Esta noche, Gran velada. Reseña 1983. Crítica. Imprimir
Escrito por Santiago Martín Bermúdez.   
Domingo, 04 de Abril de 2010 19:01

ESTA NOCHE, GRAN VELADA
FERMIN CABAL
Reflexiones sobre la solidez y otros peligros

[2008-11-14]

Este título confirmaba la capacidad de Fermín Cabal como autor dramático serio y sólido. Eran años obsesionados por nuevos textos y otras formas de hacer teatro. La esperanza y la ilusión era la tónica de nuestros escenarios.


 

RESEÑA, 1983
NUM. 147, pp. 20

ESTA NOCHE, GRAN VELADA
FERMIN CABAL
Reflexiones sobre la solidez y otros peligros

Este título confirmaba la capacidad de Fermín Cabal como autor dramático serio y sólido. Eran años obsesionados por nuevos textos y otras formas de hacer teatro. La esperanza y la ilusión era la tónica de nuestros escenarios.


Título: Esta noche, gran velada: Kid Peña contra Alarcón ¡por el título europeo!
Autor: comedia de Fermín Cabal.
Escenografía y vestuario: de Ramón Sánchez Prats.
Producción: Salvador Collado.
Actores: Santiago Ramos (Kikm Peña), Jesús Puente (Mateos), Licia Calderón, Miguel de Grandy, Jesús Bonilla, Enrique Fernández, José Goyanes, Tomás Sáez, y la voz de José Zamora.
Dirección: Manuel Collado.
Estreno en Madrid: Teatro Martín, 1983

El estreno de Gran velada, de Fermín Cabal, convierte ya en habitual a este interesante dramaturgo, cuyo sentido del teatro hemos tenido ocasión de señalar en esta revista. El autor y las características de esta función pueden dar pie para unas cuantas reflexiones.

PRIMERA REFLEXION


SANTIAGO RAMOS
Estamos de acuerdo con los que señalan -¿o tal vez acusan?- la obra de Cabal como de teatro tradicional. Tal y como está el teatro español y lo poco que se ha conseguido con una actitud experimental que carecía de raíces, de motivaciones auténticas, de pulso real (salvo las excepciones que quieran, por favor), pero que ejercía un mimetismo a veces sólo de lecturas parciales, es saludable volver al punto en que estábamos hace unos años. En este sentido, el concurso de Cabal me parece necesario, al menos ahora. La crisis teatral, si es que ha tocado fondo, habrá de dar paso a algo diferente en los próximos años, y para ello son necesarios autores serios y sólidos, como él. Su peligro es el mismo de cierto cine español joven y pazguato (Colomo, Trueba, Ladoire) que ha caído en lo que hasta ahora Cabal ha sabido evitar.

SEGUNDA REFLEXION


JESÚS PUENTE

Con Gran velada demuestra Cabal que puede tocar un tema lleno de lugares comunes y con una sola situación difícilmente aprovechable - el boxeador protagonista se niega a salir al ring, ya que una carta de su novia en que le deja plantado le da motivo para romper con la corrupción del medio; los otros personajes intentarán convencerle de que salga a pelear - y hacer una obra teatral firme, bien hecha, superficial si quieren, pero a menudo aguda, siempre llena de humor, ironía y amargura, todo al mismo tiempo. La superficialidad puede ser un peligro, pero tomada con esa provisionalidad a que hemos aludido, puede servir para quitarse de encima tanta trascendencia críptica que ha destruido a muchos de nuestros autores antaño jóvenes.

Al fin y al cabo, Gran velada no pretende ser una denuncia de la corrupción de ciertos mundos, sólo es una comedia en cierto modo alegórica de una sociedad, magistralmente construida - con sus tres unidades y todo, y una soberbia "coda", que es lo más tópico de todo y que, sin embargo, demuestra la sabiduría teatral de este autor-, pero simplemente una comedia -¿nos perdonaría Cabal si la pusiéramos en la tradición, hoy tan mal vista, de la comedia de costumbres? -, con personajes populares, que ahora vuelven al escenario, después de los problemas y rompecabezas de la burguesía retratada por otros dramaturgos también tradicionales.

TERCERA REFLEXION


LICIA CALDERÓN

La puesta en escena abunda en los tópicos del naturalismo - ya hemos dicho que Manuel Collado no es director de teatro, pero también hemos dicho que otros, que no son empresarios como él, tampoco lo son aunque ejerzan -, pero se confía en la labor de los actores. Esta función nos ofrece un instructivo contraste. Por una parte tenemos a un actor joven, intuitivo, pero al que no le falta formación técnica, Santiago Ramos, que nunca o casi nunca hace el mismo papel, que cada vez sabe construimos un tipo distinto (Kid Peña, su personaje, es más bien un tipo). Creo que es uno de los pocos actores jóvenes de valía en nuestro teatro comercial, aunque no sé si está muy afianzado en ese medio, que suele excluirlos buenos actores. Frente a él, en el personaje de Mateos, el manager aprovechado y carota, está Jesús Puente, un actor que basa sus actuaciones en una generalizada picardía teatral cuyos resultados son, pese a todo, más soportables que los de otros dispensadores de tics colegas suyos. Su interpretación se basa en una pequeña variante del tipo que hace siempre, sea en anuncios para televisión, en Arthur Miller o en Buero Vallejo, Pero no es ineficaz, no suena a excesivamente falso. Acaso su propia humanidad se transmita a los tipos, siempre iguales, a los que da corporeidad escénica, lo que, para lo que hay, ya sería suficiente. El peligro de Ramos es no dar el salto cualitativo del tipo al personaje. El de Puente es el de permanecer en el tópico - el "tic"- si alguna vez no funciona como hasta ahora esa repetición ya alarmante. También Miguel de Grandy y Jesús Bonilla, pese a rigideces y bisoñez, le dan humanidad a sus cometidos. Completa el reparto Licia Calderón, muy guapa, como intenta demostrar la puesta en escena, constantemente, no sé si a Kid Peña o a nosotros. Además cumple correctamente, sin locuras.

CUARTA REFLEXION

Hoy por hoy, es bueno ver una función así. pese a insuficiencias, porque el teatro parece que no pudiéramos pedirle más. Pero en el futuro hay que hacer otra cosa.


SANTIAGO MARTIN BERMUDEZ
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TEATRO MARTÍN
C/ SANTA BRÍGIDA
28004 – MADRID
(desaparecido)

 

Última actualización el Sábado, 01 de Mayo de 2010 10:34