MEDEA [LA EXTRANJERA]
MEDEA DE MEDEAS
UN EXCELENTE ESPECTÁCULO.
Título:
Medea [la extranjera].
Autores: Séneca, Eurípides, Heiner Müller, Grillparzer, Apolunio
de Rodas y Pasolini.
Traducción y versión: Carlos Iniesta.
Dramaturgia: Ricardo Iniesta
Espacio Escénico: Ricardo Iniesta
Música: Cánticos y temas musicales étnicos (Armenia, Albania,
Bosnia, Irán, Grecia, Rajasthan, Arabia, Azerbaiyán, Nepal,
Tibet, Kerala, Indonesia...)
Vestuario: Carmen Giles.
Intérpretes: Jerónimo Arenal (Eetes, rey de la Cólquide y padre
de Medea/Creonte, rey de Corinto) , Manuel Asensio (Apsirto,
remano de Medea), Aurora Casado (Medea Agua), Joaquín
Galán (Jasón), Silvia Garzón (Medea fuego y
Preusa, hija de Creonte), María Martínez de
Tejada (Medea tierra) y Marga Reyes (Medea viento).
Coros de colcos, corintios y contemporáneos
Producción: Atalaya.
Dirección: Ricardo Iniesta.
Estreno en Madrid: Teatro Español,
13 – IX - 2006.
Arreglos musicales: Paco Yuste
Grabación de voces: Estudios Sputnik
Fotografía: Yolanda Lancha, Moisés Robles,
Luis Castilla y
Brígido
Coreografía: Actores de Atalaya
Maestros invitados: Esperanza Abad (coros), Kalamandalam
(Kathakali, India),
Susanne Vill (voces), Doreen Thobekile (canto
zulú, Sudáfrica)
Realización de escenografía: Teión
Máscara Eetes: Rocío de la Calle
Técnico de Iluminación: Nacho Almarcha
Sonido: Rafa Calderón
Ayudantes de dirección: Marga Reyes y Sario Téllez
Gestión: Moeckel
Coordinación de Distribución y producción: Sonia Rivera
Secretaría de dirección: Melisa Fendell
Dirección: Ricardo Iniesta
Duración aproximada: 85 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Español,
13 – IX - 2006. |



FOTOS: YOLANDA LANCHA
MOISÉS ROBLES |

FOTO: YOLANDA LANCHA
MOISÉS ROBLES |
La Medea de Atalaya bebe en varias Medeas, desde las clásicas de
Eurípides y Séneca hasta la de Heiner Müller. Esa pluralidad de
fuentes no da como resultado una Medea plural, sino un personaje
único, que, sin embargo, es interpretado por varias actrices. No
hay contradicción en este planteamiento. De cada autor presente
en esta versión de la tragedia, Carlos Iniesta, su responsable,
ha seleccionado aquellos materiales útiles para elaborar un
texto que verse sobre el asunto abordado en este espectáculo, el
de la inmigración, un drama que, pareciendo nuevo, es tan
antiguo como el mundo. Ya en el título se apunta cuál es el
contenido de la propuesta, pues la palabra Medea va acompañada
de la expresión La extranjera encerrada entre corchetes. Se ha
prescindido de muchos aspectos considerados esenciales para la
interpretación del mito, o se les ha restado relevancia,
dejándolos en un segundo plano. Cuanto se ha seleccionado de los
materiales manejados y ofrecido en esta versión tiene que ver
con el viaje de Medea desde su tierra natal hasta Corinto,
haciendo hincapié en los motivos de su marcha, en el rechazo y
desprecio de los que es objeto en el país de acogida y en su
trágico final. Así pues, tras un prólogo compuesto con
fragmentos de Ribera despojada, de Müller, asistimos al
enamoramiento de Jasón y Medea, al rechazo de esta relación por
parte de Eetes, padre de Medea y rey de la
Cólquide, al episodio
del robo del Vellocino de oro y a la huida de la pareja, durante
la que se produce la muerte, a manos de Jasón, del hermano de
Medea, que trataba de impedirla. Siguen los hechos que
convierten la vida de Medea en su patria de adopción en un
infierno: el repudio de Jasón, que va a casarse con la hija del
rey de Corinto, y la orden de expulsión que recibe. Continúa con
el acto de venganza de Medea, que se inicia con el asesinato de
la que va a ser la esposa de Jasón y concluye con el de sus
propios hijos. Cierra el espectáculo un epílogo, que de nuevo
recoge textos de Müller, en esta ocasión de Paisaje con
argonautas, en el que se alude a la actualidad de lo que se ha
contemplado.
Que el personaje de Medea sea asumido por varias actrices
conviene al carácter ritual del espectáculo. Cada una de ellas
vincula al personaje con los cuatro elementos de la Naturaleza,
y así reconocemos como Medea Tierra a la joven que vive entre
los suyos, como Medea Fuego a la que, en el debate entre la
obediencia al padre y el amor a Jasón, se inclina por éste, como
Medea Agua a la que, repudiada por el esposo y vejada por
quiénes la rodean, lamenta haber abandonado su patria, y como
Medea Viento a la que trama la venganza y la ejecuta. Cuatro
imágenes de Medea que corresponden a otras tantas etapas de su
vida, pero que no se consumen cuando concluye cada una de ellas,
sino que reaparecen para discutir, darse ánimos ante la
adversidad y humillar a Jasón. |

FOTO: YOLANDA LANCHA
MOISÉS ROBLES |
Fiel a su trayectoria, Ricardo Iniesta, al frente de la
compañía
Atalaya, brinda un espectáculo que se inscribe en un teatro de
investigación en el que lo ritual tiene una presencia muy
importante. Los objetos que pueblan la escena, hábilmente
manipulados por los actores, compiten con ellos en movilidad y
versatilidad. Hay unos elementos prismáticos, largas y estrechas
cuñas de madera, que,

FOTO: YOLANDA LANCHA
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en función de su disposición en el
escenario, aparentan ser columnas, bosque, empalizada o navíos.
Comparten el escenario con unos armazones de madera
rectangulares, cada uno de los cuales sujeta un entramado de
recias cuerdas. Aislados o juntos, verticales o inclinados, son,
sucesivamente, escalas por las que trepan los personajes, lechos
o barcos enfrentados en duros combates en alta mar. El
espectacular y rico vestuario diseñado por Carmen Giles, al
fundirse con los citados elementos escenográficos, convierte el
escenario en un espacio mágico de gran belleza plástica. La
incorporación de cánticos y músicas procedentes de países y
regiones como Albania, Rajasthan, Azebaiyán, TKerala o el Tibet
desborda los límites de la cultura mediterránea en que los que
se asienta el mito y da al espectáculo una dimensión telúrica.
Aunque podría destacarse el trabajo de algunos actores sobre el
de otros, nunca hasta el punto de establecer diferencias
llamativas, es preferible juzgarlo en su conjunto, pues lo que
ofrecen tiene el sello de lo colectivo. Es sorprendente como, a
pesar del enorme esfuerzo físico al que se someten, posible
gracias a un entrenamiento riguroso y orientado a recuperar para
la escena los hallazgos de las primeras vanguardias, sus voces
tienen potencia y calidad, alcanzando en algunos momentos cotas
de gran brillantez. Así sucede en el monólogo en el que Medea
Viento, interpretada por Marga Reyes, enloquece
tras dar muerte a sus hijos. En suma, un excelente espectáculo.
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