EL RETABLO DE LAS MARAVILLAS

(CINCO VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE CERVANTES)

GOZO PARA LOS INNUMERABLES ENTUSIASTAS DE ELS JOGLARS

EN ESTA OCASIÓN, SU PROPUESTA
NO ESTÁ A LA ALTURA DE OTRAS ANTERIORES.

Título: El retablo de las maravillas.
Dramaturgia, dirección y espacio escénico: Albert Boadella.
Reparto por orden de aparición: Xavire Boada (Chanfállez), Dolors Tuneu (Rabelin), Pepe Vila (Arlequino), Ramón Fotserè - Xavi Sais (Soldados), Jesús Agelet (Secretario), Ramón Fontserè (Don José), Minnie Marx (Conde de Daganzo), Pilar Sánchez (Condesa de Daganzo).
Otros personajes interpretados por los mismos actores: Una top-model, Padre Felipe, Monseñor José María, Hermana del Sagrado Corazón, Devota de Calatayud, Señora Daganzo, Señor Daganzo, José María Daganzo, Rosina (galerista), Ana (galerista), Un guardia de seguridad, Felipe (crítico), Jesús Lopez Chopos, Puri, Irina (Sarajevo), Felip Chanfállez (maitre), Martha Tree (periodista) Josemari (cocinero), Un camarero, Felipe Chanfállez (político), Carmen Chanfállez, Juanita (cubana), Jesús (político), Pilar (política), José María (pizzero).
Ayudante de dirección: Lluis Elias.
Asistentes a la dirección: Xavier Boada, Joan Roura.
Vestuario: Dolors Caminal.
Realización máscaras: Lluis Traviesa.
Posproducción vídeo: Elf Pla.
Colaboración literaria: Joseph M. Arrizabalaga.
Adaptación musical del Canon de Pachelbel: Jordi Reguant.
Interpertado por: Jordi Reguant, Marju Vatsel y el Cuarteto de Barcelona: Marc Armengol - Ulrike Janssen Edurne Vila - Sergi Boadella.
Iluminación: Cesc Borrachina.
Sonido: Guillermo Mugular.
Pantalla electrónica: Jordi Costa.
Técnicos de escenario: Jesús Díaz – Pavón, Joseph Abellán.
Dirección técnica y realización escenografía: Jordi Costa.
Director de Producción: Joseph M. Fontserè.
Construcción escenografía: Tallers Pascualín.
Realización vestuario: Atuendo For Fun, Rosa Mª Pardo.
Atrezzo: Castells i Planas.
Forja en hierro: Fernando Garreta.
Composición fotográfica: Eulàlia Grau.
Operador de cámara: Xavier Crespiera.
Imágenes pantalla: Archivo Els Joglars.
Diseño gráfico: Jaume Bach.
Fotografía: Jordi Bover.
Preparación física: Silvia Borssa.
Intendencia: Montserrat Balmes.
Asistente de intendencia: Imma Rierola.
Prensa y comunicación: Cristina Fernández.
Producción y distribución: Els Joglars.
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz,
16 – XI - 2004

Fotos: Jordi Bover.






No fue Cervantes el primero, ni Boadella será el último, que se sirven de ese retablo inexistente que todos aseguran ver so pena de ser acusados de tener orígenes dudosos, de ser corruptos o de cualquier otro inconfesable delito cuyo conocimiento ponga en peligro su patrimonio y su posición social. Cada autor lo aplicó a la sociedad de su tiempo y eso es lo que sucede en esta nueva versión. La acción se inicia en el palacio de los Condes de Daganzo, al que llegan los embaucadores con su invisible invento. Las primeras escenas aluden muy libremente al entremés cervantino. Cumplido el trámite, se da enseguida el salto a nuestros días, siendo el puente entre el pasado y el presente el hijo bobo de los Condes, don José, que se va transformando, sucesivamente, en una serie de personajes que tienen en común llamarse José María y a los que no resulta difícil reconocer aunque se omitan sus apellidos, pues todos tuvieron o tienen notoriedad pública. Inaugura el censo, Monseñor Escribá de Balaguer, fundador del Opus Dei, y siguen un pintor que podría ser Sicilia, quién pasó de utilizar en sus obras elementos de uso común a la abstracción más pura, el restaurador vasco Arzak, uno de los padres de la nueva cocina, y, en fin, el expresidente de gobierno Aznar. A su alrededor pululan otros personajes conocidos, como Rosina Gómez Baeza, directora de ARCO, Felipe González o su esposa Carmen Romero.

Para los innumerables entusiastas de Els Joglars, el espectáculo es un gozo. Buena parte de los asuntos que se abordan ya fueron tratados en obras anteriores, como Teledeum, Ubú President, La increíble història del Dr. Floit & Mr. Pla y Daaalí. En ellas sus dardos apuntaban a la Iglesia, al arte contemporáneo y a la clase política. Ahora añade el mundo de la moderna gastronomía, que se caracteriza por ofrecer raciones escasas de sofisticada elaboración. Por otra parte, la factura del espectáculo es la habitual de la compañía catalana. Una excelente y cuidada puesta en escena, en la que vuelve a aparecer, como elemento destacado, una pantalla electrónica, cuya presencia es justificada por Boadella, con la ironía que le caracteriza, porque, no habiendo amortizado todavía su coste, no pueden prescindir de ella. Pero, por encima de todo, están los actores. Ocho magníficos cómicos que interpretan diversos papeles sin apenas recurrir a la caracterización ni a otros artificios que les acerquen al aspecto físico de sus personajes, a los que, sin embargo, acaban pareciéndose como dos gotas de agua. A Ramón Fonseré, por citar al máximo representante de esta suerte de artistas camaleónicos, le hemos visto encarnar, a lo largo de su ya dilatada vida profesional, a personas conocidas, como Jordi Pujol, Josep Plá o Salvador Dalí, sin dejar de ser él, sin desfigurar su propio semblante. El suyo, y el de sus compañeros, es el arte del gesto.

Si no nos dejamos llevar por la fascinación que provocan las fiestas teatrales a que Els Joglars no tiene acostumbrados, hay que decir que, en esta ocasión, su propuesta no está a la altura de otras anteriores. No todas las escenas que la integran tienen el mismo interés, ni resulta homogéneo su ensamblaje. Tampoco tiene el texto la hondura crítica a la que invitan los temas que se abordan. Abundan las frases ingeniosas y las situaciones hilarantes, pero eso no parece suficiente para desnudar de los pies a la cabeza a tanto embaucador que vive de la venta de humo a los ciudadanos poco informados, o ingenuos y, por qué no, a los tontos útiles o a los que se pasan de listos. De todos ellos hay en esta obra. Unos producen pena, como los invitados por el rey de los fogones, que acaban yéndose con el estomago vacío después de degustar un menú compuesto de invisibles manjares. Otros, en cambio, nos recuerdan que, al igual que sucede con el timo de la estampita o del décimo premiado, tan delincuentes como los estafadores son los estafados.


Más información

           PROGRAMACIÓN DEL TEATRO ALBENIZ
           EL RETABLO DE LAS MARAVILLAS


Jerónimo López Mozo
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