XXI FESTIVAL DE OTOÑO DE MADRID
2004


CULLBERG BALLET
(DANZA)

SIN PERDER EL CORDON UMBILICAL


I.
Título: Home and Home (2002).
Coreografía y diseño escénico: Johan Inger.
Música: Cello Suit Nº 2., de J. S. Bach; Bride, Night Life y Nova, las tres de Amon Tobin; Commissioned by the Cullberg Ballet, de André Ferrari; Myloveilove, de Bogdan Raczyñski.
Vestuario: Mylla Ek.
Intérpretes: Charlotte Broom, Alexandra Campbell, Yamit Chalet, Bruno Cezario, Carl Inger, Mats Jansson, Rafi Sadi, Eytan Savak y Daniel Sjökvist (27 y 28 de octubre); Carolina Armenta, Åsa Lundwik Gustafson, Hlín Diego Hjálmarsdóttir, Shintaro O-Ue, Christopher Akrill, Eytan SAVAK, Carl Inger, Daniel Sjökvist, Mats Jansson (29 y 30 de octubre).
Duración aproximada: 33 minutos.
 

Home and home (J. Inger)
Foto: Cullberg Ballet
II.
Título
: Fluke (2002).
Coreografía: Mats Ek.
Música: Flesh Quartet.
Escenografía y diseño de vestuario: Bente Lyke Moller.
Intérpretes: Carolina Armenta, Gunilla Hammar, Vanesa de Lignière, Johanna Lindh, Åsa Lundwik Gustafson, Christopher Akrill, Boaz Cohen, Carl Inger, Mats Jansson, Tilman O’Donnell, Shintaro O-Ue y Eytan SAVAK (27 y 28 de octubre; Alesandra Campbell, Yamit Chalet, Charlotte Broom, Hlín Diego Hjálmarsdóttir, Izumi Shuto, Rafi Sadi, Carl inger, Shintaro O-Ue, Eytan Sivak, Mats Jansson, Bruno Cezario y Daniel Sjökvist (29 y 30 de octubre).
Duración aproximada: 1 hora.
Compañía: Cullberg Ballet.
Iluminación: Eric Berglund.
Asesoría artística y Asistente de ensayo: Lena Wennergran-Juras.
Supervisión de vestuario: Karin Fahlberg, Nina Stenmark.
Tour manager en España: Nacho Sánchez.
Manager en giura: Cecilia Lindén.
Director artístico: Johan Inger.
País: Suecia.
Estreno en Madrid: Teatro Madrid, 27 – X – 04.

Fluye (Mats Ek)
Foto: Cullberg Ballet

Home and home (J. Inger)
Foto: Cullberg Ballet

Mats Eks (Suecia, 1945), dejó la dirección artística del Cullberg Ballet – su madre Birgit Cullberg lo había fundado - en 1993. Mats había tomado la dirección en 1985, cuando su madre la dejó. Carolyn Carlson se ocupó de ello durante dos años (1993 -1995). Siguió la regencia (1995 – 2003) de Lena Wennergren - Juras y Margareta Lidströn (antigua solista del The Royal Swedish Ballet), y actualmente es Johan Inger (Estocolmo, 1967) el que asume la dirección el 1 de julio de 2003. Su carrera se inicia como bailarín del cuerpo de baile (1985 – 1989) en el Royal Swedish Ballet y después como solista (1989 – 1990). De ahí pasó al Nederlands Dans Thetaer (NDT) de los países Bajos. Ya había coqueteado coquetea con el mundo coreográfico, pero el, en 1995, de Mellantid para el NDT le marca un nuevo camino.

La influencia de Jiøí Kylián, es notable como ha sucedido también con nuestro Nacho Duato. Creador de múltiples coreografías para el NDT e invitado a diversas compañías mundiales, entre ellas la Compañía Nacional de Danza en España, crea en el 2002 Home and Home para el Cullberg Ballet y en el 2003 Phases e In two. En la década de los setenta ya había realizado sus primeras coreografías para la University Collage of Opera de Estocolmo y una para teatro en televisión: A Shadow (1973).

Hacía tiempo que no nos visitaba el Cullberg Ballet. Sigue manteniendo algo que los Eks le inyectaron: la pureza de los movimientos, la limpieza de en la composición del cuerpo y el sentido del humor.

Las dos coreografías elegidas pertenecen a dos coreógrafos/directores artísticos del Cullberg Ballet: Inger y Ek, cuya coincidencia está en el año de creación de la coreografía. De Inger es Home and home (2002) y de Eks, Fluke (2002). Viéndolas en conjunto se adivina cierta diferencia, aunque hay rasgos en común que apuntan más a una transición de estilo que a una ruptura.

Home and home se abre y se cierra con un agresivo paso a dos de una mujer de vestido rojo y un hombre de casaca-abrigo negro tocado con sombrero. En medio, una serie de pasos a dos y la evolución del conjunto, en el que predomina el rojo y se desexualiza al bailarín al vestir a todos con faldas. Importantes son los tres módulos que, en sus combinaciones, crean un espacio pluriforme y una unidad intrínseca con los bailarines. Se crean una serie de línea de fuerza alocadas en las que predomina la agresividad. Ahora domina uno, pero enseguida domina el otro. Todo este conflicto de pareja se proyecta hacia el conjunto. Inger, parece preferir un ballet abstracto, aunque esta coreografía se inspira en un el asesinato de una joven por su padre. Al enterarse de las relaciones de su hija con un chico, se desencadena la violencia y el dominio del padre sobre la hija. Si no se conoce la anécdota fecundadora, nada, en el desarrollo coreográfico, apunta a esta historia. Quiere decir que Inger abandona el estilo narrativo – más habitual en la época de los Ek – para lanzarse hacia el mundo de la abstracción. En este caso: el sentido de la violencia y del dominio, que se crea en la pareja.

Esta misma abstracción hace que el espectador se pierda, aunque el buen hacer de los bailarines, llenos de vitalidad y energía, y el dominio del espacio coreográfico remedia la incertidumbre. No obstante, a pesar de que dura 33 minutos, se tiene la sensación de cierta reiteración con la consiguiente caída de ritmo.

Fluke es un Mats Eks, casi de última hornada. Hay unos puntos en común con la anterior coreografía: el protagonismo de la escenografía y su integración en la propia coreografía, como hacía Inger con los tres paneles. Aquí se trata de dos enormes cubos geométricos que se desplazan, se inclinan o forman callejón así como se lanzan en un choque entre ellos, casi aplastando a los bailarines.

El desarrollo coreográfico hilvana escenas cuyo punto en común podría ser la fantasía juvenil de una edad que se encuentra actuando en el mundo sin tener claro su sentido, pero, al mismo, tiempo le sirve de válvula de escape. Hay una gran frescura en todos los movimientos e incluso un gran humor, creando situaciones de lo más dispares. La amistad de dos chicas, expresada mediante el entrelazado de los chicles, la cita nipona con la bella hilera de sombrillas o la sinuosa serpientes de faroles orientales, el agobio de un deambular de paseantes, casi aplastados por los mencionados cubos y detenidos por el perrito de peluche. Todo rezuma una gran agilidad y un divertido entretenimiento del que se goza.

Hay una sorpresa final: todo ese alegre y despreocupado mundo se ve inundado por móviles ratas que los bailarines tratan de alcanzar y acarician. Produce cierta revulsión en el público. En unos más que en otros. Un final irónico que yo he querido interpretar como una acusación social. Todo ese divertido mundo – porque en realidad nos hemos divertido – lleno de incongruencias y saltos en el vacío, descubren al final los poderes que dominan (antes los cubos ya lo insinuaban). Unos poderes - la rata siempre conlleva una simbología negativa y rastrera – que están ahí e infectan. La caricia que se les otorga ¿es de sometimiento?

El Cullberg Ballet en esta nueva etapa puede verse como una cierta continuidad desde que se creó. Ha dejado atrás un estilo de contarnos cosas y prefiere el significado abierto en el que la plástica cobra un protagonismo especial en el desarrollo de la abstracción.


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José Ramón Díaz Sande
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