RESEÑA 1999
NUM. 310, pp. 31-32 |
La mujer de negro
Fantasmas en el escenario
En 1999
La Mujer de negro aparecía en el Teatro
Infanta Isabel y con gran éxito. Con anterioridad la había montado el
grupo La pavana de Valencia.
Recuperamos la crítica que Jerónimo
López Mozo escribía en la revista Reseña.
El éxito de entonces se repite en el 2007.
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Título: La mujer de
negro.
Autor: Stephen
Mallatratt (sobre la novela de Susan Hill).
Traducción: Anna Cimel10 y José
Vicente Martínez Luciano.
Espacio escénico: Carlos
Montesinos.
Iluminación: Alfonso
Barreda.
Vestuario: Rocío Cabedo.
Intérpretes: Emilio
Gutiérrez Caba y Jorge de Juan.
Dirección: Rafael
Calatayud
Estreno en Madrid: Teatro Infanta Isabel, 15 – IX - 99. |
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EMILIO
GUTIÉRREZ CABA
JORGE
DE JUAN
(1999) |
Consta la obra de
dos partes bien diferenciadas. En la primera asistimos al encuentro, en el
escenario de un teatro, entre un abogado y el actor al que ha contratado para
que le ayude a representar, ante familiares y amigos, un antiguo y oscuro
episodio de su vida que, a pesar del tiempo transcurrido, le obsesiona. En la
segunda parte, asistimos a la escenificación de esa historia, una historia de
fantasmas que se desarrolla, fundamentalmente, en una mansión aislada y
deshabitada, situada en un paraje pantanoso y casi siempre envuelta por la
niebla.
El gran acierto del espectáculo, que explica el éxito
teatral de una obra de terror, es que durante la primera parte, francamente
divertida por las dificultades que el abogado encuentra para interpretar su
propio papel, se recalca insistentemente que estamos en una representación
teatral. Los actores recitan sus papeles, los intercambian y discuten sobre
la interpretación mientras van y vienen del escenario a la platea. Al
espectador se le advierte continuamente de que asiste a una sesión de teatro
dentro del teatro, a una especie de ensayo en el que los objetos no son lo que
representan, sino lo que la imaginación de quienes los usan desea. Así, un
cajón sirve para guardar cosas en su interior, pero también de mesa o de
cualquier otro mueble cuando la acción lo exige.
La pesadilla del abogado es mostrada como una especie de
ensayo general. Se prescinde del realismo de la novela o del cine: en el
teatro sonaría a falso. Para entonces, los espectadores ya han asumido que nada
de lo que contemplan es real, tanto que dan por bueno que aquel cajón que
sirvió de mesa se transforme, con el añadido de una banqueta, en un
coche de caballos guiado por un misterioso cochero.
EMILIO GUTIÉRREZ CABA
JORGE DE JUAN
(VERSIÓN, 2007)
FOTO: MIRACLE |
En la puesta en escena
no se prescinde de los efectos habituales en el género del terror. El
escenario, lleno de luz al principio, como la platea, es sumido en una penumbra
que apenas deja entrever la imponente silueta de la mansión o, a través de
telones de gasa que difuminan las imágenes, su interior lleno de rincones
misteriosos. El fantasma de una mujer enlutada recorre, entre gritos
estremecedores, estos espacios y, a veces, su rostro enigmático nos mira desde
la profundidad del escenario. El director, Rafael
Calatayud, ha contado con la eficaz colaboración de Carlos Montesinos y Alfons
Barreda, creador del espacio escénico e iluminador, respectivamente, para crear el
ambiente adecuado. |
Emilio Gutiérrez Caba ha encontrado en
esta pieza una ocasión de oro para mostrar su madurez como actor. No todos los
papeles que interpreta los resuelve con igual fortuna - en alguno le falta
contención-, pero, en conjunto, su trabajo deja patente su amplio y sólido
registro interpretativo. Jorge de Juan hace un gran trabajo no exento de riesgos. Su dinamismo y apasionamiento
tienden hacia el desbordamiento, pero siempre logra evitarlo a tiempo.
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