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LLUEVE EN BARCELONA
PERSONAJES DE BARRIO

Título: Llueve en Barcelona
(Plou a Barcelona)
Autor: Pau Miró
Escenografía: Francesco Saponaro
Iluminación: Rafa Echeverz
Vestuario: Antonio Belart
Ayudante de dirección: Ángel Ojea
Ayudante de escenografía: Cecilia Llama
Producción: Centro Dramático Nacional
Intérpretes: Toni Cantó (David),
Víctor Clavijo (Carlos),
María Valverde (Lali)
Dirección:Francesco Saponaro
Duración: 1 hora (sin descanso)
Estreno en Madrid: teatro Valle-Inclán
(Sala Francisco Nieva), 22 – I - 2009

MARÍA VALVERDE/TONI CANTÓ
FOTO: ALBERTO NEVADO


MARÍA VALVERDE/VÍCTOR CLAVIJO
FOTO: ALBERTO NEVADO
Es normal que llueva en Barcelona. Aunque también lo es que luzca el sol. En la obra de Pau Miró hay tres personajes: una prostituta, su chulo y uno de sus clientes. Las relaciones de un trío como éste pueden desembocar en drama e incluso en tragedia, pero, según como sean sus integrantes y se desarrollen los acontecimientos, puede resultar una comedia. Aquí, como lo de la lluvia y el sol, todo es posible. Digamos, para empezar, que estamos ante unos seres de apariencia normal, pero con ciertas peculiaridades. Así, la prostituta es una muchacha joven con ansias de cultura, amante de la lectura – la poesía la fascina -, que busca su clientela en la sala de exposiciones de Caixa Forum y en los aledaños de la Universidad y que, entre servicio y servicio, se cuela en las aulas para escuchar con embeleso lo que allí se enseña. Su sueño, cambiar de vida. El chulo, como es habitual, administra los ingresos de la muchacha, pero no es demasiado exigente ni la maltrata. Se conforma con lo que trae a casa, pues lo suyo no es hacerse rico, sino vivir del cuento, ingresar lo justo para satisfacer las necesidades mínimas de la pareja y pagar el alquiler del piso. En cuanto al cliente, hombre culto dueño de una librería y casado con una mujer enferma en estado terminal, no busca sexo, sino compañía y conversación. No es raro que gente tan entrañable acabe formando una extraña y bien avenida familia, que, en cierto modo, me recuerda, salvando los escenarios – éste, el Raval barcelonés; aquél, una mansión aristocrática -, el triángulo blanco que, en El baile de Edgar Neville, formaban una matrimonio y el amigo de ambos. Y es que, en el fondo, no hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera bajo la lluvia.
 

TONI CANTÓ/MARÍA VALVERDE
FOTO: ALBERTO NEVADO
La obra de Pau Miró, bien escrita, de apenas una hora de duración, es una sucesión de escenas breves que nos van conduciendo de forma pausada hacia un desenlace que, dadas las circunstancias, no sorprende. Llega cuando el cliente enviuda y, en el sepelio de la esposa, la prostituta, lee una poesía. Tras una escena magnífica, con tantos o más silencios que palabras, los dos hombres se enfrentan para defender su territorio y acabar sentando las bases de su convivencia con la mujer. El oscuro se hace cuando los tres personajes, reunidos en amor y compaña, dan buena cuenta de unos bocadillos que ella ha subido de la hamburguesería. Final feliz, aunque también amargo. Por un lado, es posible que el sueño de la joven de dejar de hacer la calle se cumpla, pues el librero le ha ofrecido un puesto de dependienta en su establecimiento, pero, por otro, intuimos que su destino es ser el juguete de esos dos hombres que, cada uno a su manera, le adoran.
 
Bajo la dirección muy precisa y cuidada de Francesco Saponaro, quien ya había dirigido una versión italiana de esta pieza en su Nápoles natal, los tres actores hacen un trabajo impecable. En el caso de María Valverde sorprende gratamente que su incorporación a los escenarios, tan reciente, esté resultando brillante, no desmereciendo de la labor profesional que viene desarrollando en el mundo cinematográfico.
MARÍA VALVERDE/VÍCTOR CLAVIJO
FOTO: ALBERTO NEVADO


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo


TEATRO VALLE INCLÁN
(Polivalente)
DIRECTOR: GERARDO VERA
SALA PRINCIPAL:
Aforo: 510
SALA FRANCISCO NIEVA
Aforo: 150
PZ. DE LAVAPIÉS, S/N
28012 – MADRID
TF. 91 310 15 00
METRO: LAVAPIÉS
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