LA BOHÈME
UNA MIMÍ QUE SORPRENDE
Título:
La Bohéme
Música: Giacomo
Puccini
Libreto: Luigi Illica y Giuseppe
Giacosa
Opera en 4 actos
Compañía
Ópera Romántica
Intérpretes:
Helena Gallardo (Mimí), Francesco Pío galazo (Rodolfo), Santos
Ariño (Marcelo),
Armando del Hoyo
(Colline), Ulises Fuentes (Shaunard),
María José Santos (Musetta)
Carlos London
Benoit – Alcindoro
Duración: 2 Horas 35 Minutos aproxima
amente con 3 descansos de 10 minutos.
Estreno en Madrid: Teatro Compac Gran Vía, 5-V-09 |
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Se presenta por ver primera, en Madrid,
la Compañía Ópera Romántica, cuya información sobre ella pueden leerse en esta
misma página www.madridteatro.net. La
estructura viene a reproducir a las antiguas Compañías de Repertorio de Zarzuela, en este caso operístico,
aunque también alterna títulos de zarzuela. Aquellas compañías eran una
salida para los cantantes líricos. El género decayó por los nuevos estilos de
Teatro Musical y porque se encontró con un público más exigente. También es
cierto que los montajes terminaron por ser clónicos y anodinos en todos los
aspectos. Los nuevos tiempos trajeron revisión de libretos, puestas en
escena y manjar mayores presupuestos, de modo que se optó por aplicar al género
el ropaje de gran espectáculo. Tales Compañías sobrevivieron mejor o
peor y sólo los fervorosos les toleraban sus debilidades.
En España
la Compañía de Repertorio de Ópera fue menos frecuente – sí en Italia -,
aunque a juzgar por la sátira de la zarzuela El Dúo de
la Africana,
en la que su director Querubini calificaba a su
Compañía de ”Ópera
barata” y “non pago”,
porque el coro “canta
male”, “la tiple
è mía moglie” etc. En clave de humor venía a
ser una crítica de tales Compañía itinerantes de dudoso valor artístico
y sonoro. De todos modos, en estos últimos tiempos la Ópera en España se
recluyó en los Grandes teatros: primero en el Liceo de Barcelona, luego en Madrid en el Teatro de
la Zarzuela
y ahora en el Teatro Real y
posteriormente en el Teatro Arriaga
de Bilbao, el Teatro Campoamor de
Oviedo, el Teatro Pérez Galdos de
La Palmas de Gran Canarias y
poco más. Todos ellos presentan grandes
creaciones e indudablemente ahondan, con mayor o menor acierto, en la evolución
de las puestas en escena, adaptación de libretos, atractivas escenografías e
intentan contratar las “grandes voces internacionales”.
Nada que objetar a tal despliegue, sí a que algunas naciones, como
es el caso de España, no han hecho, todavía, una política cultural a
fondo para que deje de ser un espectáculo de élite, lo cual proviene del
elevado coste de las localidades y su dificultad en adquirirlas.
Este mal, en Italia y otras naciones, se remedia con otro tipo de
política cultural y también con la creación de Compañías Alternativas, de corte más modesto en la
producción, pero no olvidando la calidad musical y evitando que sean “una Compañía de ópera
barata”.
Quiere esto decir que, con respecto a la crítica, hay que situarse
en otra perspectiva. No de menor exigencia, pero sí tener en cuenta el entorno
de la producción y sus pretensiones. Desde ya,
la Compañía Ópera Romántica no es una “Compañía de Ópera barata”.
Ópera
Romántica ha escogido ópera italiana y títulos familiares para un público
medio y así las historias y las músicas no le son totalmente desconocidas. Ha
comenzado con
La Bohème de G. Puccini.
Cuando se está acostumbrado a
los montajes del Real, cuesta el entrar en este tipo de montaje más reducido en
todo: profesores (24), coro (20) y escenografía que, digna en su construcción,
se apelotona un poco sobre el escenario, a tenor del local. Por eso, hay que
cambiar el chip. Y se cambia cuando se observa que las texturas del decorado
son buenas, que la iluminación tiene pretensiones narrativas y que hay una
dirección escénica, evitando el estatismo en los cantantes y un buen vestuario. |
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Pero lo importante en la ópera es la calidad musical y ello comienza ya a percibirse en la orquesta, bajo la
dirección de Carlos Cuesta.
Era el día del estreno en Madrid y no sé si eso pudo influir, pero
durante todo el primer acto es Santos
Ariño en el papel de Marcelo quien destaca por su
seguridad y precisión, no así Helena
Gallardo (Mimí) que comenzó discreta e hizo temer que, sin Mimí,
no habría una Bohème digna. No
obstante, en los actos restantes, parece como si hubiera renacido una nueva Mimí
y cumplió mucho más allá de las primeras impresiones, tanto a nivel de voz como
de interpretación. Sobresale María José
Santos en Musetta, tanto por su
seguridad vocal como por su desafiante interpretación.
Quien desconcierta es Francesco
Pío Galasso en el protagonista Rodolfo. Tenor de voz potente y
limpia, a veces resulta estridente y, pienso, que requeriría ciertos matices.
En conjunto la representación del día del estreno, vocalmente, ha
sonado mejor en las arias y dúos.
Tanto a nivel de escenografía
como a nivel de puesta en escena, se sigue una línea tradicional, sin buscar
nuevos experimentos. Ópera Romántica
no lo pretende una vez que tiene claro el público al que va dirigido: el
aficionado a la ópera que no puede acceder al Real, al de una cultura media
sobre la ópera y que posiblemente nunca ha visto aunque sí oído, y al neófito
en este arte de la ópera.
Se nota una atención especial a la iluminación, buscando no
solamente los ambientes sino ciertos efectos. Entre ellos algunos aciertan de
pleno como es la creación de la neblina en el Acto III – el fielato (aduana) de
París,
la Barrière de’Enfer – en sustitución de la nieve. En
cambio, resulta más dudoso el uso de ciertas proyecciones lumínicas de corte
discotequero como son las que caen sobre Rodolfo y Mimí cuando se alejan
hacia las verjas al final del Tercer Acto.
Otra de las incongruencias es, nada más levantarse el telón, la
inundación del ya trillado humo dentro de la buhardilla. Por el contrario, es
de valorar la exitosa filigrana que supone el meter y ordenar los decorados en
espacios reducidos.
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