RESEÑA,
nº 182, MARZO 1988 |
DANNY I ROBERTA
DANZA APACHE PARA DOS SOLITARIOS
PEP MUNNÉ
APUNTA A UN TEATRO QUE VOMITA SANGRE DE HOY |
Título:
Danny i Roberta.
Autor: John Patrick Schanley.
Versión catalana: Josep Costa y Cristina
Rihuete (premio Josep M. de Sagarra de traducción en
1986).
Intérpretes: Mercé Managuerra y Pep Munné.
Escenografía: Joan Mora.
Música: Gocanegra.
Iluminación: Francesc Rodelas.
Dirección: Josep Costa.
Estreno en Barcelona: Teatro Regina, 9 – XI -
1988. |
Pepe Munné y Mercé Managuerra
Foto: Ferrán Freixa
|
Conocedor en carne propia del contexto marginal y hostil del
Bronx neoyorkino, extremo, patria de los hopelessness e infierno
de violencia y desesperación, John Patrick Schanley
estrenaba Danny and the deep blue sea —an apache dance—
en el Off-Broadway (1984), termómetro de la vitalidad del
teatro americano actual, paradójicamente uno de los grandes
desconocidos de este país. Teatro político, diligente, militante
y combativo, en las antípodas del acto cultural —en el mejor de
los casos— y social que ha terminado por dominar nuestras tan
brillantes como insípidas carteleras, con la indispensable
bendición de las instituciones públicas, sin las cuales
cualquier aventura teatral se parece cada día más a un suicidio
estéril.
Lejos de la lógica culturalista del producto resonante y
fácilmente digerible, de la espectacularidad vacía y del
esteticismo preciosista tan caro a nuestras carteleras, la
insólita propuesta de Pep Munné apunta a un teatro que
vomita sangre de hoy, de un mundo omnipresente dispuesto a
retratarse para sus contemporáneos. Dos seres atomizados en
angustiosa incomunicación, desarraigados, emblemas de las
inmensas y hostiles urbes, pero profundamente diferenciados
dentro de su propio mundo de ghettos, delincuencia y violencia
como último y desesperado intento de romper la insoportable
soledad. Roberta, ahogada en una autoculpabilidad obsesiva,
atormentada por su propia inseguridad, ha perdido cualquier
atisbo de esperanza y sólo aspira a paliar su carga mediante un
incidente que pasará por su vida como tantos otros. Danny —«la
bestia» entre sus compañeros de trabajo—, frágil imagen de la
agresividad, compleja sublimación de un ser sumamente vulnerable
en un mundo vedado a los débiles. Pero dispuesto a abrir sus
ojos ante la posibilidad de unos minutos de felicidad que quizá
podrían perpetuarse. ¿Le faltan todavía algunas experiencias más
para comprender la manipulación del sistema y perder la luz,
como su accidental —y más entrada en años— compañera?
Diálogo simple y humano entre dos personajes en una situación
límite, fragmentado en tonos patéticos y de un lirismo
genuinamente americano. Imágenes del Aviso para embarcaciones
pequeñas de Tennesse Williams y del realismo sucio.
Patrick Schanley huye de cualquier indicio de paternalismo y
deja que sus seres evolucionen al ritmo vertiginoso —la violenta
danza apache de los gángsters de Montmartre— que buscaba para su
obra, con la colaboración de un Josep Costa que ha tenido
la virtud de marcar con precisión las transiciones de los dos
desconocidos de forma que la enloquecida danza no acabe con la
limpieza expositiva del joven autor del Bronx, galardonado en el
último Festival de Cine de Barcelona por su guión de Five
corners.
El peso del espectáculo cae sobre un soberbio Pep Munné,
que tras explotar su cara de niño bueno en El 30 d’Abril del
Lliure, vestido ahora con cazadora ajustada y camiseta
inequívoca de duro de siempre, ofrece un trabajo arrasador y
sabiamente medido. Una grata sorpresa del joven aunque ya
experimentado actor, tras sus recientes Damunt ¡‘herba, Mel
salvatge y Pel davant pel darrera. Mercé
Managuerra, recientemente llegada de Estados Unidos tras
estudiar dos años con Uta Hagen, ofrece una efectiva
Roberta, más cómoda en los estallidos histéricos de su
paradójica vitalidad que en la serenidad de la desesperanza
soñadora del personaje. La escenografía del escultor Joan
Mora contribuye a crear una atmósfera idónea y eficaz,
mientras la traducción catalana de Josep Costa y
Cristina Rihuete — galardonados con el premio Josep Mª de
Sagarra 1986 — resulta otro notorio acierto. Ritmo y nivel
de lenguaje han siclo retratados en un catalán vivo y directo.
Muy meritoria labor teniendo en cuenta las serias dificultades
que presenta un texto con imperativos de precisión tan
acentuados.
Después de la obligada suspensión del montaje de La ceba
de Jordi Teixidor por falta de subvenciones, el Regina
anunció que su sala pasaría a manos del grupo de teatro infantil
La Trepa. Se insinúa ahora que el proyecto puede no consolidarse
e incluso hay quien ha apuntado que podría proseguir su
programación de teatro americano bajo la ya consolidada
reputación de Pep Munné como impulsor de un interesante
ciclo. Esperemos que así sea, y que la aparición de Danny ¡
Roberta en las carteleras barcelonesas sólo sea un primer
paso para que Berth Henley, Larry Kramer, Sam
Shepard u otras obras del mismo Patrick Shanley —
¿por qué no George and the Dragori o Saturday Night at
the War?—hagan su aparición en pequeños teatros de cámara, e
incluso sirvan de estímulo a jóvenes autores del país, capaces
de concebir un teatro que por fin refleje la realidad de hoy en
nuestra específica, aunque cada día menos, cultura.
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Joan Matabosch Grifoil
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