EN GRILLETES
JUEGO ENTRE DOS ACTRICES
Título: En grilletes.
Compañía: Las grotesques.
Guión y dirección: Sexpeare.
Escenografía y vestuario: Teresa Rodrigo.
Iluminación: Paco Murillo y Mariano Zabaleta.
Intérpretes: Alaitz Cabriada y Elena Lombao.
Estreno en Madrid: Teatro Alfil. Febrero 2005.
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El
teatro Alfil continúa generando grupos que siguen una peculiar
estela humorística. Las grotesques se presentan como una
suerte de epígono de Sexpeare, creadores de espectáculos
como Hipo, ¡Qué pelo más guay! o H, y ahora directores de
esta nueva compañía, que aborda un espectáculo sencillo y
desenfadado, pero eficiente y capaz de una fluida comunicación
con el público, conseguida por medio de una historia con escaso
recorrido, pero divertida y feliz en su ejecución.
El
humor de En grilletes es ecléctico e inmediato, sin
excesivas pretensiones de hondura intelectual o crítica, pero
limpio y sin concesiones. El espectáculo toma como punto de
partida el tratamiento paródico del cine, la televisión y la
radio, y discurre por el territorio de la inverosimilitud y de
la fantasía, en el que se cruza la presencia de una realidad
distorsionada, pero reconocible a través de la representación
abusiva que de ella hacen los medios de comunicación de masas.
Desde este tratamiento paródico Sexpeare y Las
grotesques construyen una trama disparatada y versátil, que
juega con la sorpresa y con la burla esos mismos medios y
también de aspectos que pudieran resultar sentimentales o
melodramáticos. El modelo es el reportaje periodístico,
constantemente entreverado de cortes metateatrales, de guiños a
la complicidad del espectador, de salidas y entradas de los
personajes por parte de las actrices, de construcción de nuevos
personajes, de pequeños gags, etc., todo ello en una sucesión
rápida, que tolera bien un cierto grado de arbitrariedad o de
incoherencia, puesto que es finalmente asumida por la propia
propuesta.
Todo
ello tiene mucho de juego, de ejercicio, en la línea de otros
trabajos exhibidos en la sala, que busca una relación muy
estrecha con un público que se muestra entregado desde el
principio de la función. Este tipo de propuestas requiere ante
todo la convicción de quienes las llevan a cabo. Y esta es, sin
duda, la clave de su funcionamiento y de su éxito. La simpatía,
la entrega y la soltura de las actrices lo es aquí casi todo.
Ellas juegan, mandan y resuelven, se sobreponen a las caídas o
las debilidades de una trama con frecuencia demasiado sencilla.
Pero Alaitz Cabriada y Elena Lombao la hacen
atractiva y la convierten en un espectáculo cohesionado e
hilarante, pleno de teatralidad.
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