Nunca estuviste tan adorable. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo.   
Domingo, 04 de Abril de 2010 07:41

NUNCA ESTUVISTE TAN ADORABLE
JAULA DE GRILLOS

[2008-06-06]

Nunca estuviste tan adorable cuenta la vida de la familia materna del dramaturgo argentino Javier Daulte.


NUNCA ESTUVISTE TAN ADORABLE
Jaula de grillos

Título: Nunca estuviste tan adorable
Autor: Javier Daulte
Escenografía: Ramón Simó
Vestuario: Mariana Plski
Iluminación: José Manuel Guerra
Banda sonora: Pablo Ratto & Javier Daulte
Arreglo Musical: Pablo Ratto, Ezequiel Borra y Joseph Sanou
Caracterización: Toni Santos
Movimiento coreográfico: Mona Martínez, basado en la coreografía original de Carlos Casella
Coproducción: Centro Dramático Nacional,
La Villarroel, Festival Grec
Ayudante de dirección:
Víctor Muñoz i Calafell
Intérpretes: Anabel Alonso (Blanca),
Rubén Atmellé (Roly),
Albert Ausellé (Rodolfo),
Lurdes Barba (Marta),
Francesc Lucchetti (Salvador),
Carme Poll (Noe)
y Mireia Sanmartín (Amalia)
Dirección: Javier Daulte
Estreno en Madrid: Teatro Valle-Inclán (CDN),
15 – V - 2008



FOTOS: ALBERTO NEVADO


FOTO: ALBERTO NEVADO
Nunca estuviste tan adorable cuenta la vida de la familia materna del dramaturgo argentino Javier Daulte. Fue escrita ajustándose a las bases establecidas en un concurso de teatro y estrenada con éxito en Buenos Aires en 2004. Llega ahora, cuatro años después, en un nuevo montaje, al escenario del Centro Dramático Nacional. Visto el espectáculo, la primera cuestión que se plantea es qué razones han llevado a nuestro primer teatro a programar, en coproducción con Focus, una empresa privada, una obra escrita y dirigida por el director de una sala, la Villarroel, que dicha productora gestiona en la ciudad condal. Se entiende que Daulte deseara llevar de nuevo a escena esta obra, como ha declarado, pero no que Gerardo Vera le haya invitado a que lo haga en uno de sus teatros. El reproche no obedece al autor elegido, un brillante representante del actual teatro argentino, que ha demostrado sobradamente su talento en otras ocasiones, sino a la obra que le ha abierto las puertas del Valle-Inclán. Nunca estuviste tan adorable  es una comedia costumbrista con un reparto de siete actores y escenografía única que hubiera tenido mejor acomodo en un teatro comercial.


FOTO: ALBERTO NEVADO
Sorprende el escaso pudor con el que Daulte habla de su propia familia. Veinte años separan los dos actos en que se divide la pieza. En el primero, que transcurre en el Buenos Aires de los años cincuenta del pasado siglo, nos presenta a su abuela materna Blanca como columna vertebral de la familia. Los demás personajes, entre ellos los que acabarían siendo sus padres, giran en torno a ella zarandeados por sus caprichos y un dinamismo a prueba de bomba. La segunda parte, que se desarrolla veinte años después, cuando el pequeño Javier ya ha nacido, muestra los efectos del paso del tiempo en aquellos seres. La abuela ha perdido buena parte de su energía y su cabeza anda bastante perdida, pero la vida sigue para los demás, aunque con más pena que gloria. Alimentada por los recuerdos infantiles – los de la primera parte transmitidos al autor por los propios protagonistas y, los más recientes, vividos por él en su infancia y guardados en su memoria-, lo que se cuenta, siendo a veces dramático, no rebasa nunca los límites de la comedia. Ni siquiera cuando uno de los personajes se suicida. La mirada inocente del niño prevalece y deforma la realidad a su antojo, hasta el punto de que, en una pirueta final, ofrece una imagen falsa de aquella historia deformada por su fantasía.

Influenciado por el cine de la época, el que exportaba Hollywood a medio mundo, convierte el escenario en el que discurre la anodina vida familiar, un piso de clase media, en un plató de cine presidido por grandes lámparas suspendidas del techo y una lujosa escalinata por la que descienden los personajes vestidos con trajes de fiesta.


FOTO: ALBERTO NEVADO

El ritmo que Daulte ha imprimido a la obra es, de principio a fin, trepidante. Los personajes entran y salen de escena continuamente y van y vienen sorteando con rara habilidad el mobiliario y evitando, con igual acierto,  chocar entre si. No parece que sus movimientos respondan a alguna lógica, pero, vistos en conjunto, parecen seguir las pautas de una coreografía meticulosamente ordenada. También gritan, gritan mucho. Aquella casa de tócame Roque es una auténtica jaula de grillos. Uno espera que tras alguna de las numerosas llamadas al timbre de la puerta aparezca en el umbral un psicoanalista dispuesto a rebajar tanta tensión acumulada en el escenario. Sería bueno para el público y, sobre todo, para los actores, a los que no les vendría mal un poco de sosiego. Lo tiene Francesc Luchetti, cuyo personaje, el abuelo Salvador, es el único que se libra de la locura general. Los demás, a pesar del agotador ejercicio al que se ven sometidos, hacen un trabajo meritorio, destacando el de Anabel Alonso, que regresa a los escenarios después de una larga ausencia ocupada en tareas televisivas.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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SALA FRANCISCO NIEVA

TEATRO VALLE INCLÁN
(Polivalente)
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METRO: LAVAPIÉS
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Última actualización el Sábado, 01 de Mayo de 2010 13:31