Por los caminos de Santiago. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Miércoles, 14 de Abril de 2010 13:51
POR LOS CAMINOS DE SANTIAGO
[2004-09-09]

NUEVA PRODUCCIÓN DE EL BALLET FOLKLÓRICO DE MADRID.

POR LOS CAMINOS DE SANTIAGO

NUEVA PRODUCCIÓN DE EL
BALLET FOLKLÓRICO DE MADRID

Título: Por los caminos de Santiago (1º programa), España Baila (2º Programa).
Coreografías: Pedro Azorín, Juanjo Linares, Mª José Ruiz, César Casares, pilar Verruga.
Vestuario: Jesús Escribano.
Coordinador Artístico: Javier García.
Coordinador Musical: Natalia Gómez.
Maestra de clásico: Consuelo Cano.
Músicos: Cantantes (Rus García, Natalia Gómez, Virtudes Sánchez, José Luis Urben); Bandurrias (Israel de la Cruz, Manuel Mejía); Laud (Gustavo Hernán); Guitarras: Guillermo García, Álvaro Guerrero; Acordeón: Mónica Morán; Timple: Paco Méndez; Percusión: José A. Álvarez.
Bailarines: Ballet Folclórico de Madrid.
Director: Jorge García Ávila.
Estreno en Madrid: Teatro Madrid,1-IX-2004 (Por los Caminos de Santiago),
Reposición en Madrid: Teatro Madrid, 4 – IX –2004 (España Baila)

La temporada pasada este conjunto, cercano al antiguo de “Coros y danzas”, ya presentó España Baila, que, con su actuación venía a mostrar los principios que rigen el grupo. Ahora como segundo programa repite el título mencionado y como primer programa una nueva producción acorde con los tiempos jacobeos: Por los Caminos de Santiago.

He comenzado aludiendo al “antiguo Coros y Danzas” y puede sonar peyorativamente. De alguna manera, mi intento ha sido así, pero con matices. Tengo suficientes años como para recordar aquel itinerario triunfal de nuestros Coros y Danzas y no digamos las gigantescas manifestaciones sindicales bailadas en el Bernabeú. Era un espectáculo apabullante y al mismo tiempo agobiante, pues la politización de la danza y costumbres apestaba. También recuerdo el programa televisivo – en blanco y negro, que restaba protagonismo al colorismo del vestuario - sobre nuestros danzas y coros locales. Aquello era un buen trabajo etnográfico en el que se desenterraron las danzas más ancestrales. Algunas insoportables y sólo inteligibles para la gente de la región y una gente muy, muy de otra época. Relato estos tres momentos porque reflejan tres modos diversos de acercarse a eso que se llamó “Coros y Danzas”.

Tras la democracia se corrió un tupido velo, a nivel de danza folclórica, sobre estas manifestaciones. Se cayó, probablemente injustamente, en el olvido. Pero ya se sabe que en todo cambio, hay un primer momento en que es imperioso “matar al padre”, para librarse de los demonios y resucitar.

Lo primero que se sacrificó fue esa pantagruélica visión del Bernabeú. Tenía demasiado tinte político de algo que se necesitaba olvidar. Después, cada una de las danzas se recluyó en su autonomía para bailarla – si es que los jóvenes son capaces de ello y les dice algo – en las fiestas populares. Esa reclusión y seña de identidad le vino bien a cada Autonomía para afincarse en su propia idiosincrasia, diversa de la de los vecinos de al lado y romper así esa obsesiva idea de la unidad de España, como un “totum” dirigido desde el centro y no como una unidad en la pluralidad. Cada región vibró y sigue vibrando con sus cantes y bailes e incluso se emociona. Parece ser que este sentimiento flotaba entre los espectadores del Teatro Madrid.

Alejados los demonios de esa manipulación política de la danza, las aguas volvieron a su cauce. Curiosamente surge en Madrid – un Madrid que no hace ascos a nadie – un grupo que se preocupa de restaurar (¿?) la totalidad de los pueblos de España en sus bailes y cantes. Atienden al nombre de Ballet Folclórico de Madrid.

En el programa de mano formulan su credo:
 

Surge a partir del “Grupo de Coros y Danzas de Madrid” con la idea de crear una compañía de danza capaz de llevar el folclore a los más altos niveles de espectáculo sin por ello perder su pureza y rigor...

Se pretende acercar el folclore al mundo profesional y ... (llevar) a los escenarios esa cultura tradicional que en muchos casos se está echando de menos y que sin embargo es la base de toda la danza española...

Una de las principales preocupaciones ... es la conservación de las danzas y músicas populares en su forma más original dado el entorno actual dominado por la pérdida de las señas de identidad como consecuencia del proceso de globalización al que asisten todos los pueblos...

Se pretende la profundización y conocimiento del folclore como parte de la personalidad colectiva de los pueblos. Por ello (dedicamos) grandes esfuerzos a la investigación y conservación del folclore en todas sus manifestaciones: danza, música, vestuario, etc ... a la vez conjugado con una puesta en escena actual y moderna...

Poco hay que objetar a tal declaración de principios: Conservar un patrimonio y divulgarlo a través del mundo del espectáculo. También es loable el entusiasmo por tal empresa. No obstante lo que aparece sobre el escenario no se ajusta del todo al ideal establecido. Lo cual no quiere decir que lo que hemos visto sea un desastre, ni mucho menos.

Llama la atención la variedad de bailes y la buena capacidad de los bailarines – a nivel folclórico, diverso de lo que puede ser un bailarín de un ballet, pongamos el Ballet Nacional - para interpretar las diversas danzas. También la riqueza del vestuario mostrando una amplia gama. Lo mismo se puede decir con el cante y con los instrumentos musicales.

Todos esos valores se ven perjudicados al comprobar que, en ciertos momentos, el tedio invade al espectador. Lo que digo es pretencioso, ya que puede parecer que me erijo en portavoz de todo un público que tanto el Viernes 3 como el Sábado 4, aplaudieron, a rabiar, en ciertos momentos de la representación y al final. No obstante, creo, que se podía percibir, durante las dos horas de espectáculo cuándo el público se enganchaba con fervor y cuándo era mero observador. Y aquí está el dilema con el que se encuentra, aún, este Ballet Folclórico de Madrid.

NO TODAS LAS DANZAS SIRVEN PARA EL ESCENARIO

Si se asiste con la conciencia de una recuperación etnográfica con respecto a las danzas y canciones, el talante – más paciente y estudioso – tolera baile tras baile. Si la disposición es la de ir a ver un espectáculo cuyas coordenadas son las de la sorpresa, la emoción, el interés, la fascinación etc., aquí vamos a trompicones. Hay danzas que nos llegan y nos entusiasman y otras nos aburren, aunque tengan “mucho mérito” por la reconstrucción histórica.

El “folk”, en general, siempre tiene un peligro cuando se sube a un escenario. Las danzas y los cantes proceden de un entorno cultural ancestral, a veces traducción de ritos y costumbres válidas para los lugareños. Si se analiza la estructura del baile, ésta es muy elemental. Una serie de pasos que ritualmente se repiten y que para el profano pueden aburrir hasta la saciedad ya que nada les aporta porque le falta el contexto. El tedio se apodera del espectador y su único consuelo es mirar el reloj.

PÉRDIDA DE LA ESTILIZACIÓN DEL CUERPO

Lo mismo sucede con el vestuario. Es muy distinto el auténtico vestuario de la localidad visto sobre el terreno que el que tiene que subir a un escenario. Como ejemplo llama la atención el utilizado, en Por los caminos de santiago, para la Jota de mi Pueblo (Burgos). Posiblemente es el propio del lugar, pero en un escenario no funcionan aquellos horrendos pantalones de pana marrones y la faja negra en los hombres. En general todo el vestuario regional es poco favorecedor: hace a las mujeres excesivamente gruesas y también a los hombres, cuyas calzas convierten las pantorrillas en dos antiestéticos troncos. Por eso sorprende, favorablemente, cuando ellas lucen el traje de faralaes con un espigado cuerpo y ellos hasta sacan tipo – incluso los barrigudos - con el pantalón flamenco o visten de pescaderos en El Chacarrá. Nadie diría que son los mismos intérpretes. Algo similar sucede con el colorido de los trajes. Los de tonos grises restan brillantez.

Con todo esto quiero decir, que aunque esta agrupación se haya planteado hacer el trasvase hacia el mundo del espectáculo, sólo se ha quedado en el plano teórico. Ese trasvase, en la práctica no se ha hecho. No todas las danzas regionales, queriendo mantener su pureza étnica, son válidas para el escenario, al menos en su totalidad. Las que no cumplen el requisito de la espectacularidad deberían aparecer como ráfagas. Sirva de ejemplo loable, en España Baila, las jotas de Aragón en la segunda parte del espectáculo: Aragón. Ya de hecho, la jota es un baile que entusiasma, pero aquí se logra el ritmo mediante la variedad de las tres parejas, tanto en el vestuario como en el mismo paso jotero de diversa intensidad, para terminar en un vivaracho sexteto. También es espectáculo de por sí las danzas más vivas: Sevillanas, fandangos, isas, etc... Cuando esto sucede sobre el escenario el interés crece y la atención vuelve.

No dudo que no se haya intentado, pero no se ha conseguido. Se impone una revisión más a fondo de lo que sirve para un escenario o lo que simplemente funciona en el lugar y en las fiestas populares. El tijeretazo inteligente es el secreto para que un espectáculo funcione y eso es lo que ha hecho el Ballet Español, desde el mítico Antonio y Magriñá, o lo que en estos últimos tiempos se ha tenido que plantear el flamenco y el “jondo” cuando se ha subido al escenario. Lo que valía en la cueva o en el tablao no vale para un coliseo.

TRABAJAR MÁS EL CONCEPTO DE RITMO TOTAL

Dentro de esta misma concepción del espectáculo hay que considerar el ritmo de todo el conjunto como crucial. Tal ritmo se consigue con la variedad – ésta se logra suficientemente al ofrecer una amplia gama -, pero sobre todo evitando los tiempos muertos. Unos proceden de la misma danza. Ya he mencionado el ritualismo monótono de alguna de ellas. Otros de la unión de unas danzas con otras. En los dos espectáculos ofrecidos no se encuentra o no se sabe la técnica para que dicha unión fluya. Vemos cómo salen y entran los bailarines y sentimos el “impas” de la espera vacía. Vemos cómo se colocan – torpe la construcción del tapiz goyesco - y a veces esperamos demasiado. Basta un segundo escénico vacío para que sintamos la muerte del ritmo.

POR LOS CAMINOS DE SANTIAGO

La idea no está mal. Viajar a Santiago a través de las rutas españolas principales: Vía de la plata (Sevilla-Extremadura-Zamora); Camino de América (Canarias); Camino Francés y Norte (Aragón, Navarra, País Vasco, Castilla, Cantábrico y Galicia). Un viaje como observador de esas regiones, bajo la mirada del folclore.

Un guión audiovisual orienta al viajero. Tampoco la idea es mala, sólo que los medios visuales son modestos y el decir del texto demasiado rápido. Es muy difícil competir con el despliegue de medios que se utilizan hoy en día en el mundo de la escena. Y si esto es así todo debe ser más discreto o buscar algo más cercano a las armas que se poseen.

Aquí sucede, a nivel de danza, lo ya apuntado. No todas tienen la misma impronta teatral y por lo tanto el mismo atractivo escénico. Se necesitaría una mayor depuración y, como ya he dicho, dejar como meras ráfagas aquellas menos apetitosas.

Hay otras como son la Danza de Espadas (Maestrazgo de Santiago) y la Danza de Peregrinos (Galicia) que poseen un “handicapp” de entrada. Pertenecen a ese tipo de bailes, cuyo mérito y satisfacción visual se basan en la perfecta evolución de las líneas. Vienen a ser una geometría en movimiento. De eso saben mucho los eslavos y el ballet clásico – la línea de bailarines con tutú que evolucionan con un gran sincronismo. O lo que ha llevado al extremo B. Berkeley en el cine con los musicales de los años treinta. La tal pureza de líneas no existe en nuestro caso, lo cual desluce el baile. Y esto ya corresponde a la pericia de los bailarines y a un trabajo de sincronismo muy preciso. Hora y horas y horas ....

ESPAÑA BAILA

Lo había visto la temporada pasada y me tentó el volver a ver. Me temo que sigo teniendo la misma opinión de entonces. Sigue con las virtudes y los defectos. Resulta más atrayente que Por los caminos de Santiago. La razón está en que “los caminos” al trazar un itinerario real se siente obligado a echar mano de las danzas de los lugares citados, y algunas son poco atractivas. En cambio en este segundo programa, al no estar atado a tal itinerario, ha recurrido a las danzas más vistosas, más aptas para la escena. Con todo, sigue acusando la falta de ritmo en las uniones, pero en conjunto se ve con mayor agrado e interés.

Cabe destacar la reconstrucción del mundo goyesco y los pasos a dos de la escuela Bolera. Y, como es lógico, entusiasman los fandangos y las sevillanas, así como El Chacarrá. De gran finura es el Bolero de Carlet (Valencia).

Este Ballet Folclórico de Madrid, cuenta con un bagaje importante en cuanto a número y calidad de bailarines, vestuario y conocimiento de las danzas. Aunque se muevan en el terreno del “folk” – no es un Ballet Español -, si es que pretende mantenerse sobre un escenario, todavía tiene que trabajar más las técnicas que impone el espectáculo y una de ellas básica es la concepción del ritmo y la pureza de líneas en sus intérpretes, así como el tener medido el espacio. Tendría que revisar el mismo vestuario que nunca podrá ser el real. Demasiados pololos, enaguas y refajos que escénicamente esperpentizan unos cuerpos jóvenes y destruyen ciertas líneas balletísticas.

Todavía les falta la brillantez.

AUSENCIAS

España Baila, es título un tanto arriesgado. ¿Dónde está el País Catalán y Mallorquín? ¿Y el País Vasco? ¿Y Galicia? Estos dos últimos han sido recuperados en Por los Caminos de Santiago, pero los otros siguen ausentes.
 

 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Domingo, 09 de Mayo de 2010 20:20