BALLET DEL TEATRO ALLA SCALA DE MILÁN
LA SACRE DU PRINTEMPS
ARRANCA EL FERVOROSO APLAUSO
Título: Theme and Variations
Música: Piotr llich Tchaikovsky (1840-1893)
Suite
núm. 3 en Sol mayor, op. 55: IV movimiento
Coreografía: George Balanchine (realizada por
Patricia Neary)
Figurines: Roberta Guidi di Bagno
Bailarines:
Pareja principal: Marta Romagna - Alessandro
Grillo (6, 7, 9, 11); Sophie Sarrote - Massimo Garon
(8,11 matinal)
Cuatro bailarinas solistas: Chiara Fiandra, Sophie
Sarrote / Lorella Ferraro (8, 11) Luana Saullo, Corina Zambon
Cuatro bailarines solistas: Massimo Dalla Mora,
Massimo Garon / Eris Nezha (8, 11)
Riccardo Massimi,
Antonino Sutera
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THEME AND VARIATIONS
MARTA ROMAGNA/ALESSANDRO GRILLO
FOTO. MARCO BRESCIA |
Título: The Cage
Música: Igor Stravinsky (1882-1971)
Concierto en Re para orquesta de cuerda
Coreografía: Jerome Robbins (realizada por Jean-Pierre
Frohlich)
Escenografía: Jean Rosenthal
Figurines: Ruth Sobotka (supervisión de Holly Hynes)
Iluminación: Jennifer Tipton (realizada por Les Dickert)
Bailarines:
La novicia: Gilda Gelati (6, 7, 9, 11)/
Chiara Fiandra (8,11 matinal)
La reina: Marta Romagna (6, 8, 11 matinal)
Raffaella Benaglia (7, 9, 11)
Primer intruso: Francesco Ventriglia
Segundo intruso: Mick Zeni (6, 7)/
Andrea Volpintesta (8,11 matinale)/ Riccardo Massimi (9,
11)
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THE CAGE
FOTO. MARCO BRESCIA |
Título: Le Sacre du Printemps
Música: Igor Stravinsky: La consagración de fa primavera
Coreografía: Maurice Béjart (realizada por Michel
Gascard y Kyra Kharkevitch)
Bailarines:
La elegida: Deborah Gismondi (6, 7, 9,11 matinal)/Gilda
Gelati (8,11)
El elegido: Massimo Murru (6, 7, 9) /Mick Zeni (8, 11)
Dos jefes: Andrea Boi - Andrea Volpintesta
Dos jóvenes muchachos: Maurizio Licitra, Riccardo
Massimi I Antonino Sutera (9)
Cuatro jóvenes muchachas: Lara Agnolotti
Raffaella Benaglia i Lara Montanaro (8,11)
Serena Colombi / Lorella Ferraro (8,11),
Caroline Westcombe /Luana Saullo (8, 11)
CUERPO DE BALLET DEL TEATRO DE LA SCALA
ORQUESTA TITULAR DEL TEATRO REAL (ORQUESTA SINFÓNICA DE
MADRID)
Director: David Garforth
Septiembre: 6, 7, 8, 9 Y 11
ROLEX
Patrocinador oficial del Ballet del Teatro de La Scala
de Milán en gira |
LA SACRE DU PRINTEMPS
FOTO: MARCO BRESCIA. |
El Teatro Real abre temporada con danza. Su nuevo director
Miguel Muñiz parece querer remediar el San Benito colgado al
Real de que la danza le importa un bledo, acusación
repetidamente lanzada por profesionales y espectadores.
Una primera solución administrativa contra la acusación de “no
hay entradas, porque están copadas por el abono operístico” (el
tal abono incluía ópera y danza), se intenta remediar separando
los dos abonos: uno para la ópera y otro para la danza.
El primer telón de la temporada se ha levantado con el Cuerpo de
Baile del Teatro alla Scala de Milán. Además de las buenas
razones para maridarse con la danza, conviene tener en cuenta
que ha habido un consorcio de colaboración entre el Teatro Real
y el Teatro alla Scala. Y qué mejor que una carta de
presentación del Milán canoro y danzante.
El Ballet alla Scala, con una tradición de 250 años y
especializada en el ballet clásico, posee un amplio repertorio
de ballets completos. Desde el 2000 al 2004 ha barajado títulos
importantes y entre ellos destacan Excelsior (1881) con
coreografía revisada por Ugo Dell’Ara a partir de la de
Luigi
manzotti y El sueño de una noche de verano (1962) con
coreografía de Balanchine. El primero triunfó en París en su
estreno (2002), y el segundo tiene la peculiaridad de que es
ésta la única compañía en Europa que posee los derechos de autor
y la baila. Esto supone la gran confianza de Balanchine en esta
formación. Igualmente Bèjart les ha concedido los derechos de
autor, en Europa, para La Sacre du printemps (La consagración de
la primavera). Todo esto quiere decir que nos encontramos ante
un ballet de cierta categoría tanto por tradición, como por
espectáculos creados.
Lo que ha venido a Madrid no es un ballet completo sino tres
ballets cortos de diversos estilos: Theme and Variations (1947)
de George Balanchine; The cage (1951) de Jerome Robbins y
La
Sacre du printemps (1959) de Maurice Bèjart. Según las
declaraciones de su director artístico Frèdèric Olivieri
(nombrado en el 2002), se ha preferido esta opción para mostrar
la versatilidad de esta formación balletística.
Theme and Variations es, en opinión del propio
Balanchine, un
homenaje al mundo balletístico ruso – léase Marius Petipa - en
su gran época y a Tchaikovsky. Siendo fiel a los códigos
clásicos, crea una concepción coreográfica más fresca y moderna.
No se trata de ballet argumental, propio de los clásicos, sino
de trasladar el virtuosismo de la partitura de Tchaikovsky
(Suite núm. 3 en Sol mayor, op. 55; IV movimiento) al movimiento
escénico. Los bailarines quedan desnudos de argumento – algo que
antes les arropaba – para encarnar el ritmo y movimiento
clásico, en el cual el virtuosismo expresivo es el protagonista.
Otra complicación más es que aunque existe una pareja
protagonista, con mucho de las evocaciones de los pasos a dos
del trillado clásico, ésta continuamente está interrumpida y
engarzada en el cuerpo de baile. Todo esto quiere decir que es
un ballet que para que surja impronta en el espectador, debe
poseer esa nota de perfeccionismo barnizado de virtuosismo,
siempre que no sea un virtuosismo vacío. No parece que se
consigan todas estas cualidades. A lo más ha estado discreto,
correcto – hablo del día 9 de septiembre – tanto en la pareja
(Marta Romagna y Alessandro Grillo) como en el cuerpo de baile,
que en algún momento apuntó imprecisión. Ello nos llevó a
asistir, de modo frío y sin entusiasmo, a una coreografía que
transmitía más añejo polvo que modernidad clásica. Y algo que,
personalmente, me ha llamado la atención: el mal gusto del
colorido en el vestuario del cuerpo de baile. Baile y estética
nos remontaban a algo trasnochado.
ANDREA VOLPINESTA
GILDA GELATI |
The Cage, comenzó a levantar un poco el ánimo y el nivel
del conjunto por su, aún, originalidad. Jerome Robbins,
popular por sus coreografías de de teatro musical y su versiones
cinematográficas, nos cuenta, con la partitura de Stravinsky,
una siniestra historia que tiene sus ancestros en la venganza de
las willis de Giselle: aquellas devoradoras de hombres.
Una sociedad de hembras insectos, tras copular con sus machos
los devoran. Robbins va más lejos. Si en Giselle
se asomaba un rayo de esperanza, aquí no hay posibilidad de
salvación. Es un ballet preferentemente femenino y con solo dos
incursiones masculinas. Breve de duración, la mayor parte del
tiempo lo ocupan los pasos a dos y puntualmente interviene el
cuerpo de baile. Robbins ha conseguido una simbiosis
entre lo clásico – respeta las puntas – y los movimientos
corporales en un tono expresionista apuntado una danza más
contemporánea. También está muy cuidado el trazado de líneas
corales y la intensidad de las mismas en el acoso. Si tampoco
aquí el entusiasmo arrastra, en cambio se puede hablar de cierto
perfeccionismo externo. La brevedad del relato, hace que la
ovación sea más notoria.
MASSIMO MURRU
DEBORAH GISMONDI |
La Sacre du printemps, fue la estrella de la noche y al
colocarla al final ha permitido que nos deje un buen sabor de
boca y que los aplausos se prolonguen. Ya la misma coreografía
de Bèjart, con predominio de lo coral masculino, es impactante
en los desplazamientos y en las líneas. Sabe transmitir esa
explosión de vida que supone la primavera y que culmina en la
unión del hombre y la mujer. Ballet austero en el vestuario y
movimientos, nos lleva casi, a la danza en su estado de mayor
pureza. Mássimo Murru demuestra sus dotes de bailarín estrella
junto a una precisa y eficaz Deborah Gismondi. El mismo grupo se
revela con una fuerza y precisión que no parece pertenecer al
mismo elenco de las anteriores coreografías, más planas.
Desarrolla toda la energía que pide la pieza, que culmina en el
estallido final hacia las alturas. Gracias a esta última
coreografía el ánimo se nos levanta. |
Abrir con danza la temporada es de agradecer. Es un modo de
comenzar a darle cierto valor en el Real. Invitar al Cuerpo de
Baile alla Scala cumple el primer cometido de la política de
colaboración con el teatro milanés. Lo que ya es más dudoso es
el programa elegido. Se arguye el poder mostrar la versatilidad
del ballet. Lo que sucede es que hemos visto una pálida
versatilidad. Tal vez hubiera sido mejor asistir a una “serata”
de un ballet completo, con el que haya triunfado.
Estas acusaciones son un poco injustas, ya que provienen de un
país, España, que nunca ha brillado en lo clásico y ni tiene una
compañía de clásico decente. Otra cosas son nuestros solistas
bailarines, triunfadores en el extranjero y algún conato aquí y
allá. Ante esa alternativa, ya quisiéramos tener un grupo como
el que ha venido, pues nada tenemos. Lo que sucede es que el
mito balletístico de La Scala, parece haberse derrumbado y hay
otras formaciones mundiales que le han tomado la delantera. |