Casanova en Madrid. La zapaterita. 1941 Imprimir
Escrito por José R. Diaz Sande   
Sábado, 06 de Agosto de 2011 15:36

CASANOVA EN MADRID, LA ZAPATERITA

¿DOÑA IGNACIA, LA TATARABUELA DE ROYUELA, MANOLA?

 

 
 

CONCHITA PANADÉS (1941)

     

    LA ZAPATERITA
CABALLEROS EN PLAZA
           (Boceto escenográfico)           

ANTONIO MEDIO (1941)

 

 

GIACCOMO CASANOVA

En el suplemento Babelia – de carácter cultural - que publica El país, Fernando Royuela (1963, escritor) publica un amplio artículo - ¿realidad o ficción? - con motivo de Historia de mi vida del aventurero veneciano Giacomo Girolamo Casanova  (Venecia 2 - IV- 1725/ Dux, actual Duchov República Checa 4 - VI -1798) . Mi sorpresa fue al leer:

 

  • Mi tatarabuela aparece en las memorias de Casanova. El autor cuenta sus amores con ella en la parte relativa a su estancia en Madrid. Mi familia, de tradición católi­ca y hondos principios mo­rales, siempre ha tenido a bien ocultar tan deshonro­so encuentro. Un halo de pudibundez mezclada con cierto sentimiento de culpa se ha ido sucediendo a tra­vés de las generaciones que me precedieron, siempre obsesionadas con guardar discreción. Antes de lanzar­me a escribir sobre este epi­sodio he consultado largo y tendido con las distintas ra­mas de mi familia y aunque no he logrado su aquiescen­cia me he permitido la li­cencia de divulgar el desho­nor. Al fin y al cabo en toda familia hay una oveja negra y en la mía yo detento esa función

 

EL SÁBADO DE GLORIA DE 1941

LA TATARABUELA DE ROYUELA

SE LLAMA MANOLA

 

LA ZAPATERITA (1941)
PRIMER ACTO

Esto no vendría a cuento si no fuera porque Casanova está, de algún  modo, relacionado con mi infancia. De ahí mi sorpresa.
 

La relación de mi infancia con Casanova fue a través de una zarzuela: La Zapaterita con libreto de José Luis Mañes y música de Francisco Alonso.  Se estrenó en Madrid la noche  del Sábado de Gloria, el día 12 de abril de 1941 en el Teatro Calderón de Madrid, pero yo la vi, no recuerdo exactamente el año -  hacia el 1948 - en Granada en el desparecido teatro al aire libre, llamado, creo el Teatro Gran Capitán, sito en la encrucijada de la calle Reyes Católicos y Gran Vía y que hoy ocupa el monumento a Colón, en aquella época, creo, en el llamado Salón a las orillas del Río Genil. Los intérpretes eran Conchita Panadés, Antonio Medio y de los demás poca fe puedo dar.

 

Con posterioridad, sería el 1950 ó 1951, a mi casa llegó la grabación de la Columbia en 78 revoluciones por minuto y el reparto era Conchita Panadés (Manola), Antonio Medio (Casanova), Fernando Heras (oficial de la guardia), Charito Leonís (Taravilla), Eduardo Marcén (Pasitos), Manuel Alares (Garabito), José María Gallardo (Padre Calixto y Sereno), Teresita Pello (La Santorcaz), Mª Ángeles Muñoz (La Garbosa), Srta. Selva (La Tordesillas) y Srta. Suárez (La Pimentel), Señorita Pello (Infanta María Luisa), bajo la dirección musical de Francisco Alonso.

 

La visión en el teatro y la posterior audición repetitiva de los discos hicieron que Casanova y Manola fueran como de la familia. En esa Zapaterita  conocí a Casanova, pues la historia va de cuando Casanova viene a Madrid, en la corte de Carlos III. Conoce en Madrid a una mujer, Manola apodada “la Zapaterita”, por ser hija de un zapatero, y se enamora de ella. Pero Manola, aunque sensible al galán, sabe mantenerlo a raya.

 

 

GRABACIÓN 78 REV./ MINUTO
RECUPERACIÓN EN CD

GRABACIÓN MICROSURCO
EN VINILO Y EN CD

 

TRAS EL ESTRENO,

OLVIDO A NIVEL ESCÉNICO

 

 
LA ZAPATERITA. 
DÚO DE MANOLA Y CASANOVA

Lo más curioso es que tras esa representación y esa grabación, se hizo un silencio, a nivel teatral y discográfico, sobre La Zapaterita. Las compañías de repertorio no la incluyeron en sus títulos y cuando Ataulfo Argenta comenzó a grabar zarzuelas, tampoco estaba incluida. Fue mucho más tarde, en el año 1989 cuando volvió a aparecer en discos de vinilo (33 revoluciones por minutos) y con posterioridad en CD interpretada por María del Carmen González (Manola), Josefina Meneses (Taravilla), Antonio Blancas (Casanova), Ricardo Muñiz (Oficial de la guardia), Julio Catania, Jesús Castejón y Segundo García, bajo la dirección de Moreno Buendía.   

 

No obstante, tras esta nueva grabación, el escenario no se ocupó de ella. Ignoro las razones reales ya que he oído algunas justificaciones. Según algunos críticos:

 

  • La partitura es sin duda una de las obras más conseguidas de Alonso, por su homogeneidad, densidad en el arte musical y acierto en la melodía. Es una obra de madurez del compositor. Una antología de la producción del Maestro Alonso forzosamente habría de recoger varias de las páginas de La zapaterita, tales como el dúo de soprano y barítono, la romanza La noche DÚO DE MANOLA Y CASANOVA madrileña y El relevo de la Guardia . Asimismo, nos encontramos ante una composición llena de aciertos melódicos y sinfónicos .

 

Hay también otras opiniones como el que la partitura se aparta del tono de la zarzuela para coquetear con el mundo de la revista. Algunos la han llamado música arrevistada. En el libreto publicado en 1943 por Talia, revista quincenal de obras teatrales, cuyo director era Cecilio Luna y está afincada en la calle Huertas 53 de Madrid con teléfono 17210, tras el título, la califica de: Zarzuela moderna en dos actos, dividos en  cinco estampas.

 

FRANCISCO ALONSO JOSÉ LUIS MAÑES

 

Cuando el director José Luis Alonso – sobrino de José Luis Mañes, autor del texto - fue nombrado director del Teatro de la Zarzuela y estaba montando una Verbena de la Paloma, le entrevisté y como curiosidad le pregunté por el destino de La Zapaterita. No me llegó a dar una explicación de por qué ese silencio, pero sí me comentó 

  • Es una zarzuela muy bonita.

DE DOÑA IGNACIA A MANOLA

DE LA IGLESIA DE SAN ANTÓN A LA DE LA SOLEDAD

 

IGLESIA DE SAN ANTÓN, MADRID

Tras todo este preliminar introductorio, vuelvo a mi sorpresa ante el artículo de Fernando Royuela en donde nos desvela las aventuras de su tatarabuela con Casanova. En las memorias de Casanova la hija del zapatero de quien se enamora la llama Doña Ignacia.

 

  • En la parte de su obra dedicada a España aparecen dos mujeres que van a gobernar el corazón del autor durante su estancia en estas tierras; Nina Bergonzi, en valencia, y mi tatarabuela, en Madrid. 

Fernando Royuela no nos desvela el nombre de su tatarabuela. Siempre pensé que la historia que nos cuenta José Luis Mañes – tío de José Luis Alonso - era un invento y que Casanova no se había asomado por España, sino solamente literariamente. Sin embargo, lo que nos cuenta Royuela y lo que cuenta Mañes es casi un paralelo. Según Royuela 

  • Casanova conoce a mi tatarabuela el día de San Antón oyendo misa en una iglesia de la calle de Fuencarral. Acababa de llegar a Madrid donde le habían habla­do del fandango, un baile que inflamaba el alma, y quería bailarlo sin tardanza en los Caños del Peral. 

La iglesia de la calle de Fuencarral es la propia Iglesia de San Antón, todavía hoy popular porque es a donde se llevan los animalitos para ser bendecidos, la onomástica del Santo. En las Memorias de Casanova la Iglesia la llama de la Soledad.


En la obra de
Mañes, Casanova tiene el encuentro con Manola en el Jardín de la isla, en Aranjuez, pero antes de que llegue ella, es acosado por las damas de la corte, incluida la infanta María Luisa que le interpelan:

 

Taravilla:  Y en España,

 ¿qué es lo que hacéis?

Casanova: ¡Sólo amar!

Mª Luisa:  ¿Tenéis alguna aventura?

Casanova: ¡Con locura

Amo a una española ya!

La recuerdo noche y día

Yo diríaque en mi mente siempre está.

La Tordesillas:    ¿Será un amor verdadero?
La Santorcaz:  ¿Duradero?

Casanova: Así mi pecho lo cree                

Taravilla: ¿Tanto merece la bella?

La Santorcaz: ¿Quién es ella?

La Tordesillas:  ¿Cuál es su nombre?

Casanova:   No lo sé       

Taravilla: ¿Os sedujo su alma pura? ¿La dulzuraDe su voz?
Casanova: Nunca la oí.

La Santorcaz: ¿Es soltera?

La Tordesillas: ¿Es casada?

Casanova: No sé nada.

Taravilla:  ¿Pero la amáis?

Casanova: Eso sí

Mª Luisa:  ¿Cómo el prodigio se ha obrado?

La Santorcaz: A su lado ¿cómo llegasteis?                  

Casanova: Llegué cierta mañana que a un templo

mis pasos encaminé.

Dentro de la Iglesia estaba;

Allí oraba

De rodillas toda unción.

Yo la miré con fijeza…

 ¡Su belleza                            Merecía otra oración!

Y se la rezó mi mente.

(…)

Casanova: Ya en la calle, ¡qué garbosa

Va la hermosa!

De sus pasos voy detrás

 A su casa al fin llegamos;

 Nos miramos

  Entra ella…y no hubo más. 

 

DE LA CALLE DEL DESENGAÑO

A LA CALLE DE LA ARGANZUELA 
 

En la obra, la Iglesia no es la de San Antón. Nos la desvela en el dúo de Manola (soprano ligera) y Casanova (barítono), un poco después, en los jardines de la Isla:

 

Casanova:           Un momento, ya que os veo

Manola:               No os conozco

Casanova:                              Yo a vos sí

                            ¿No recuerda?

Manola:                                  No recuerdo

Casanova:           En la iglesia os conocí

                            ¿No recordáis que una mañana

                            rica de sol, llena de aroma,

                            en el altar de la Paloma Os vi rezar?                       

                           ¿No recordáis que allá en la iglesia                                       

                            Alguien al veros tan bonita             

                            Os ofreció el agua bendita

                            Que al fin quisisteis aceptar?
 

Manola afirma no recordar tal situación pero al poco recuerda:

 

Manola:               Mas es verdad que una mañana

                            rica de sol, llena de aroma

                            en el altar de la Paloma

                            acaso vos me vió rezar

 

CONCHITA PANADÉS  ANTONIO MEDIO

Después, en el consabido unísono de soprano y barítono, cada uno da rienda suelta a su voz interior los dos cantan: 

Manola y Casanova:    Yo quiero ser

Su noble y tierno querer

Yo quiero ser 

 

EL CHAPÍN DE ORO

 

Mañes sitúa el encuentro en la iglesia de La Paloma, lo cual es congruente porque hace vivir a Manola y a su padre en la calle de la Arganzuela, cerca de esa Iglesia. El Acto primero (estampa segunda) reza así:

 

El Chapín de oro. La tienda taller del maestro Pasitos (padre de Manola). Una puerta a la calle de la Arganzuela y una ventana a modo de escaparate.

 

Y más adelante en el acto segundo (escena cuarta):

 

El Chapín de Oro. La calle de la Arganzuela, a la derecha, la zapatería de pasitos, puerta del escaparate. Visto exteriormente, un chapín de oro de muestra en la fachada, a la izquierda, un mesón con puerta practicable; la fuente al centro, un poco a la izquierda.

 

Y llevando esta información al terreno lírico una voz (tenor) perdida en la noche canta:

 

Voz:                     Quien no quiere a Manola

                            de la Arganzuela

                            no sabe lo que es gloria

                            ni lo que es pena

                            ¡Ay, yo la quiero!

                            ¡ay, yo la quiero!

                            y si vivo por ella, por ella muero

 

Calle que el sereno nos la describe:

 

Sereno:                Desde que soy sereno

                            de la Arganzuela

                            no hay aquí ni una riña,

                            ni una pendencia,

                            ni un amor ni un cortejo,

                            ni trapatiestas.

                            ¡Mucha calle es la calle

                            de la Arganzuela!

 

LA ZAPATERITA (PRIMER ACTO) (1941)

 

La tatarabuela de Royuela acudía a la iglesia de la Soledad, porque ella vive en una calle próxima: 

  • Casanova aguardó a que terminara la misa y siguió a mi tatarabuela hasta su casa en la calle del Desengaño. Tras identificar el lugar en que vivía esperó en la calle media hora y llamó a la puerta. ¿Quién es? Gente de paz, responde Casanova explica al padre de la muchacha que es extranjero y que desea llevar a su hija de pareja para el baile del día siguiente en el teatro de los Caños del Peral. Todos se quedan anonadados. El padre le pregunta a la muchacha que si ha visto alguna vez a ese hombre y ella niega con la cabeza, pero no sin fasci­narse con la hermosura de aquel galán, alto y apuesto como pocos en Madrid. Casanova asegura que sus intenciones son honestas y promete devolver a la mucha­cha sana y salva una vez acabado el baile.

En Mañes al terminar el dúo de Manola y Casanova, hace entrar a Pasitos, el padre de Manola, el cual saluda a Casanova y le pregunta en qué puede servirle.

Casanova: En proporcionarme algo muy difícil de conseguir a un extranjero.

Pasitos: Y ¿qué es ello?

Casanova: Una pareja para el baile de Los Caños del Peral

Pasitos: ¿Para el baile de máscaras? ¿Y qué pareja podré proporcionaros, yo, que sólo sé emparejar zapatos?

Casanova: La más bella que pudiera soñarse, vuestra hija.

Pasitos: Pero… ¿es posible? Manola. ¿tú objeto del ditirambo del señor Casanova, de la flor de los caballeros venecianos, solicitado en la Cortes          

extranjeras y distinguido por Catalina?   

Manola: ¿Quién es Catalina, papá?

Pasitos: La emperatriz de Rusia, hija mía, sólo que yo la llamo Catalina por esta familiaridad          que tengo con la realeza.                                     

Casanova: Entonces ¿aceptáis?                           

Pasitos: Honradísimo 

Hay un pequeño escollo a salvar: Fray Calixto, el confesor de Manola. 

Casanova: Y ¿habéis de pedirle permiso par ir al baile?

Manola: Y decirle quién es mi pareja, por si no es de su agrado

Casanova: Pues… ¡haga el cielo que yo sea del agrado del padre Calixto.

 

EL FANDANGO DE

LOS CAÑOS DEL PERAL
 

El baile de los Caños del Peral es el actual Teatro Real. En él era famoso el fandango y así lo anota Royuela:

 

  • (Casanova) acababa de llegar a Madrid donde le había hablado del fandango, un baile que inflamaba el alma, y quería bailarlo sin tardanza en los Caños del Peral. Los movimientos del hombre expresaban, según decían, el amor consumado, los de la mujer, el con­sentimiento, el arrebato y el éxtasis del placer. Aunque prohibido por la Inquisi­ción, en  ocasiones especiales y previo per­miso del conde de Aranda, solía bailarse en este teatro. Buscaba Casanova pues pa­reja de baile y fue a encontrarla aquella mañana en la iglesia de la Soledad. Al ver­la apartarse del confesionario, guapa, con aire contrito, mirando al suelo, de inme­diato quedó encaprichado de mi tatara­buela. Casanova reconoce que no tenía aspecto ni de rica, ni de noble, ni de busco­na, pero supuso que debía bailar el fandan­go como un ángel, que era lo que a él le interesaba. La anunciada lascivia del fan­dango le había trastornado por completo. En su opinión ninguna mujer podía negar nada a un hombre con el que hubiera bai­lado el fandango, y él quería estrenarse en los Caños del Peral.

 

Mañes comienza el Segundo Acto (estampa tercera) en Los Caños del Peral, que tendrá dos escenarios: Cortinas lujosas o Cámara en segundo término, que se supone ser la sala de paso al teatro de los Caños del Peral. Casi al final y tras un oscuro

 

Desaparecen las cortinas y al hacerse la luz aparecerá la sala del teatro de los Caños del Peral convertida en salón de baile. Al foro la entrada al salón elevada por dos o tres escalones sobre el proscenio. A ambos lados filas de palcos y en algunos, arañas de reverberos y cornucopias con luces y faroles de velas. En el salón grupos de máscaras. (…) Aparecen las parejas en posición de baile y

 

MÚSICA

“El Fandango”


FANDANGO (1941)

 

El número del fandango proporciona brillantez al final de esta estampa y recuerda al otro fandango de Doña Francisquita. Tanto en las memorias de Casanova como en la narración de Royuela la pareja baila el fandango, que es un baile que les enamora apasionadamente. En Mañes el fandango no lo bailan ni Manola, ni Casanova, probablemente tiene que resolver la dificultad de que unos cantantes puedan bailar el fandango con garbo.

 

¿AMOR CONSUMADO?

 

En Royuela el consentimiento es dado con tal de que la chica vaya acompañada por su madre. En Mañes le acompañará su padre Pasitos. La tatarabuela y Casanova caen rendidamente enamorados, en aquel baile:

 

  • Bailan pues, se inflaman las pasio­nes y a partir de ahí surge un idilio turbulento en el que mi tatarabuela sucum­be pese a su rígida moral. Maravilla leer en las pala­bras de Casanova la inocen­cia de las contradicciones de aquella mujer, deseosa por un lado de entregarse en cuerpo y alma y remisa por otro debido a su rigidez de conducta y a los dictados de la religión. El ultimátum de Casanova es prodigioso: "No he venido a vuestra ca­sa ni para atormentaos ni para ser un mártir. Sabed que no quiero que nos con­denemos por simples de­seos". Ya puestos, mi tatara­buela tampoco y sucumbe en los brazos de su amante para mayor gloria mía y del resto de su descendencia.

 

Este sucumbir no lo consiente Mañes – o la censura de la época – y solamente lo desea, como fantasía, expresándolo cuando se confiesa con Fray Calixto. Se trata de un dueto. El Padre Calixto es orondo y disfruta del buen comer, por eso cuando Manola lo llama para confesarse le ha preparado un goloso piscolabis:

 

Música

 

P. Calixto:           Es muy santa tu intención,

                            mas no deja de ser chusco

                            que me digas tu aflicción

                            mientras tomo el sonocusco.

 

Manola:               Cualquir sitio servirá

                            para vuestra reverencia

                            si el motivo principal

                            es descargar la conciencia

 

P. Calixto:           Pues ya puedes empezar.

                            Abre el alma lacerada

                            y antes debes meditar

                            mientras mojo la tostada. 

Manola no tiene que emplear mucho tiempo en meditar y en su confesión refleja esa pasión a la que sucumbió la tatarabuela de Royuela: 

 

Manola:               Es hombre enamorado y  apasionado

                            Y aunque quiera, no puedo lograr la enmienda

                            Cuando llega a mi lado

P. Calixto:           Me haces tú la merienda con gran cuidado.

                          Sabe a gloria, señor.

Manola:               Sin su amor yo no puedo ni reir ni llorar

                            porque ya no me deja

                          ni un solo momento sentir ni pensar 

Y ya lanzada, Manola se desmadra: 

Manola:               ¡Ah! Yo le quiero, yo le quiero;

                            estoy mala de querer,

                            y la cura de mis males

                            en sus brazos ha de ser.

                            Si su apalabra es veneno,

                            quiero veneno tomar

                            que es un veneno tan bueno

                            que me quiero envenenar

P. Calixto:           Eso es pecado muy grave,

                            eso es pecado mortal;

                            tienes que ser, hija mía,

                            una muchacha formal

 

 

Y después al unísono en que Fray Calixto va entrando musicalmente a contrapunto:

 

Manola:               Yo me muero, yo me muero

                            su querer me va a matar;

                            en su boca el agua fresca

                            beso a beso me ha de dar.

                            Si el quererle me condena

                            no lo puedo remediar;

                            es la condena tan buena

                            que me quiero condenar.

                            No hay para mí más que él.

                            No hay para mí más que él.

 

P. Calixto:           Ya lo dijo San Mamés

                            y San Serenín, que todo nada es;

                            verísuculus sexto. Todo tiene un fin,

                            todo en el mundo se acaba,

                            todo dura un santiamén,

                            todo dura un santiamén.

                            Y el chocolate también.

 

Esto es a lo más que llega Manola en la obra de Mañes, pues cuando, por la noche, Casanova se acerca a la reja de la Calle de la Arganzuela, tras elogiar la noche madrileña como única:

 

Casanova:           Noches de Venecia y de París,

                            otras aventuras y otro amor,

                            noches de alegría;

                            todo lo daría por la noches de  Madrid (…)

                           Noche madrileña con mirar de  luna,

                           Noche que eres una llama de placer.

                           Como tu mi amada, como tú has de ser.

                           Noche perfumada, no te  olvidaré…

 

Consigue hablar a través de la reja y a lo más:

 

Suena un beso en la reja

 

LA ZAPATERITA
CABALLEROS EN PLAZA
(1941)
CHARITO LEONÍS

 

Con todo, queda un cierto equívoco al final de la estampa cuarta

 

Manola:               (A Casanova) Cuando estemos solos,

                            Cuando no haya nadie.

 

Pausa. Cierra (la verja) y vase Casanova)

 

Sereno:               (Volviendo a cruzar canta)

                            Ni un amor, ni un cortejo,

                            ni trapatiestas;

                            Mucha calle es la calle

                            de la Arganzuela

 

Sale nuevamente Casanova, que llega a la reja

 

Casanova:           (Cantando) como tu mi amada,

                            como tú has de ser.

                            Noche perfumada,

                            no te olvidaré

 

Telón

 

La caída del telón nos deja en ascuas y que cada uno piense lo que quiere, pero no parece que sea así.

 

La estampa Quinta, ante la Iglesia de la Soledad,  en la que se celebra la Cruz de Mayo, coincide con la boda de Manola. Tal boda ya estaba pactada antes de que Manola conociera a Casanova. Tras la confesión con el P. Calixto, él le pregunta: 

P. Calixto: Y luego… dime ¿qué es de aquel noble caballero?

Manola: (Baja los ojos) Me escribe dice que vendrá, que me casaré con él…

P. Calixto: Y te casarás con él. Es lo serio, lo fundamental de tu vida. Te casarás con él y serás una buena esposa.

Manola: ¡Qué sabio sois! Tanto, que sabéis de mi vida más que yo misma. Me casaré con él, seré buena esposa…

P. Calixto: Claro que sí ¡claro que sí! Sólo después de haber amado mucho se puede ser buena esposa.

Manola: ¿Eeeeh? 

 

 

 LA ZAPATERITA (1941)
A LA GALLINITA CIEGA

 

Manola en traje blanco de boda del brazo de Pasitos, que viene de tiros largos hacia la iglesia, y Casanova, saliendo a su encuentro, los detiene y pide permiso para hablar con Manola. 

Casanova:           Última vez, Manola… Se cruzan dos caminos,

                            aquí que unen, separan…Dime lo que ha de ser

                            ¿Así juntas las manos, unir nuestros destinos?

                            ¿Alejarnos por siempre? Lo que quieras, mujer.

 

Manola:               ¿Recuerdas?... Aquí mismo…En esa  

iglesia, un día… -limpio cristal mis sueños, virgen mi corazón – te encuentro y, desde entonces, empiezo a no ser mía, te miro, y en mis labios se quiebra la oración. Queda de aquello ahora ese dolor amable de las cosas que han sido. Y luego, en mi vejez, el pasado y yo a solas, el encanto inefable de decirme en silencio y a mi misma: “Una vez…” Pero… ¿amar? Tú me pides que resuelva, decida…”¿Alejarnos por siempre? ¿Juntos siempre los dos? Amor no hay más que uno, uno solo en la vida. Y es…el que Dios nos manda ¡el que bendice Dios!

 

(Las últimas palabras con la cara hacia la iglesia, como fatalmente despedida de lo anterior. Y mutis Manola y Pasitos)

 

Casanova:           ¡Amor, el que Dios manda! Amor de los amores.

                            Taravilla, a la novia ¡todas, todas las flores!

 

(Van las Mayas entrando flores en la iglesia. Un tiempo. Casanova, al mutis)

 

Casanova:           Yo, tras mi sed infinita…

                            ¡Siempre andar! Y en mi novela

                            queda otra página escrita,

                            la de la alegre mozuela,

                            tan honesta, tan bonita:

                            la humilde Zapaterita

                            de la calle de Arganzuela         

 

(Y vase. Han entrado las flores. Entran en la iglesia las Mayas. Taravilla detrás. Momentos después, clamoreo de campanas, orquesta brillante y

 

TELON

 

José Luis Mañes, autor del libreto, parece haber tomado la historia de Histoire de ma vie de Casanova e, imagino, la censura de la época obliga a esa apostilla final en el que Manola deja  muy claro que 

Manola: Amor no hay más que uno, uno solo en la vida.

Y es…el que Dios nos manda ¡el que bendice Dios!

 

Fernando Royuela pone rostro concreto a esa aventura madrileña: la de su tatarabuela que al ver que existe un tataranieto tenemos que concluir que habiendo partido Casanova, casó y tuvo descendencia. Fernando finaliza su artículo:

 

  • La historia de sus amores en España es sólo una parte de su Histoire de ma vie, un libro que por mucho que mi familia siga empeñada en denigrarlo es admirable por no decir genial. Puro viaje, pura literatura. Pura pasión.

 

LA ZAPATERITA, ZARZUELA MODERNA

INTENTO DE REMONTAR EL VUELO

DE UN GÉNERO ADORMECIDO

 

La Zapaterita se estrena en Abril de 1941 y en Enero se había estrenado  Manuelita Rosas, también de Alonso, de ambiente argentino y con la que había pretendido, sin conseguirlo, salir de España durante la guerra civil española y estrenarla en Buenos Aires. Tras la guerra civil y con ánimo de volver a recuperar la zarzuela, después de tanto género revisteril, se opta por lo que se denomina zarzuela moderna, en la que se incorporan elementos con aires más ligeros y de comedia musical.

 

 

En esta obra se narra la aventura en Madrid del caballero Casanova en la corte de Carlos III. El protagonista encuentra en ese Madrid a una mujer y aunque es sensible a su maléfico galanteador, sabe resistir la tentación. La garbosa zapaterita, encarna a la mujer honrada. Esta honradez no parece estar muy clara en Royuela ni en las memorias de Casanova:

 

Hasta las diez bailamos minuetos y contradanzas (…) hasta que por fin llega el permiso para bailar el fandango y héteme aquí con mi pareja, que lo baila de maravilla y que se queda perpleja al verse tan bien acompañada por un extranjero (…) Al fin de esta danza seductora que a los dos nos había puesto fuego en la sangre (…) le digo que ella me había enamorado (…) Me responde que no podía penar en hacerme feliz sino siendo feliz ella misma y que ella me escribiría (…) Yo me dirigí a la mía (casa) y me metí en la cama”. (Giacomo Casanova y Giuseppe Baretti. Dos ilustrados italianos en la España del XVIII – Cátedra. Madrid 2002, traducción de Miguel Ángel Vega y Daniella Gambini. Cap. 1 y 2 )

 

Y Mañes, ante la censura de 1941, se cubre las espaldas y nos deja sólo la sospecha al hacer decir a Manola:

 

Manola:               (A Casanova) Cuando estemos solos,

                            Cuando no haya nadie. 

O bien la insinuación del P. Calixto: 

P. Calixto: Claro que sí ¡claro que sí! Sólo después de haber amado mucho se puede ser buena esposa.

Manola: ¿Eeeeh?

 

CRUZ DE MAYO CONCHITA PANADÉS

 

Pero para que la censura no tenga dudas, obliga decir a Casanova algo que no va nada con su impulso amoroso:  

 Casanova: Yo, tras mi sed infinita…

                            ¡Siempre andar! Y en mi novela

                            queda otra página escrita,

                            la de la alegre mozuela,

                            tan honesta, tan bonita:

                            la humilde Zapaterita

                            de la calle de Arganzuela.   

 

La visión que Royuela tiene de Casanova es muy distinta del hombre libertino y, de alguna manera, es capaz de pronunciar las palabras que Mañes pone en su boca al final de La Zapaterita. 

  • §  Al contrario de lo que pudiera pensarse Casanova no es un mujeriego despreciati­vo al estilo tenorio, sino un verdadero amante, es decir, alguien que siente en sus venas la pulsión insoportable del amor. El amor le obnubila y le comete lo que para el resto del mundo no son más que desmanes y felonías, pero que para un hombre apasionado como él constituyen actos consecuentes con su irrefrenable na­turaleza, soplos de la divinidad. Todo por amor, hasta la vida. Ésa es su consigna, el hilo narrativo de su existencia y por lo tanto de su obra. Casanova no se aprove­cha de las mujeres a las que ama, al contra­rio, se vuelca en ellas, las seduce, las ado­ra, las respeta y cuando la ebullición de la pasión ha concluido sigue vinculado por una indestructible amistad. Casanova triunfa en un mundo de moralidad estan­ca, asaltado de prejuicios, analfabeto y pazguato a más no poder. El viaje de Casa­nova por la vida es a fondo, sin remil­gos. Para él la mayor evidencia de estar vivo no es respirar sino amar.

 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Sábado, 07 de Febrero de 2015 14:28