilejas y buscona del triunfo, el empresario,
el director y la inevitable "mamma" de la tiple que responde al
nombre de Agata. Rencillas, celos y celadas llevan a la dimisión del
primer tenor y de la característica que serán sustituidos por el marido de la
"prima donna" y por la "mamma" de la tiple. Así cae el telón
entre aplausos.
La
segunda parte es el ensayo general de Rómulo y Escilia. Decorados grandilocuentes en
tela y con perspectivas al uso. El enredo se entrevera con la obra a
representar. Situaciones cómicas, vuelta a las zancadillas y así en un
"infinitum" hasta el final que se alarga.
FOTO: FERNANDO SUÁREZ |
El texto, para los tiempos que
corren, es una nadería graciosa y no original, pero se acoge con gusto. Si
somos menos indulgentes la trama comienza a convertirse en un "bolero de
Ravel" sin las acertadas variaciones progresivas del compositor. Se trata,
sin embargo de un texto bien compuesto en la adaptación. Se opta por dos
idiomas: el castellano para la historia de los actores y el italiano para los
fragmentos de Rómulo y Escilia que ensamblan más con la estructura
operística tradicional: arias, dúos, concertantes, coros. (Partes musicales
que no todas pertenecen al original sino que algunas
están tomadas de otras obras de
Donizetti, a juzgar por el programa de mano y por ciertos
recuerdos). |
El
hecho de la traducción, aquí solo parcial, responde al proyecto de ofrecer la
ópera, y sobre todo la cómica, en lengua venácula. Algo que otros países ya
han experimentado con
la
Opera Clásica, en sus liceos de élite. En esta versión se
tolera la ambivalencia del castellano y el italiano, toda vez que es teatro
dentro del teatro. De todos modos podría haber sido traducida totalmente. El
por qué no se ha hecho se me oculta: ¿evitar una dificultad en el traductor?
¿mantener mejor las dos historias? ¿criterio musical por el que
la fonía de un idioma va muy unida a su lenguaje musical? ... De todos
modos hay que alabar un buen trabajo en la revisión del texto, aunque hubiera
sido de desear más brevedad, ya que la trama no da mucho más de sí y los
"gags" terminan por repetirse.
La Orquesta Sinfónica Ciudad de Valladolid bajo la
dirección de Luis Remartínez, cumple
bien su cometido acompañando a voces seguras y brillantes como son la
de Ana María Leoz, Francisco Matilla, Mª José Sánchez y Luis Álvarez (la "mamma" Agata
interpretada por un bajo sin recurrir a ficciones de voz). Si se quiere no son
del todo operísticas, pero saben prestar el doble juego de la comicidad y de la
melodía a las arias y dúos que a veces terminan por imponerse sobre el tono
jocoso general y aquí ocurre un pequeño milagro. El público rompe el
tradicional silencio sacral del aria para reír, porque simultáneamente sucede
algún "gag", sin que ello desmerezca o se deje de prestar atención
al valor interpretativo de la cantante. Se sabe conjugar el texto con la
melodía. Se consigue que, a pesar de los farsesco de la obra, lleguen las cálidas
melodías de Donizetti que denuncian
la suavidad de otros melodramas suyos.
Foto:
fernando suárez |
Horacio Rodríguez
Aragón,
responsable de la dirección escénica, consigue un buen juego de las
situaciones, movimientos y agilidad con unos intérpretes (los cantantes) que,
tradicionalmente, caen en la rigidez del cartón piedra, aunque cada vez menos.
Aquí sucede todo lo contrario. Reconocemos personajes, situaciones y acción dramática
como si de un teatro de prosa se tratara. Ana
Mª Leoz con su "prima donna", sobre todo en el primer acto
(en el segundo su personaje queda más oculto), matiza la grandielocuencia con
gracia y sin estridencia; Fransico
Matilla, en el papel de Procolo, su marido, muestra gran
soltura y comicidad que lleva a la sonrisa; Mª José Sánchez, la tiple arrivista, arriesga sus notas con
una difícil expresión corporal en un caricaturesco juego de amor; Luis Álvarez (Agata) proyecta una
"mamma" llena de gracia y simpatía que termina por ser el motor de
la escena. El conjunto aporta un estilo similar con dosis de entusiasmo.
¡Viva la ópera! es una bonita velada a la que sólo
se le puede achacar una cierta morosidad hacia el final. Pide algunos recortes.
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