Luces de Bohemia. 1996. Reseña Crítica Imprimir
Escrito por Miguel M. Vicario   
Viernes, 27 de Enero de 2012 16:34

 
 RESEÑA 1996
NUM. 278, pp. 20- 21

LUCES DE BOHEMIA

TROPEZAR EN LA MISMA PIEDRA

 

MANUEL DE BLAS / CARLOS BALLESTEROS

Tal y como sucedió en la noche del oropélico estreno, conviene reparar brevemente, antes de entrar en el juicio de lo que en escena se contempla, en las razones primeras que motivaron el retorno a los escenarios del primer esperpento de Valle-Inclán. Se homenajeaba con toda justicia a José Tamayo que con su Compañía Lope de Vega cumplía cincuenta años al servicio del espectáculo teatral. No se duda: el esfuerzo merecía ser reconocido multitudinariamente. Y tanta fue la multitud, que se colapsaron los alrededores el mítico Bellas Artes. Desde el aspirante a espectador que buscaba con humildad una entrada sin dueño, hasta el mismo Presidente del Gobierno, pasando por el Presidente de la Comunidad de Madrid, su Alcalde, líderes políticos de todas las tendencias y, claro es, gran parte de la profesión teatral. No era mal comienzo. Alberto Ruiz-Gallardón entregó la Estrella de los Festivales de Madrid al director. Palabras de respeto y admiraci6n de Lorenzo López Sancho, Francisco Rabal y Francisco Nieva. Contestación chispeante del homenajeado. Era el brillante prólogo a uno de los mejores textos del teatro español.

 

José Tamayo no es la primera vez que sitúa a Valle-Inclán tras el telón de los escenarios. Se recuerda bien todavía aquel estreno del esperpento que nos ocupa, en los años setenta, cuando la censura aparecía menos sofisticada que en la actualidad. De aquella representación quedo para la historia la genial interpretación que ofreció Agustín González encarnando a Latino de Hispalis. Es dudoso que desde entonces se haya contemplado un acercamiento tan fiel a los presupuestos estéticos de Valle. EI  resto de lo que entonces se presencia no pudo pasar de un drama urbano dibujado con orden y ciertas pinceladas expresionistas. Cuando  Tamayo realizo su incursión creativa en Divinas palabras, último paso de Valle antes de instalarse con firmeza en su definitiva estética, la salida tragedia de aldea se licuó lastimosamente hasta convertirse en simple drama rural.

 

De lo visto entonces y de lo contemplado ahora, se desprende que entre los reconocidos méritos teatrales que acumula don José Tamayo, no se encuentra por desgracia la adecuada comprensión de Valle-Inclán. El director, no obstante, ha demostrado su talento en otros apreciables géneros dramáticos, incluida nuestra querida zarzuela. No es poco lo suyo.

 

El paso del tiempo ha limpiado el laberinto escenográfico entre escenas rápidas, que se soluciona en este caso de forma impecable por medio de unas bellísimas y ajustadas filmaciones capaces por sí solas de recrear visualmente los ambientes múltiples. Salvo este incontestable acierto, casi todo lo presenciado ahora recuerda en exceso lo propuesto hace años. Se pierde, debe repetirse, el monumento interpretativo de Agustín González, cuyo Latino es tomado por Manuel de Bias. Es justo reconocer que el reconocido actor no camina lejos del personaje, lo perfila con sensibilidad, lo merodea, pero don Latino no se conforma con simples rasgos externos; tras la máscara castiza, retorcida, palpita un complejísimo entramado humano con aliento universal, que es precisamente lo que no se logra. Frente a él, el más emblemático de nuestros ciegos teatrales, Max Estrella, lúcido, visionario, loco de luz interior, es levantado a duras penas par Carlos Ballesteros. También aquí puede más la pura forma que el fondo, y el titán de nuestros antihéroes no alcanza ni con mucho el vuel0 requerido. Max Estrella continúa buscando el intérprete que nunca tuvo. El resto de los actores, con mejor o peor fortuna, caminan por el sendero de lo puramente grotesco, que no es más que la cáscara de la estética de Valle.

 

Una vez más, aquel Madrid canalla, espejo de España, acaso hoy más que nunca espejo del mundo todo, se queda en una estampa coloreada, flácida y sin nervio. Se comprende mal, en fin, que el merecido aplauso a Tamayo se pretenda arrancar con uno de los contados borrones echados por este buen escribano.

 

Título: Luces de Bohemia.- Autor: Ramón del Valle Inclán.- Dirección: José Tamayo.- Intérpretes: Carlos Ballesteros, Manuel de Blas, Manuel Navarro, José Hervás, Natalia Duarte, José Albiach, Antonio Rosa, Eduardo Mac Gregor, Ana Malaver, Manuel Brun, César Sánchez, Manuel Arias, Jacobo Dicenta, Carmen Arévalo, Aurora Frías, Ramón Quesada, Ignacio de Paz, Belén Chenes, Ángel Aguirre, Miguel Delgado, Roberto Correcher.- Ilustraciones musicales: Antón García Abril.- Escenografía y vestuario: Per Francesch.- Estreno en Madrid: Teatro Bellas Artes, 10 - X - 1996

 


MIGUEL MEDINA VICARIO

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Última actualización el Viernes, 27 de Enero de 2012 17:55