SAN
FRANCISCO, JUGLAR DE DIOS
UN RETO BIEN ASUMIDO
Título:
San Francisco, Juglar de Dios
Autor: Dario Fo
Versión y traducción: Carla Matteini
Escenografía: Dario Fo
Diseño de Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Vestuario: Armando Sánchez
Música: Popular italiana/Canciones de Dario Fo
Espacio sonoro: Javier Alejano
Realización Escenográfica: Sanca / Artik
Diseño Gráfico: Vicente A. Serrano /
Esperanza Santos
Fotografía: Chicho
Equipo técnico: Óskar Adiego
Distribución: Gestión y Producción Bakty, S.L.
Asesoría Jurídica y Fiscal: Verneuil & Asociados
Directora de Producción: Herminia Pascual
Ayudante de Dirección: Óskar Adiego
Intérprete: Rafael Álvarez
"El Brujo"(San Francisco)
Dirección: Rafael Álvarez
Reestreno en Madrid: Teatro Infanta Isabel,
9 – I – 2008 |
RAFAEL ÁLVAREZ, EL BRUJO
FOTO: CHICHO |
Vuelve San
Francisco, Juglar de Dios al Teatro
Infanta Isabel durante 5 semanas y la razón es “debido a la gran demanda que tuvo
por parte del público en su momento”, que fue en Octubre de 2002. Tal
reclamo publicitario lo he podido verificar el Viernes 11 de enero. Una gran
afluencia de público. Tengo que confesar que tenía mi
resquemor ante este espectáculo que, en su momento, no había visto y no era
tanto por la pericia teatral de El Brujo, ya demostrada en otros
monólogos, sino porque el texto era de Darío Fo.
RAFAEL ÁLVAREZ, EL BRUJO
FOTO: CHICHO |
A principio de los años 1970 pude
ver en Milán (Italia) El Misterio Bufo interpretado por Darío
Fo. Aquello fue una experiencia insólita. El local abarrotado como nunca lo
he visto. El público inundaba también el escenario, sentado sobre el suelo, y Darío
en medio. A mí me tocó sentarme al lado de sus pies. Quiere decir que Darío
Fo no tenía espacio para desplazarse, y desde ese angosto espacio de cabina
telefónica nos narró durante más de dos horas aquel Misterio. Fue revelador el modo de interpretar, el modo en que los
espectadores nos habíamos ubicado y las fuentes de dónde había extraído sus
textos. Hasta el momento
yo siempre
había
pensado en
la Commedia
dell’arte como origen del último teatro, al
menos el italiano, y Darío Fo lo mostraba a través de unos textos que
confesaba originarios de los juglares de
la
Edad Media. Si esta afirmación era cierta o
no, es imposible demostrarlo totalmente porque, a pesar de que Darío es
un estudioso e investigador del teatro – eso es lo que dice -, cuando se le
conoce más a fondo ya no sabemos lo que es de su cosecha y su fantasía y lo
histórico. Pero no importa.
En aquellos textos había una dura
crítica contra el poder establecido fuera político o eclesiástico – en el Misterio Bufo, principalmente
eclesiástico - , pero transmitido en clave de un humor desmitificador y muy
incorporado a la personalidad de Darío. Aquella experiencia teatral fue
muy reveladora a todos los niveles y, sobre todo, el describir al actor como
algo fundamental para el teatro y demostrar así que,
escénicamente, Darío necesitaba muy
poquitas cosas.
Han pasado ya unos 37 años y en
este período por España ha venido Darío, se han representado
otros textos suyos de a dos y más personajes e incluso se anunció en la cartelera un Misterio Bufo por un actor
español (*). Así como los textos de varios personajes me parecía que
eran asequibles para cualquier compañía, pensaba que El Misterio Bufo no lo podría ser ya que
era algo como muy personal a todos lo niveles. La versión española no la
llegué a ver.
Ahora cuando El Brujo se
presentaba con un texto ideado e interpretado por Darío Fo me parecía una temeridad y de ahí mi desconfianza
que duró en los primeros
abundantes segundos y que poco a poco fue
desapareciendo. |
RAFAEL ÁLVAREZ, EL BRUJO
FOTO: CHICHO |
El texto, en la espléndida versión
de Carla Matteini, queda conformado de tal manera que se incorpora
perfectamente al actor que es Rafael Álvarez, El Brujo – recordemos
su nombre alguna vez y no tanto el apodo teatral. Durante los primeros minutos,
todavía mi mente traía una y otra vez los gestos, movimientos y expresiones de
cómo lo haría Fo. En mi interior se debatía una lucha entre Fo y El
Brujo. Llega un momento, no muy tarde, en que Fo ya se ha ocultado
entre bastidores y Rafael vuela solo.
Posiblemente una “captatio
benveolentiae” – para los que saben latín diría El Brujo – sea la insinuación
por parte del actor de la sospecha
acerca del valor investigativo de Fo. Me siento identificado cuando en
el prólogo El Brujo nos describe cómo surgió este San Francisco,
a partir de la película de Rosellini. Imagino que esa es la notificación
que Darío Fo da a sus espectadores cuando él interpreta el espectáculo. El Brujo, tras ser fiel al texto, se
sincera. Ha visto la película, pero no ha visto nada de lo que Darío
describe. Es más, una película que podría definirse como un tanto “coñazo”
(no recuerdo que El Brujo emplee este término, pero va por ahí su
experiencia). Y es cuando El Brujo
coincide en mi apreciación sobre el actor italiano: Darío mezcla en su
imaginación realidad y fantasía. Este destacarse del propio texto original
permite que El Brujo haga totalmente suya la narración de Darío.
RAFAEL
ÁLVAREZ, EL BRUJO
FOTO: CHICHO |
La historia va de contarnos la vida de San
Francisco y su relación con los estamentos eclesiásticos, políticos y
populares como es y no tanto cómo la da la versión oficial, que sin saber por
qué hace que se extravíen los documentos originales. Extravío que recuerda
tiene un grado progresivo de responsabilidad: el gremio de los franciscanos,
responsabilidad nula debido a su sencillez; con el gremio de los jesuitas ya
hay que menear la cabeza, con los del Opus Dei más y con los Quicos
pues puntos suspensivos.
Mediante estas
bromas, muy del agrado del
público, este juglar
Brujo/San Francisco toca un tema importante: la mitificación
de santos y figuras políticas, literarias o de otros estamentos en loque se han
llamado hagiografías o biografías. Siendo
las fuentes otras que las establecidas por el poder, vamos acercándonos a la
historia Francisco como la de un juglar – en este caso de Dios –
que al hablar de Dios, se enfrenta con un poder manipulador del mensaje
evangélico. Lo que sucede, y esta es la estética teatral de Darío, es
que todo está narrado con humor, cierta ironía y sin acritud. Son como los ojos
de un niño que todavía no han aprendido a censurar los acontecimientos y
muy propias de aquellos narradores medievales llamados juglares.
La interpretación de Rafael
Álvarez, El Brujo es, como en otras ocasiones, magistral y humana. Está muy
lejos de ser un texto recitado al estar interrumpido, inteligentemente, por
apostillas, anécdotas y alusiones actuales o cierta interacción con el público.
Ha conseguido incorporarlo a su propia piel.
Este San Francisco Juglar de Dios es también un homenaje y un
cariñoso recuerdo para con dos actores que nos han abandonado: Paco
Rabal y Fernando Fernán Gómez. Al primero lo ve apto par prestar su
voz y gesto al bendito hermano lobo que tan bien se supo amigar con San
Francisco, y al segundo le pide prestada la voz, esa voz agria y humana de Fernán
Gómez, para su cardenal Colonna, intercesor de Francisco ante
el papa Inocencio III.
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RAFAEL
ÁLVAREZ, EL BRUJO |
PIERROT
(LES GILLES)
WATTEAU |
El vestuario, una especie de chándal
blanco con capucha incorporada, posee la virtud de evocar el hábito frailuno y,
personalmente, me ha llevado a la pintura de Watteau: Pierrot (Les Gilles), paradigma del cómico
de
la Comedia
dell’arte, tanto por las líneas del vestuario como por su ubicación en el
marco del Teatro Lara.
Una escenografía minimalista a
base de cables de los que penden bombillas a ras de suelo, amén de práctica
para su traslado por gira, es altamente evocadora. La discreta presencia del fondal
pictórico, cedido por el propio Darío Fo, nos remonta al medioevo.
Rafael Álvarez El Brujo nos ofrece una agradable velada,
en la que a través de una crítica, aparentemente ingenua, apela a los verdaderos
valores del ser humano. El público conecta pronto, no solamente por la simpatía
de El Brujo, sino porque, nos permite
descargar – en cada espectador es diferente – la bilis que los poderes e
instituciones públicas nos hacen tragar con sus cauciones más o menos prepotentes.
(*)“Teatro del Ay, ay, ay” y Chusco Garci Muñoz se atrevió
con El Misterio Buffo |