Bodas de Sangre. Trascendencia de la cotidianidad. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 15 de Marzo de 2010 12:58

BODAS DE SANGRE

TRASCENDENCIA DE LA COTIDIANIDAD

“Conozco el escrito de Bodas de Sangre. Pero es no fue lo que le pasó a mi abuelo. Se parece, pero no es lo mismo” comentaba la nieta de Casimiro, el novio de Bodas de Sangre, a Indalecio Basarte, reportero de Interviú que se acercó por Nijar para preguntar a los supervivientes de aquella tragedia ocurrida en el Cortijo del Fraile.


Kivi Manver, Jorge de Juan.
Bodas de Sangre (versión José L. Gómez)

La nieta, con sus palabras, marcaba la diferencia entre el hecho real y el hecho escénico. El primero se queda en la mera realidad y el segundo transciende la cotidianidad. Todas las obras trágicas en que la muerte es invocada por la mano de un asesino sea a sueldo o pasional, no dejan de ser, en los periódicos, tema de Crónica Negra. Hubo una publicación en España El Caso, que se ocupaba de esa parte oscura del ser humano. Hay sangre, instintos primarios, y cuando la muerte violenta se apodera de los cuerpos la visión no es agradable. Vienen los poetas y saben desentrañar las últimas causas, por lo general nobles, que yacen en el fondo de todo crimen, sobre todo del pasional. Federico García Lorca, lo hizo con una pequeña crónica que leyó en el ABC el 25 de julio de 1928. La publicación recogía la noticia aparecida en el Diario de Almería: 

“Crimen misterioso. Cuando va a casarse, desaparece la novia y es encontrada junto al cadáver del hombre con quien se fue”


Jurado que dictó el veredicto.

Lo que Lorca leyó fue algo más completo:

Almería, 24 – En las inmediaciones de un cortijo de Nijar se ha perpretado un crimen en circunstancias misteriosas.

Para la mañana de ayer se había concertado la boda de una hija del cortijero, joven de veinte años. En la casa se hallaban esperando la horade la ceremonia el novio y numerosos invitados. Como la hora se acercaba y la novia no llegaba inaprecia por la casa, los invitados se retiraron contrariados.
Uno de éstos encontró, a una distancia de ocho kilómetros del cortijo, el cadáver ensangrentado de un primo de la novia que iba a casarse, apellidado Montes Cañada, de treinta y cuatro años (24). A las voces de auxilio del que hizo el hallazgo acudieron numerosas personas que regresaban de las cortijadas y la guardia civil, que logró dar con la novia, que se hallaba oculta en un lugar próximo al que estaba el cadáver, y con la ropa desgarrada. Detenida la novia manifestó que había huido en unión de su primo para burlar al novio. La fuga la emprendieron en una caballería, y al llegar al lugar del crimen les salió al encuentro un enmascarado, que hizo cuatro disparos, produciendo la muerte de Montes Cañada.

También fue detenido el novio, quien niega toda participación en el crimen, que hasta ahora aparece envuelto en el mayor misterio”.

El hecho volvió a ser publicado por periódicos y revistas e incluso con las fotografías de los protagonistas. Lo que la noticia le daba a Lorca era el cogollo de un drama. Tardará cuatro años en madurarlo y saltar de lo que era una simple crónica negra a una gran tragedia coral.



José Pérez Pinos (Hermano del novio)

Posteriormente se supo que Carmen Cañada Morales – hermana de la novia – y su marido José Pérez Pinos – hermano del novio – fueron en busca de la pareja.

La justicia acusó a José Pérez Pinos del asesinato. Los hechos parece que fueron así Carmen y José se encaminaban al lugar de la boda. En el camino se encontraron a Francisco y a la novia. Huían. Hubo un enfrentamiento y José Pérez mató a Francisco. A la novia la dieron por muerta. “Nos encontramos a Paca, descompuesta – relata un testigo - , nos dijo la mujer que tuvo que hacerse la muerta para que la dejaran con vida.”
 

Flores rotas los ojos, y sus dientes
Dos puñados de nieve endurecida.
Los dos cayeron, y la novia vuelve
Teñida en sangre falda y cabellera.

“Casi hasta el mediodía, después de aquella madrugada tan mala que pasamos, no llegó la justicia para retirar le cadáver”. Desde entonces las dos hermanas dejaron de hablarse. Algunos testimonios rayan lo poético: “Lo tengo en la memoria – comenta una anciana que vivió aquel tremendo día – Dicen que ella estaba gobernándose el pelo cuando llegó exprimo. Y Paca le dijo: “Primo, hazme feliz. Y el joven le contestó: Hecho está”. Y se escaparon.  

Leonardo.
Ya dimos el paso, ¡calla!,
Porque nos persiguen cerca
Y te he de llevar conmigo.
Novia.
¡Pero ha de ser a la fuerza!
Leonardo.
¿A la fuerza? ¿Quién bajó
Primero las escaleras?
Novia.
Yo las bajé
Leonardo.
¿Quién le puso
Al caballo bridas nuevas?
Novia.
Yo misma. Verdad.
Leonardo
¿Y qué manos
Me calzaron las espuelas?

Bodas de Sangre
(Teatro Campesino Mexico)

Foto: Lourdes Grobet.

Bodas de Sangre (1936).
Cía de Margarita Xirgú

Novia.
Estas manos que son tuyas,
Pero que al verte quisieran
Quebrar las ramas azules
Y el murmullo de tus venas.
¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Aparta!
Que si matarte pudiera,
Te pondría una mortaja
Con los filos de violetas.
Ay, qué lamento, qué fuego
Me sube por la cabeza!

Leonardo.
…Vamos al rincón oscuro,
Donde yo siempre te quiera,
Que no me importa la gente,
Ni el veneno que nos echa.

Pero todavía no se había puesto el traje de novia. Aquel muchacho… era guapísimo. Tenía un cuerpo precioso.  

Novia.
Y yo dormiré a tus pies
Para guardar lo que sueñas.
Desnuda, mirando al campo,
Como si fuera una perra,
¡porque eso soy! Que te miro
Y tu hermosura me quema.

Y cuando yo ví aquel charco de sangre…Eso sí que lo ví yo con mis propios ojos. ¡Virgen Santísima, qué lástima de muchacho! Se escaparon, por lo que dicen, por lo alto del corral. La mula la tenía preparada con su salea, sus aguaeras…  

Ella y Leonardo. En el caballo. Van abrazados, como una exhalación.

Paca había advertido a su primo que cambiaran de camino… pero no torcieron. Era su sino.



Francisca Cañada
(La novia)

Otro testimonio describe el rumbo y tronío de la boda: “por todo lo alto. Mataron dos carneros y se hicieron cuatro fanegas de “viñuelos” y otra más de garbanzos tostaos. Paca, la novia, iba bien dotada. Como tenía falta – era poliomilítica desde pequeña - el tío Frasco Cañada la había puesto bien. Se hablaba de 3.000 pesetas que ella tenía y de 15.000 de dote. Así es que ocurrió aquello por las cosas de la vida“.
La madrina en ciernes recuerda aquella huida. “Los hombres… comían y fumaban. Las mujeres hacían buñuelos. De pronto. Alguien vino diciendo: ”Vosotros estáis muy tranquilos y algo está pasando aquí”. Y después otro, que fue más claro, dijo: ”¿Qué pasa?, ¿dónde está la Paca?

 

Criada.
Y la niña ¿dónde está?
Madre.
No lo sabemos.
Padre.
Pero ¿no está en el baile?
Criada.
En el baile no está.
Padre.
Hay mucha gente ¡Mirad! 
Criada.
¡Ya he mirado!
Padre.
¿Pues dónde está?
Novio.
Nada. En ningún sitio.
Madre.
¿Qué es esto? ¿Dónde está tu hija?
Mujer.
¡Han huido! ¡Han huido! Ella y Leonardo.

”Todos los cristianos se quedaron de una pieza… cuando todos nos habíamos figurado el plante de la novia, llegó mi tío José, hermano de Casimiro, el novio. Y su mujer, mi tía Carmen, hermana de la novia. ¿Quién mejor para contarlo?... no enteramos por boca de ellos. Se los habían tropezado por el camino, a una legua del cortijo y allí los dejaron. Al primo que se la llevó, muerto y a ella la dieron también por muerta”. 

Mendiga.
Yo los vi; pronto llegan: dos torrentes
Quietos al fin entre las piedras grandes,
Dos hombres en las patas del caballo.
Muertos en la hermosura de la noche.
Muertos, sí, muertos.

Cubiertos con dos mantas ellos vienen
Sobre los hombros de los mozos altos.
 
Así fue; nada más. Era lo justo.
Sobre la flor del oro, sucia arena.

Niña.
Sobre la flor del oro
Traen a los novios del arroyo,
Morenito el uno,
Morenito el otro,
¡Qué ruiseñor de sombra vuela y gime
Sobre la flor del oro!

”La gente se quedó como tonta. ¡Claro, madre mía, claro! Y además todo entre familia. Fue con un revólver. Mi tío Casimiro y todos nosotros nos montamos en nuestras bestias y nos fuimos”.
 


Bodasde sangre (Centro Andaluz de Teatro)
Foto: Luis Castilla.
Madre.
Ya todos están muertos. A medianoche dormiré, dormiré sin que ya me aterren la escopeta o el cuchillo. Otras madres se asomarán a las ventanas, azotadas por la lluvia, para ver el rostro de sus hijos. Yo, no. Yo haré con mi sueño una fría paloma de marfil, que lleve camelias de escarcha sobre el camposanto. Pero, no; camposanto, no; lecho de tierra, cama que los cobija y que los mece por el cielo… He de estar serena. Porque vendrán las vecinas y no quiero que me vean tan pobre. ¡Tan pobre! Una mujer que no tiene un hijo siquiera que poderse llevar a los labios.

Cuando Indalecio Basarte hace el reportaje Francisca, la novia, tiene 75 años. Se apoya en un bastón. A partir de aquel momento se encerró en su soledad y labra una pequeña parcela de tierra. Una sobrina la cuida. “Mi tía está muy enferma. Cada vez que se habla de aquella desgracia se pone muerta… lo que pasó ha ocurrido en muchas familias. Se le ha dado mucha importancia a lo suyo”.

La tragedia de Níjar radica en la propia boda. “En muchos casamientos mediaba el interés. Paca esta bien dotada. Llevaba un buen ajuar.” – aclara la madrina.

Padre.
Tú eres más rica que yo…Lo que siento es que las tierras…, estén separadas. A mí me gusta todo junto…Si pudiéramos con veinte pares de bueyes traer tus viñas aquí y ponerlas en la ladera. ¡Qué alegría!
Madre.
¿Para qué?
Padre.
Lo mío es de ella y lo tuyo de él. Por eso. Para verlo todo junto, ¡que junto es una hermosura!
Madre.
Y sería menos trabajo

Madre.
Mi hijo tiene y puede.
Padre.
Mi hija también. 
Madre.
Mijo es hermoso. No ha conocido mujer. La honra más limpia que una sábana puesta al sol.
Padre.
Qué te digo de la mía. Hace las migas a las tres, cuando el lucero. No habla nunca; suave como la lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con los dientes.

Madre.
¿Tú sabes qué es casarse, criatura?
Novia.
Lo sé.
Madre.
Un hombre, unos hijos y una pared de dos varas de ancho para todo lo demás.

El novio en Lorca muere en la reyerta  

Era hermoso jinete,
Y ahora montón de nieve.
Corría ferias y montes
Y brazos de mujeres.
Ahora, musgo de noche
Le corona la frente



Casimiro Pérez Pinos
(El novio)

El novio real, Casimiro vivió entre pitas y chumberas en una casita arrullada por el oleaje del mar de San José, allá por el Cabo de Gata. Casimiro interpreta la tragedia como “Un mal sino que tuvo la mujer… No fue por interés. El que se fue (murió) era un jornalero como yo. Aquello fue otra cosa”.

Novia.
¡Porque yo me fui con esotro, me fui! Tú también te hubieras ido.
Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,
y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud;
pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas que acercaba el rumor
de sus juncos y su cantar entre dientes.
¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aunque hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubieran agarrado de los cabellos!

Después de la tragedia “El día que pasó aquello, me monté en mi mulo y me fui con los míos. Yo no la he vuelto a ver. Miento… la volví a ver en el juicio” Casimiro siguió toda su vida de jornalero.

El novio de Lorca queda clavado en el corazón de su madre. 

Madre.
Girasol de tu madre,
Espejo de la tierra.
Que te pongan al pecho
Cruz de amargas adelfas;
Sábana que te cubra
De reluciente seda;
Y el agua forme un llanto
Entre tus manos quietas.
Mujer.
¡Ay, qué cuatro muchachos
Llegan con hombros cansados.
Novia.
¡Ay, qué cuatro galanes
Traen a la muerte por el aire!

Casimiro no volvió a saber nada de Paca. “He sentido una lástima muy grande y no sé qué más cosas he sentido… Fue un mal sino. Eso, un mal sino…”  Los familiares saben de la obra de Lorca. La sobrina de Paca, la novia, adjudica la “demasiada importancia” que se le ha dado no por el caso en sí, sino por Bodas de Sangre. Cuando se le advierte que es una obra maestra de teatro contesta: “Valiente teatro. ¡A costa de…!” Los coetáneos de aquella frustrada boda hablan del “sino” de Paca. Lorca lo deja claro a través de los comentarios de los leñadores cuando conocen la fuga.
 

Leñador 2.
Hay que seguir la inclinación; han hecho bien en huir.
Leñador 1.
Se estaban engañando uno a otro y alfil la sangre pudo más.
Leñador 3.
¡Lasangre!
Leñador 1.
Hay queseguir el camino de la sangre.
Leñador 2.
Pero la sangre que ve la luz se la bebe la tierra.
Leñador 1.
¿Y qué? Vale más ser muerto desangrado que vivo con ella podrida.

Cortijo del Fraile


JOSÉ RAMÓN DIAZ SANDE
copyright©diazsande

 

Última actualización el Sábado, 28 de Octubre de 2017 13:54