JUEGO DE CARTAS 1: PICAS
LEPAGE EN EL CIRCO
.jpg) |
FOTO: ÉRICK LABBÉ |
El escenario es una plataforma circular de diez metros de diámetro elevada poco más de uno sobre el suelo. Una parte de ella, la corona, es giratoria. A su alrededor, el público, como en el circo. Pero a diferencia de lo que sucede en éste, aquí los artistas y los aparatos necesarios para que realicen sus acrobacias y juegos no salen por los pasillos laterales, sino que emergen del suelo a través de trampillas. Eso le da al escenario cierto aspecto de chistera de prestidigitador, pues de su interior van saliendo, como por arte de magia, barras de bar, habitaciones y pasillos de hotel, piscinas, mesas de juego y otros espacios que recrean esa capital del ocio y el juego que es Las Vegas. Pero no solo, pues también brotan recintos castrenses y algunos paisajes urbanos de Bagdad rotos por los ataques del ejército norteamericano. Raro contraste, que apenas atenúa el hecho de que ambas ciudades estén rodeadas por sendos desiertos. Mezclada con tanta escenografía, comparece una legión de personajes: clientes y personal de servicio de hotel, cantantes de rock, "croupiers", jugadores ludópatas, parejas de recién casados, prostitutas y sus caprichosos clientes, estrellas de cabaret, camareros, militares…
Contra lo que pudiera parecer, la acumulación de personajes y decorados no es agobiante. Los cuadros vivientes, algunos de bella factura, se suceden a buen ritmo. Lo que asombra es la celeridad y precisión con que se realizan las mutaciones. Uno acaba concentrando toda su atención en elucubrar sobre lo que sucede bajo la pista. Intuye que allí se oculta una compleja maquinaria de relojería y se pregunta como pueden moverse por entre sus piezas tantos actores. Es evidente que hay un propósito deliberado de provocar admiración ante el más difícil todavía y de dejar con la boca abierta al respetable. Lo evidencia el que, al final de la representación, el mago se apresura a desvelar sus trucos. El primero, cuando los actores salen a saludar y descubrimos que solo son seis. No es una novedad que, en una representación, un intérprete asuma dos o más papeles, pero sí que en ningún momento hayamos descubierto ni sospechado el desdoblamiento. Fregolismo puro. El éxito del engaño es atribuible, en primera instancia, a la calidad y capacidad de los actores y, en segundo, a que, en función de sus personajes, se expresen indistintamente en inglés, español y francés. El segundo truco no es menos sorprendente. Al saludo final del elenco se suma el de siete técnicos que, semitumbados y a ras de suelo, se desplazan bajo el escenario sobre diminutos asientos rodantes. Ellos son los que mueven, en un silencioso y seguramente trepidante ir y venir los hilos de la maquinaria escénica.
Antes del golpe de efecto final hemos asistido, durante tres horas ininterrumpidas, a la representación de la primera entrega de una tetralogía dedicada a los cuatro palos de la baraja de poker. Lepage ha empezado su andadura por el de picas. Seguirán los de corazones, diamantes y tréboles. En este primer espectáculo, su propósito es explorar el tema de la guerra. Lo hace, desde luego, en las escenas que tienen que ver con la decisión del presidente Bush de invadir Irak y las que se desarrollan en el castigado país árabe. No es tan evidente, sin embargo, la relación que tiene con esa ni con ninguna otra guerra la recreación de lo que sucede en una ciudad como Las Vegas. Que la capital del juego sea una caricatura de los valores del mundo occidental y una ciudad de paso en la que se dan cita gentes de toda condición y procedencia -ricos, pobres, vividores y soñadores-, nada tiene que ver con esa disparatada aventura bélica, por más que la acción se sitúe, en deliberada coincidencia, en 2003. Censurar que continuara la diversión y el despilfarro mientras tenía lugar una guerra lejana es una ingenuidad. La Vegas ya existía antes y ahí seguirá. Existía cuando Vietnam y existirá cuando estallen nuevos conflictos. Su decadencia, si algún día llega, tendrá otras causas.
El espectáculo que ofrece Lepage es la escenificación de un texto de autoría compartida. En su redacción han participado ocho personas, entre ellas el propio director y los seis actores. Aunque hay un trabajo de dramaturgia unificador, no se borra la pluralidad que se deriva del modelo creativo seguido. El resultado es una suma de fragmentos que componen un retablo, bello en su conjunto, pero de desigual factura. La pregunta que subyace es: ¿Todo esto para qué? Porque no se entiende bien tal alarde para contarnos una historia que no requiere semejante derroche. Cuesta más el envoltorio que el contenido. Justificarlo con el pretexto de que así se modifica la tradicional perspectiva del público carece de sentido. La obra hubiera sido la misma representada en un escenario a la italiana.
Título: Playing Cards 1: Spades (Juegos De Cartas 1: Picas)
Dramaturgia: Peder Bjurman
Asistente de dirección: Félix Dagenais
Música original: Philippe Bachman
Diseño de decorado: Jean Hazel
Diseño de iluminación: Louis-Xavier Gagnon-Lebrun
Diseño de sonido: Jean-Sébastien Côté
Diseño de vestuario: Sébastien Dionne
Asistente diseño de vestuario: Stéphanie Cléroux
Diseño de atrezzo: Virginie Leclerc
Diseño de imágenes: David Leclerc
Producción & Gira: Marie-Pierre Gagné
Director técnico: Paul Bourque
Director técnico de gira: Patrick Durnin
Responsable de escenario: Christian Garon
Responsable de iluminación: Renaud Pettigrew
Responsable de sonido: Stanislas Elie
Responsable de vídeo: David Leclerc
Responsable de vestuario: Sylvie Courbron
Responsable de atrezzo: Virginie Leclerc
Responsable de maquinaria: Anne Marie Bureau
Maquinista: Simon Laplante
Consultor técnico: Tobie Horswill
Construcción de decorado: Astuce STUCE Décors
Agente: Lynda YNDA Beaulieu. - Productor: MicheI Bernatchez
Compañía: Ex Machina
Teatro
Intérpretes: Sylvio Arriola, Núria Garcia, Tony Guilfoyle, Martin Haberstroh, Sophie Martin, Roberto Mori. - Dirección: Robert Lepage.- Texto: Sylvio Arriola, Carole Faisant, Núria Garcia, Tony Guilfoyle, Martin Haberstroh, Robert Lepage, Sophie Martin y Roberto Mori.
Duración aproximada: 3 horas (sin intermedio)
Idioma: Francés, inglés, español, árabe y alemán (con sobretítulos en español)
Canadá. Producción 2012
Dirección: Robert Lepage
Estreno en Madrid: Estreno absoluto, Teatro Circo Price - 9 v - 2012
 |

TEATRO CIRCO PRICE
RONDA DE ATOCHA, 25
AFORO: 1,500
TF. 91 528 81 22
METRO: lAVAPIÉS Y eMBAJADORS
pARKING: sEBASTIÁN eLCANO, 25
www.entradas.com y Tf. 902 488 488
|
|