LA CELOSA DE SÍ MISMA
EL SESO ABLANDADO POR EL AMOR
Foto: Ros Ribas |
Título: La Celosa de sí
misma.
Autor: Tirso de Molina.
Versión: Bernardo Sánchez.
Música original y espacio sonoro: Yann Díez Doiz.
Coreografía: Luis Olmos/Viviana.
Escenografía: Gabriel Carrascal.
Iluminación: Juan Gómez Cornejo (A.A.I.)
Vestuario: María Luisa Engel.
Realización pinturas vestuario: Clap.
Realización Escenografía: Conefe S.L.
Asesor de verso: Vicente Fuentes.
Intérpretes: Joaquín Notario( D. Melchor), Vicente
Díez (Ventura), Pepa Pedroche (Doña Magdalena), Carmen Belloch
La Quiñones), José Luis Patiño (Don Jerónimo), Fernando Cayo Don
Sebastián), Cipriano Lodosa (Don Luis), Goizalde Núñez (Doña
Ángela), César Sánchez (Don Alonso).
Actores – Bailarines: Cristina Arias, Olga Castro,
Nacho Castro, Virginia Flores, Iván Luis, Viviana López Doynel,
Eva Muñoz, Roberto da Silva.
Grabación musical interpretada por: Yann Díez y Alí
Reza con la colaboración desinteresada de la soprano Loreto de
Fonseca y el tenor Julio Morales.
Dirección: Luis Olmos.
Estreno en Madrid: Teatro Pavón (Compañía Nacional de
Teatro Clásico), 21- XI -03.
(Reposición en Madrid: Teatro pavón, 16 – IX -04)
Foto: Ros Ribas |
No es
título conocido, ni siquiera en los libros de literatura. El
rescate de esta sencilla pero deliciosa comedia, es interesante
tanto por la novedad del texto, como por su actualización
lingüística y puesta en escena. En el fondo es una bobadita muy
bien entregada a los espectadores, tanto desde el punto de vista
de la dirección (Luis Olmos) como de la interpretación en
conjunto.
El tema, una niñería pero también
una realidad que en casos límite puede llegar a situaciones más
profundas y crear auténticas tragedias .Los que hayan
experimentado eso que llamamos “amor”, pueden testificar que tal
sentimiento pone una selectiva venda en los ojos, la cual deja
ver, de la persona amada, sólo lo que conviene al enamorado. Tal
es el caso. Boda de compromiso: un leonés de pocos medios, pero
de familia bien considerada, viene a Madrid para casarse con
dama, bien adinerada. El destino, siempre el destino, le lleva a
observar la ebúrnea mano de una dama, durante la misa en el
templo. La venda del amor cela cualquier otra observación.
Aquella mano le impide tener una mirada objetiva ante la belleza
de su prometida que, para él ni tiene rostro agradable ni
delicada mano como aquella que le fascinó y le ablandó el seso.
Y no les digo más, porque conviene que acudan a esta Celosa.
Foto: Ros Ribas
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No me consta que a Tirso le fuera
familiar el “fetichismo” en los lances de amor. Al menos una
verbalización clara del término. Sin embargo esta comedia
analiza muy bien el fetichismo erótico con una fijación, no en
el pie como mandan los cánones eróticos de la novelística y del
cine, sino en la mano. También es verdad que la mano en el ser
humano es de los miembros más expresivos de la personalidad y de
los más adorados. La genética de la mano denuncia el árbol
genealógico y la profesión, hasta el punto de ser una “acusica”
en los crueles momentos de los odios entre hermanos, como sucede
en las cruentas revoluciones sociales. Los preámbulos de la
entrega sexual siempre comienzan con la unión y entrelazado de
los dedos en la pareja. Por eso no es ninguna tontería que Tirso
vea en esa mano la expresión más apasionada del amor. Junto a
ello el atontamiento del enamorado.
Temas secundarios completan urbanísticamente el tema central.
Llama la atención la descripción de un Madrid lleno de vida
(viciosa calle Mayor y ambientes de un mistérico Madrid) y de un
Madrid en el que las casas comienzan a ser lugares de
incomunicación entre los vecinos (vamos, como nuestros bloques
de periferia). Otros son las apuntadas relaciones entre los
personajes secundarios: dama que aprovecha el equívoco para
robar el amor del leonés, cómicas y apuntadas relaciones
homosexuales (no sé si es cosecha de Tirso o de Bernardo
Sánchez, el autor de la versión). Y después está la consabida
astucia de la mujer sobre el atolondramiento de los hombres. La
“Celosa” y su coláteres femeninas siempre resultan más listas,
más avispadas y más decididas que el hombre. Tema recurrente en
los clásicos nuestros, sobre todo en las comedias. No era sino
un modo, en aquellas mujeres, de sobrevivir y tener fuerza ante
una cultura que adora al hombre, hoy llamada “machista”.
Luis Olmos dirige con gran habilidad y ritmo la función Mediante
una minimalista y bella escenografía resuelve ágilmente las
mutaciones y enmascara, acertadamente, al tradicional tramoyista
con bailarines - criados de la casa - que a ritmo de dancitas
trasladan paneles y esquemáticos muebles, convirtiendo la obra
en un apunte de comedia musical sin pretensiones. La minimalista
escenografía posee la virtud de haber sabido elegir simples,
pero muy significativos y connotativos elementos escenográficos.
Foto: Ros Ribas |
Joaquín Notario (él galán
bobalicón) y Pepa Pedroche (la fetichística dama) recrean a la
perfección los personajes. La mano, verdadera protagonista, se
exhibe y se mueve con gran esmero, hasta el punto de obligar al
espectador a centrar su atención en ese adminículo corporal.
Todos dicen el texto con gracejo,
ritmo y comprensión para el espectador. Este milagro, no siempre
fácil en los clásicos, se debe a los actores pero también a la
versión de Bernardo Sánchez que ha sabido actualizar términos y
giros sin quitarle el sabor de época.
Esta Celosa es una delicia
de comedia en el que cuenta mucho la colaboración Tirso-Bernardo
que,
entre los dos, han conseguido un bello lenguaje.
Esta Celosa posee algo de Mozartiana y de comedia musical.
Esta Celosa acoge aplausos auténticos y reduce el transcurrir
del tiempo a un segundo.
(Crítica aparecida en Reseña, Febrero 2002, n. 357/ pp 30).
José Ramón Díaz Sande
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