El bufón bajo la tormenta. Imprimir
Escrito por Jos´R. Díaz Sande   
Miércoles, 14 de Abril de 2010 13:44
EL BUFÓN BAJO LA TORMENTA
TRÁGICA MEDITACIÓN

[2004-09-07]

El Canto de la Cabra celebra su décimo aniversario...

EL BUFÓN BAJO LA TORMENTA

TRÁGICA MEDITACIÓN

El Canto de la Cabra celebra su décimo aniversario. Una labor día a día comprometida con la vanguardia teatral y de danza. Sala de reducidas dimensiones, encuentra mayor respiro en el verano. La plazuela, esquina calles S. Gregorio y Góngora, se acota y da lugar a un sugestivo escenario al aire libre preñado de connotaciones poéticas.

El olivo, sembrado en medio de la plaza y con el tiempo más añoso, y los enhiestos árboles con el verdor en las alturas parecen más creaciones artificiales escenográficas que habitat natural. Un espacio irregular y caprichoso en el que se consigue adaptar los textos con habilidad.


Andrés Corchero

Título: El bufón bajo la tormenta
Coreografía y danza: Andrés Corchero
Música original: Joan Saura
Técnico de luces: Oriol Blanch
Voces en off: Feliu Formosa, Xavier Ripoll, Octavio Paz
Texto: Octavio Paz
Otras músicas: Caetano Veloso
Producción: Rara Avis, Rosa Muñoz y S.C.P, en colaboración con Festival GREC de Barcelona.
Compañía residente en l‘Estruch de Sabadell.
Plan de Residencias del Departamento de Cultura de la Generalitad de Catalunya
Estreno en Madrid: el canto de la cabra, 4 de agosto de 2004 (Veranos de la Villa)

Hoy nos ocupa Andrés Corchero, no nuevo en la plaza madrileña. Para él y su puesta en escena termina por ser crucial, sobre todo en el final, el mencionado olivo. Ha integrado su coreografía de tal modo en el espacio olivarero que, no es fácil imaginarla sin él.

La danza de Andrés Corchero, después de su ida a Tokio, ha quedado muy influenciada por la danza Butoh que aprendió de Min Tanaka y Kazuoh Ohno. En El bufón de la tormenta, hay una predominio de elementos sacados de este estilo nipón. Por eso encasillar a Corchero en el genérico de danza moderna, se presta a equívocos. Andres Corchero ha terminado por ser Andrés Corchero, que, dentro de su primera formación balletística moderna de sus comienzos, ha sabido integrar los elementos del Butoh con un discurso particular. Esto mismo puede llevar a engaño a un ingenuo espectador que espere presenciar composiciones coreográficas al uso o movimientos rítmicos al son de tal o cual melodía. Hay que hacerse un lavado de cerebro de todo eso y partir de una no premisa, una no acción balletística tradicional o una diáfana historia.

Como ya lo ha hecho en otras ocasiones con otros músicos y poetas, este proyecto nace de una colaboración con el músico Joan Saura y el poeta Feliu Formosa, para el Festival En Pe de Pedra, de Santiago de Compostela y para el Festival D’Estiu de Barcelona Grec 2002. Aquel original es reelaborado de nuevo para este espacio olivarero de Madrid. Ello explica que no desentone la coreografía en tan insólito marco. La acomodación es tal, que parece haber nacido para ese lugar.

No es fácil el discurso si uno se mueve en la filosofía de la idea clara y distinta cartesiana. Tampoco interesan mucho sus reflexiones en el programa de mano para un mayor esclarecimiento, sí, en cambio, para comenzar a orientarse por un camino muy personal. Después hay que dejarse llevar. El bailarín y coreógrafo, controla perfectamente cada uno de los músculos de su rostro, así como los movimientos corporales para expresar una cierta angustia y melancolía, muy apoyada por los acordes de Saura en una “no música” que ensambla como un “colage” sonidos, acordes electroacústicos, armonías desajustadas, voces, melodías tradicionales inteligibles como el tema leif - motiv felliniano del film Amarcord, que creó Nino Rota. Música hostil y de desasosiego con mínimos respiros y que se hace más agobiante con la ausencia - de longitud temporal inexplicable - del bailarín que, sin razón alguna, desparece entre cajas. ¿Se trata de dejarnos huérfanos y trasladar al espectador la inquietud del personaje?

Lo más interesante es que, poco a poco, hacemos nuestras sus inquietudes y entramos en comunión con el personaje.

El bufón (el hombre) bajo la tormenta (la propia existencia agresiva), termina por ser una meditación sobre el incomprensible existir y su destino final. La imagen de Corchero sobre el Olivo, al final, posee una gran fuerza y expresividad.
 

 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Domingo, 09 de Mayo de 2010 20:31