RESEÑA, NOV-DICIEMBRE, 1982
NUM. 141, pp. 31 - 32 |
Como en los mejores tiempos
¿VÍCTOR O VICTORIA?
BLAKE EDWARDS
Según el crítico, con Víctor o
Victoria Blake Edwars,
recupera el pulso de sus mejores tiempos.
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Titulo original: Victor/Victoria.
Director: Blake Edwards.
Nacionalidad: Inglesa.
Producción: Metro Goldwyn Mayer y United Artists, 1982.
Productores: Blake Edwards y Tony Adams.
Guión: Blake Edwards.
Fotografía: Oick Bush.
Música: Henry Mancini.
Canciones: Leslie Bricusse (letra I y Henry Mancini Imúsica).
Dirección artística: Tim Hutchinson y William Craig Smith.
Decorados: Harry Cordwell.
Montaje: Ralph E. Winters.
Intérpretes: Julie Andrews (Victoria), Robert Prestan (Toddy),
James Garner (Kingl), Lesley Ann Warren (Norma), Alex Karras
(Squashl, John Rhys Davies (Cassell).
Duración: 133 minutos.
Distribuidora: CIC.
Estreno en Madrid: Amaya, 21-X-1982. |
ROBERT PRESTON/JULIE ANDREWS |
La comedia es uno de los géneros cinematográficos en los que el
cine norteamericano ha brillado con mayor fuerza. Nombres como
los de Ernst Lubitsch o Billy Wilder, Cary Grant o
Jack Lemmon,
van indisolublemente asociados al género. Uno de esos nombres es
el de Blake Edwards, que desde la década de los sesenta (¿la
década prodigiosa?) destaca en el panorama de la comedia con luz
propia, gracias a una obra comprendida entre dos películas
maestras como son Desayuno con diamantes (1961) Y El guateque
(1969).
En la siguiente década, la de los setenta, Edwards es una
víctima más de la profunda crisis en la que el mundo, y el cine,
se sumergen. En esos años las películas que realiza, alejado de
Hollywood por los descalabros económicos cosechados por sus
últimos films, se reducen a poco más que continuar su serie del
Inspector Clouseau, refugiándose en la realización de series
televisivas. Son años sin duda de reflexión acerca de su género
predilecto, en el que más capacidad creativa ha demostrado y en
el que su refinado buen gusto encuentra el vehículo natural de
expresión.
Con el inicio de la actual década, Edwards vuelve a la comedia.
Su «rentrée» la realiza con 10, la mujer perfecta, que obtiene
una excelente acogida por parte del público, lo que le abre de
nuevo las puertas de Hollywood. Después viene S.O.B.,
considerada como un traspiés por la crítica. |
Ahora nos llega Víctor o Victoria, por el momento su última
obra. Se trata de una nueva versión, de un «remake», del film
alemán Viktor und Viktoria, producido por la UFA en 1933 con
argumento de Hans Hoemburg y guión y dirección de Rheinhold
Schuenzel, que Blake Edwards ha rodado en los estudios Pinewood
de Londres.
Nos encontramos ante una comedia cinematográfica poseedora de un
sólido guión, que desarrolla una divertida historia, ante la que
Blake Edwards ha vuelto a recuperar el pulso de sus mejores
tiempos. La presentación de los personajes, la funcionalidad del
decorado, el adecuado uso de la elípsis, etc... nos remiten a un
planteamiento de comedia clásico, quizá herencia del argumento y
film precedentes, del que se cita su estilo «a lo Lubitsch».
El guión y la realización están muy sopesados, ya que se manejan
diversos elementos de difícil manejo, cara a evitar las rupturas
de tono y ritmo, piezas claves en la comedia. Fijémonos en
algunos de estos elementos: la homosexualidad, las canciones,
los personajes secundarios. etc.
La homosexualidad está tratada con total y absoluto respeto,
presentándola como una situación equivalente a otras
cualesquiera, como pueden ser las relaciones Lesley Ann
Warren-James Garner o Julie Andrews-James Garner. El guión es
muy inteligente en lo que a esto se refiere y la actuación de
Robert Preston demuestra la cualidad moral del personaje. Gran
parte del éxito del film en este aspecto es imputable a la
interpretación de Preston, verdaderamente magistral, en el
dificilísimo equilibrio que debe guardar para no caer en la
fácil parodia del «mariquita».
Las canciones constituyen una rémora para el film. El hecho de
que la protagonista sea una cantante da pie a la introducción de
varios números musicales, pero la única justificación de la
mayor parte de los mismos es que Julie Andrews es la esposa de
Blake Edwards y que la venta del disco con la banda sonora se
facilita de esta manera.
Por otro lado, la elección de Julie Andrews como protagonista es
lo más desafortunado del film. Prácticamente eclipsada por
Robert Preston, no comunica a su personaje la más mínima
ambigüedad, además de cumplir muy discretamente en la faceta de
cantante y bailarina.
Los personajes secundarios están muy cuidados. Descritos con
leves pero enérgicos trazos, confieren continuidad y ritmo a la
acción. Únicamente anotar, como desfavorable, el personaje del
investigador privado, remedo a escala del Inspector Closeau.
Aunque sus “gags” son bastantes graciosos, excepto alguno como
el del rayo cayendo en su paraguas, sin embargo rompen en
demasía el ritmo de la comedia, al polarizar sobre dicho
personaje la atención del espectador, por ejemplo el “gag” del
dedo cogido por la puerta del armario del cuarto de baño.
En cualquier caso nos encontramos ante una película
decididamente divertida, muy bien construida, con la que su
director vuelve a conquistar el favor del público y la crítica.
Sin embargo, algo parece haber cambiado en Edwards desde los
años en que realizó sus comedias más destacadas.
Por ejemplo, en lo temático, con la introducción del sexo,
tratado desde una perspectiva y utilizado con una intensidad que
lo convierte, en gran medida, en el motor de sus historias: 10 o
el cuerpo perfecto, el top-less de Mary Poppins, la
homosexualidad de Víctor, etc.
Pero también en lo estético, en la relación del director con sus
personajes, Esta ahora es distante, sin que Blake Edwards
se vincule afectivamente con ellos. No se compromete, en
definitiva, con su peripecia, su situación o sus sentimientos.
De ello se deriva una narración más mecánica, más cerebral y
menos cordial. |