El Señor Ibrahim y las flores del corán. Entrevista Imprimir
Escrito por www.madridteatro.net   
Lunes, 15 de Marzo de 2010 15:30

 





EL SEÑOR IBRAHIM Y LAS FLORES DEL CORÁN
[2004-11-23]

LA SUPERACION DE LOS DOGMATISMOS
RELIGIOSOS, CULTURALES Y GENERACIONALES.


EL SEÑOR IBRAHIM
Y
LAS FLORES DEL CORÁN

DEL 20 DE NOVIEMBRE AL 13 DE DICIEMBRE DE 2004


Juan Margallo (El señor Ibrahim)
Foto: Ros Ribas

LA SUPERACION DE LOS DOGMATISMOS
RELIGIOSOS, CULTURALES Y GENERACIONALES

Eric-Emmanuel Schmitt (Lyon, marzo 1960) – uno de los autores de teatro, aún vivo, más representados en Francia y en el extranjero – ha tocado diversos géneros: teatro, ensayo, novela, escenificaciones musicales… De sus manos salió La Trilogía de lo invisible. Se trataba de tres narraciones breves en torno a las grandes religiones: Budismo (Milarepa), cristianismo (Oscar y Mamie-Rose), judaísmo e Islam (Ibrahim y las flores del Corán). La última ha encontrado su traducción cinematográfica.

  • “La religión es como las lenguas extranjeras, nunca se llegan a conocer del todo ha declarado Schmitt en una entrevista, tras el estreno de la película El señor Ibrahim y las flores del Corán Creo que hace falta conocer las demás religiones para apreciar la tuya.

A la versión cinematográfica (Premio César 2004, Premio del Público del Festival de de Venecia 2003 y seleccionada para los Globos de Oro como la mejor película extranjera) le habían precedido, ya, dos adaptaciones al teatro. La primera de todas se estrenó en diciembre de 1999 con una puesta en escena de Bruno-Abraham Kremer. Tras su éxito en julio de 2001 llega al Festival de Aviñón y en el 2002 se repone en París. A partir de esos momentos es un título obligado y, al día de hoy, sigue en el Théatre Marigny de París.
 


Foto: Ros Ribas
La versión española que se estrena en la Sala de la Princesa, no parte de ninguna de las adaptaciones teatrales ni tampoco de la cinematográfica. A Ernesto Caballero se le ha encargado la nueva adaptación y en opinión de Gerardo Vera:
  • “Nos quedamos impresionados (el “os” va por el propio Gerardo e Isabel Navarro, veterana en los entresijos de producción del teatro) por su versión en la que ha sabido profundizar intensamente en esas dos almas - Ibrahim, el solitario y maduro tendero árabe y Momó (el adolescente judío) - que se encuentran y se necesitan hasta crearse una relación de padre e hijo”.

La elección del texto fue casi casual, explica Gerardo:

  • “En realidad la figura de Schmitt fue el primer proyecto que concebí para el CDN (Centro Dramático Nacional). Pero me propusieron una de sus últimas producciones: Pecados conyugales (Petits crimes conjugaux) (2003). Leí, por aquel entonces Ibrahim, que en realidad es un cuento corto, y pensé en él en clave de teatro. Se lo pasé a Isabel Navarro y nos decidimos a sacarlo adelante. Llamé a Ernesto para que hiciera la dramaturgia y nos entregó una adaptación que es una maravilla”.

ERNESTO CABALLERO: “UN TEXTO CON POTENCIALIDAD TEATRAL”

Ibrahim y Momó viven una íntima relación, en el París de los años sesenta, que simboliza el encuentro entre culturas y a través del humor transmite la tolerancia, el diálogo y la mutua comprensión. Este texto, desconocido para Ernesto, es, según sus propias palabras:
 

  • “Un canto a la amistad y al entendimiento superador de barreras generacionales, religiosas, culturales… Es también la crónica de una iniciación. Por ello la idea de viaje está presente en el relato original, así como en nuestro espectáculo: un viaje que antes que nada tiene lugar en el interior de los personajes”.

Ernesto Caballero

El mencionado viaje es fundamental y la película de François Dupeyron termina por ser un viaje real de ambos personajes que el cine ha frecuentado. Un viaje real era un tanto impensable en una salita como la de la princesa.

“Yo me he movido en cánones estrictamente teatrales - aclara Ernesto - Mi espacio es la tienda de comestibles de Ibrahim y la peripecia del viaje sucede allí. Lo condenso sobre una alfombra, una alfombra que sugiere la alfombra voladora de las mil y una noches. Allí se dará lugar de viaje iniciático hacia lo espiritual, lo religioso mediante la ruptura de trabas y reglamentarismos que ofrecen como corazas las religiones milenarias. La humilde cotidianidad de unos zapatos, la de la mencionada alfombra, la de unas latas de conservas… propician el encuentro de dos seres humanos que, desde su desprendida voluntad de recíproca comprensión, son capaces de escucharse con coraje y generosidad. Actitud propia del hecho teatral, que también persigue mediante ese afán de conocimiento asomarse a las puertas del misterio”.
Momó y Ibrahim
Foto: Ros Ribas.

De las versiones teatrales lo único que conoce Ernesto es el que “por lo visto son monólogos”. La película la desconoce. Su adaptación, pues, parte de una sana ignorancia a partir de los dos personajes. Evita el monólogo y construye diálogos, creando así una estructura más teatral:

  • “Lo cual no ha sido difícil porque Schmitt es un consumado dramaturgo y aunque el género original sea un relato corto, éste posee una gran potencialidad teatral”.

Esta versión dramatizada “le ha encantado al autor” (de nuevo Gerardo vera) y para los creadores de esta puesta en escena, esto ha sido un alivio y una esperanza porque habla de acierto.

Schmitt vió en su relato una posibilidad llevarlo a la pantalla, una vez que asistió al monólogo teatral en Aviñón. Así que cuando se lo propusieron entregó el texto con absoluta libertad:

  • “Cuando doy algo – ha declarado Schmitt –, lo doy de verdad. Eso me viene de la experiencia del teatro. Un autor teatral es como un barquero que ayuda a pasar a la otra orilla. No es el final del viaje. Propone un tejado, pero es responsabilidad de los otros construir la casa. El encargado de poner en escena mi obra tiene que apoderarse completamente del texto a través de su imaginación”.

Algo muy gratificante para Schmitt es que Omar Sharif, encarnase, en la película a Ibrahim:

  • “Me puse contentísimo. Para mí siempre será Lawrence de Arabia y el Doctor Zhivago. Me hace recordar a mi madre, que entraba en trance cada vez que aparecía en la pantalla. Era la primera vez que se consideraba atractivo a un hombre árabe de rasgos tan marcados. Gracias a él comprendí que no sólo es atractivo el príncipe rubio de los cuentos de hadas. Fue una mis primeras lecciones de tolerancia…”

El Omar Shariff español es Juan Margallo. Posiblemente no tiene ese “glamour” del que nos habla Scmitt (sin embargo, ¡cuidado!, el Omar-Ibrahim, ya no es tampoco Lawrene ni Zhivago. Los años no pasan en balde.), pero en opinión de Ernesto: “Juan Margallo reúne dos condiciones. Es un gran actor y tiene gran experiencia teatral”.

Gerardo Vera va más allá: “Vi un ensayo y lloré pues ví a un hombre grande en el mundo del espectáculo”.
 

JUAN MARGALLO, “COMO SIEMPRE ESTOY ASUSTADO”


Foto: Ros Ribas
Cuarenta y tres años, desde que se subió por vez primera a un escenario. Se trataba La loca de Chaillot, dirigida por José Luis Alonso (“el viejo”, aclara). Después un intinerario teatral un tanto azaroso. “amenaza de bomba en la Sala Villaroel, cuando presentábamos – el “mos” es porque incluye a Gerardo Vera, compañero de fatigas actorales – Sangre y cenizas de Sastre. Salíamos acojonados. Otras veces era “un hombre con metralleta asomado a una ventana y nos miraba. Era la época de la matanza de Atocha”. El temor al conflicto también se daba fuera de España, en países que, por su dictadura, no comulgaban mucho con aquella frase teatral “¡Camaradas! esto ocurrió hace mucho tiempo y ahora ¡viva el socialismo!” Los vivas y compromisos izquierdistas le trajeron más de un disgusto en otras épocas.

Estos extractos vivenciales son pinceladas de la vida comprometida de Juan Margallo, que ahora los transmite con cierto humor, pero que en aquellos momentos la camisa no le llegaba al cuerpo. Con todo, seguía adelante en sus convicciones. Ante este nuevo papel experimenta la misma sensación:

  • “Yo, como siempre estoy asustado. Y como siempre tengo la sensación de que no es un trabajo… bueno es que todavía me pregunto cuándo en mi vida comenzaré a trabajar, porque lo que hago me gusta y entonces no tengo sensación de estar trabajando. Ahora con Ibrahim me siento identificado y me he divertido. Pero eso no evita que tenga miedo, aunque mi hermana cuando vio la película me haya dicho: “Omar eres tú”.

El miedo le surge porque “ya soy mayor y en estos últimos 30 años, me he dedicado a la dirección y sólo cojo pequeños papeles. Enfrentarme con un protagonista me asustó. Me fui tranquilizando al trabajar con Ernesto con el que uno se siente a gusto”.

Al analizar su personaje, Juan traslada continuamente su relación entre Ibrahim (su personaje) y Momó, con su relación que él mismo tiene con su nieta. No es tan absurdo este salto entre ficción y realidad, porque Ibrahim y Momó pertenecen a dos generaciones, entre las que ha desaparecido una. Ello permite que abuelo (liberado de compromisos acuciantes de trabajo u otras responsabilidades) y nieta (aún sin preocupaciones estresantes y estrenando sonrisa) pueden “hablar con toda naturalidad”.

La obra es un continuo aprendizaje entre viejo y joven. Algo que también sucede en la vida real. Momó viene a ser un símbolo de la gente joven entregada y por ello se consigue la identificación.

  • “La obra posee momentos muy profundos. Se mueve en un terreno espiritual, en el mejor sentido de la palabra, y que hemos rechazado por pensar que es antiguo. El término espiritual se concreta en la idea del musulmán: ser tolerante y humano. La relación entre uno y otro se consigue a través de otra dimensión que es el amor. Hay una anécdota muy ilustrativa en este aspecto. Momó es un raterillo y de hecho viene a robar una lata de sardinas. Ibrahim se lo recrimina, pero enseguida le advierte: “ven a robar las altas de sardinas a mi tienda”. La relación de amor es lo que hace que cambies de rumbo en tu vida y ello lleva a sonreír y el sonreír te hace feliz”.

En su relato Juan alude continuamente a experiencias vividas con su familia: su compañera Petra, su hijo y de nuevo su nieta, de la que aprende continuamente.

  • Yo siempre he tenido mucho miedo a la muerte y la verdad eso de morirme me jode. Mi nieta va a lo directo: “¿te vas a morir?” Aprendí la respuesta a través de la actitud de Ibrahim: todo puede superarse a través del amor.
JULIAN ORTEGA: “MI PRIMER PAPEL IMPORTANTE. SOY MUY FELIZ”.

En su formación: interpretación con José Pedro Carrión y canto con Concha Doñaque. Para no anquilosarse estudia actualmente interpretación textual en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid). Es actor joven y ya tiene bastante en su haber. Macbeth de María Ruiz, Las bicicletas son para el verano de Luis Olmos; las últimas zarzuelas del Teatro de la Zarzuela …El cine y las serie de TV, han contado con él. Ahora le ha tocado un “tour de force” con un veterano, como es Juan Margallo.

  • “Soy muy feliz. Es el primer trabajo en el que tengo un papel importante. Experimento también un poco de miedo, pero me siento muy arropado por todo el equipo. De Juan he aprendido mucho. Me ha explicado trucos de cómo salir de un atolladero cuando te sientes apurado. Ese miedo del que él ha hablado que siente, me lo había comunicado y también que se encuentra en situaciones parecidas a las mías. Esto te tranquiliza. Además Juan derrocha humanidad. El que la obra esté centrada en nosotros dos es una ventaja, porque ello te obliga a concentrarte más en el otro. También ayuda mucho el que la sala sea pequeña”.

Julián Ortega (Momó)
Foto: Ros Ribas

LA SALA PRINCESA: UNA TIENDA DE COMESTIBLES MÁGICA

La Sala Princesa, no es muy generosa de espacio que digamos. Creada para textos alternativos, sus dimensiones la condicionan para la escenografía.

José Luis Raymond - licenciado en Bellas Artes por la Universidad del país Vasco, con un postgrado de Escenografía y Pintura en la Academia de Bellas Artes de Varsovia y profesor de Espacio Escénico en la RESAD y con muchos trabajos y varios premias en su haber – es el responsable de transformar la Sala princesa en una tienda de comestibles. Un trabajo que Ernesto Caballero, define como “gran trabajo”.


La alfombra voladora
Foto: Ros Ribas
  • “Indudablemente que la Sala Princesa determina el tipo de trabajo. He situado la acción en una tienda de comestibles y la relación de la tienda y los objetos con los personajes y la historia es fundamental. Tiene que haber magia cotidiana y un aura poética. Va más allá de lo meramente descriptivo. Por ejemplo unos zapatos son algo más y lo mismo sucede con los libros, las especias, las telas… A todo con lo que juego José Luis le ha sabido dar estilización o cierta atemporalidad. Otro elemento importante es la alfombra que posee una gran connotación simbólica”.

El mago de plasmar visualmente esta idea de Ernesto es José Luis Raymond para el cual Ernesto solamente tiene palabras de elogio y de admiración por…

  • “haber conseguido, en ese espacio reducido, meter un decorado a base de oscuros y contraluces que le proporcionan esa magia necesaria. Sin caer en el detallismo, sí hay un tratamiento formal que ayuda a lo simbólico. Lo que más resalta es la sencillez y la naturalidad con la que está concebido”.

Gerardo Vera corrobora este acierto escenográfico, en el que Raymond ha sabido crear un realismo poético. Define este proyecto como “la perfecta conjunción entre continente (Raymond) y contenido (Ernesto)”.
 

Título: El Señor Ibrahim y las flores del Corán.
Autor: Relato breve de Eric-Emmanuel Schmitt.
Versión teatral: Ernesto Caballero.
Escenografía: José Luis Raymond.
Vestuario: Gema Tabasco.
Iluminación: Miguel Camacho.
Música: Ali Reza Gholami.
Ayudante de dirección: Aitana Galán.
Producción: Centro Dramático Nacional (CDN).
Intérpretes: Juan Margallo (El señor Ibrahim), Julián Ortega (Momó).
Voz en off: Mario Gas.
Dirección: Ernesto Caballero.
Estreno en Madrid: Sala de la Princesa (Teatro María Guerrero)
20 de noviembre de 2004.


FUNCIONES

De martes a domingos a las 19 horas


Más información:


           EL SEÑOR IBRAHIM Y LAS FLORES DEL CORÁN - Crítica...
           CENTRO DRAMATICO NACIONAL - TEMPORADA 2004–2005
           ERNESTO CABALLERO...
 


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Última actualización el Domingo, 25 de Abril de 2010 06:05