La violación de Lucrecia. Nuria. Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Jueves, 06 de Enero de 2011 19:53

LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA

UN HECHO HISTÓRICO QUE SE HACE PRESENTE

 
 NURIA ESPERT
FOTO: JAVIER NAVAL

En la Sala Pequeña del Teatro Español de Madrid, Nuria Espert, ella sola a pecho descubierto, se mete en la piel de Lucrecia y otros personajes en el poema de William Shakesperae: La violación de Lucrecia. Se trata de un poema narrativo de 1855 versos que sucede a otro anterior Venus y Adonis. La fuente de esta Lucrecia procede del libro II de los Fastos de Ovidio y, algunos estudiosos lo vinculan a la Historia de Roma desde su fundación, de Tito Livio.

El tema de la “violación de Lucrecia”, muy tratado pictóricamente por los grandes pintores de diversas épocas, es recreado para justificar poéticamente – como lo hizo el rapto de Elena para narrar La Guerra de Troya – el hecho histórico de la caída de la monarquía en Roma y su paso a la República.

La anécdota es bastante elemental: Sexto Tarquino y Lucio Tarquino Colatino – hijo y sobrino del Rey Lucio Tarquino. Estamos en el siglo VI a. de C. Ambos primos, en su conversación, rivalizan sobre las virtudes de sus esposas. Acuden a sus casas para cerciorarse de tales virtudes. La mujer de Sexto le es infiel, la de Colatino hila castamente. La virtud de Lucrecia enciende la pasión de Sexto que, en su delirio carnal, le impele a la violación. Lucrecia denuncia la afrenta y se suicida. El poema finaliza con Bruto y su amigo Colatino, transportando el cadáver de Lucrecia por las calles de Roma. Se trataba de provocar a los romanos  a la rebelión contra el rey Lucio Tarquino y de este modo dar paso a la República.

El poema de Shakespeare – en estrofas de siete versos - no se limita a narrar la anécdota, sin más. A lo largo de toda la narración va describiendo las distintas situaciones, filosofa sobre ellas, van apareciendo los diversos personajes, y, dramáticamente, surge un gran fresco. A lo largo de todo el poema aflora una variada temática: la violación, el honor, la belleza, el chantaje, la guerra, la venganza, el suicido, la rebelión, el cambio de una sociedad monárquica a otra republicana. El suicidio de  Lucrecia y su repercusión, se convierte en un símbolo político. El ataque de Tarquino a la resistencia de Lucrecia, se transforma en un ataque guerrero a la fortaleza. La daga que Lucrecia clava en su pecho es, primero la prolongación del sexo de Tarquino, y, en segundo lugar,  el ariete que destruye totalmente la fortaleza de Roma.

Subir al escenario los poemas es, siempre, un tema complicado. El único apoyo es la palabra y el antiguamente llamado “rapsoda”. Digo antiguamente, aunque, en menor grado, hoy sigue vigente, porque el público, en general, ha perdido la costumbre de asistir a tales recitales en los que se alaba cadencia del verso, la construcción poética de la frase y los tonos del declamador. Por otro lado, los poemas, concebidos en verso o la llamada prosa poética, poseen su fuerza en la propia palabra recitada. Y aquí la retórica y gustos del momento marcan el modo y estilo.

En este caso la traducción de José Luis Rivas Vélez (Tuxpan, Veracruz, México), llega con gran limpieza, sin retórica y con un vocabulario asequible, sin que ello pierda su grandiosidad. Ante un texto que aúna el valor narrativo del original y la cercanía del lenguaje, se ha descartado el estilo “rapsódico” y se ha buscado al máximo la dramatización. Miguel del Arco, joven director – fascinado por Nuria Espert a juzgar por el programa de mano – ha preferido trasladarnos el poema como si fuera una pieza dramática en la que van apareciendo los diversos personajes, sus acciones y sus emociones. La única diferencia con una obra dramática al uso es que Nuria se encarga de Lucrecia, Tarquino, Colatino, Bruto, la doncella y el narrador. Imagino que no ha sido tarea fácil. Ha habido que diseccionar todo el poema en las diversas secuencias, analizar los personajes, medir el espacio, escoger los objetos (la capa, el salto de cama ensangrentado de Lucrecia, las leves cortinas que circundan el “tálamo”…) y dotarlos de entidad dramática, buscar la iluminación y sonidos evocadores y creadores de emociones. Incluso esto, si se me apura, dentro de lo difícil, es la parte más fácil para los avezados hombres de teatro. El desafío seguía estando en la emisión del texto, en la configuración del cuerpo. En definitiva en la “actriz” que aquí se llama Nuria Espert.

En la puesta en escena, se podría decir que hay tres momentos de Nuria: la de andar por casa, la que sucumbe a la tentación de recitar, y la que comienza a perderse en multitud de emociones y personajes. Tres registros interpretativos bien diferenciados. El primero acude con motivo de un rechazo a una invitación amical del móvil. Es la Nuria del día a día que prefiere vivir el preludio tranquilizador para enfrentarse con el texto. El segundo – un ver y no ver – es el rechazo de una recitación trasnochada. Con el tercero entramos en faena.

Si algo ha calificado a Nuria en su trayectoria teatral es la de comprometerse con textos, montajes y directores inusuales. También otra de sus características es la de emitir los textos con un cierto sentido distanciador, sin retoricismos, que en  ocasiones ha funcionado y en otras no. A veces el distanciamiento ha resultado tan frío y tan entrecortado que eliminaba toda emoción en el espectador. Nada de esto sucede en este montaje, en el que – imposible diseccionarlos minuciosamente – llena de matices verbales todo el poema y da vida a los distintos personajes, con una gran fluidez y credibilidad. Por otro lado, ella que ha sido muchas heroínas clásicas, en este poema parece que van resucitando a lo largo de las diversas secuencias dramáticas. Su “verbo” es expresivo, emotivo y eficazmente distanciador. Y lo más importante: comprensible para el espectador. Por parte de Nuria, este montaje es casi como un testamento de sus facultades de actriz desarrolladas a lo largo de toda su vida artística.

En este tratamiento dramatizado del poema se ha recurrido a la escenografía, la luz y el sonido. Los tres poseen la virtud de mantenerse al servicio de la palabra y las emociones y de poseer la cualidad de la evocación.

Con respecto a la escenografía Ikerne Giménez, su creadora, ha concebido, en el centro, un tálamo conyugal rodeado por la blancura de unas leves cortinas que la suave brisa acaricia, anticipando la amenaza. A ello se suma la iluminación cambiante de Juanjo Llorens, que crea ambientes poéticos, dramáticos y trágicos. Sandra Vicente crea el espacio sonoro, discreto, evocador, inquietante en algún momento. Es discreto y transcurre por la acertada línea de un cierto minimalismo, que sólo se ve empañado en el momento de la violación. Digo empañado porque ese momento sonoro se despega del tratamiento general que ha preferido la línea de la discreción y de la austera evocación.

El momento de la violación recurre a una banda sonora un tanto barroca y efectista. Tarquino respira agresivamente como el rebufar de un caballo invadido por la pasión y el lacerante gemido de Lucrecia. Con el tratamiento sonoro seguido hasta el momento resulta negativamente efectista. Un gemido y un silencio, creo, se acomodarían mejor.

Aunque La Violación de Lucrecia narra un hecho histórico, al irse desgranando el poema, casi sin querer y posiblemente influenciados por las violaciones y violencias de género frecuentes en nuestra sociedad, es inevitable que no vengan a la mente la tragedia actual de las mujeres que tienen que soportar trances parecidos. De este modo el poema de Shakespeare vuelve a lanzar un grito contra el abuso de poder.

El éxito de Nuria Espert y su vibrante poema se corrobora con la salva de aplausos y los requerimientos para que salude una y otra vez. También lo testimonia el “No hay localidades” y algo más: programado el espectáculo para un mes se ha tenido que prorrogar. Hay que reconocer que, en cada espectáculo, Nuria nos sorprende. 

Título: La Violación de Lucrecia
Autor: William Shakespeare
Traducción: José Luis Rivas Vélez
Escenografía y Vestuario: Ikerne Giménez
Iluminación: Juanjo Llorens
Creación sonora y diseño: Sandra Vicente (Estudio 340)
Diseño gráfico y fotografía: Javier Naval
Realización de vestuario: Miguel Crespi
Realización de escenografía: Miguel Ángel Infante
Ambientaciones: María Calderón
Director técnico: David Azabal
Maquinista: Isidro García
Eléctrico: Jaime  Martín
Técnico de sonido: Mariano García
Regidor: Humberto Fernández
Ofician de producción: Sonia de Rojas, Javier Etcheverry
Director de distribución: Ángel Sánchez
Director de producción: José Ángel García
Producción: Juanjo Seoane
Intérprete: Nuria Espert
Dirección: Miguel del Arco
Duración: 1h. 30 min. aprox. (sin intermedio)
Estreno en Madrid: Teatro Español-Sala Pequeña, 4 – XI – 2010
Prórroga: Del 28 de diciembre al 9 de enero

 

 

 NURIA ESPERT
FOTO: JAVIER NAVAL

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


Teatro Español
Sala Pequeña
Director: Mario Gas
C/ Príncipe, 25
28012- Madrid
Concejalía de las Artes
Ayuntamiento de Madrid.
Tf. 91 3601484
Metro: Sevilla y Sol
Parking: Pz. Santa Ana,
Pz. Jacinto Benavente y Sevilla.
http://www.munimadrid.es
Entradas: Sucursales de la Caixa de Cataluña
y Tel-entrada (24 horas) 902 10 12 12
Última actualización el Sábado, 09 de Julio de 2016 15:19