El dúo de la Africana. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Lunes, 08 de Febrero de 2010 12:52
EL DÚO DE LA AFRICANA.- SESIÓN DE ÓPERA EN UNA REPÚBLICA BANANERA
[2009-02-10]

Unas consideraciones previas al comentario sobre esta representación El dúo de la Africana, dirigida por Xabier Albertí.
 

EL DÚO DE LA AFRICANA
SESIÓN DE ÓPERA
EN UNA REPÚBLICA BANANERA

Título: El dúo de La Africana
un espectáculo de: Xavier Albertí y Lluïsa Cunillé
a partir de la zarzuela de: Manuel Fernández Caballero y Miguel Echegaray
Música original: Manuel Fernández Caballero
Dramaturgia: Lluïsa Cunillé
Escenografía: Lluc Castells
Vestuario: María Araujo
Iluminación: Albert Faura
Movimiento: Barbara Kasprowicz
Caracterización: Toni Santos
Espacio sonoro: Jordi Orriols
Ayudante de dirección: Carles Fernández
Ayudante de escenografía: Irene Martínez
Ayudante de vestuario: Mireya Llatge
Escultura del perro: Amadeu Ferré
Producción: Teatre Lliure
Intérpretes: Chantal Aimée (Señora Gobernadora), Xavier Albertí (Maestro), Pere Arquillué (Empresario), Joan Carreras (Greguerío), Miquel Cobos (Giussepini), Oriol Genís (Regidor), María Hinojosa | Marta Valero ( La Antonelli), Alicia Pérez (Bailarina de los pies descalzos, Amina, Doña Serafina), Carme Sánchez (Primera voz femenina del coro),
Voces en off: Víctor Molina y Rafa Cruz
Coro de Cámara: Fòrum Vocal
Dirección del Coro: Daniel Mestre
Duración: 1 hora y 40 minutos
Estreno en Madrid: Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional), 15-I- 2009



FOTOS: ROS RIBAS


DOÑA FRANCISQUITA
(Versión de JOSÉ TAMAYO)
Unas consideraciones previas al comentario sobre esta representación El dúo de la Africana, dirigida por Xabier Albertí. Desde hace años, se viene luchando por la supervivencia de la zarzuela. Lo intentó José Tamayo hace más de medio siglo, cuando se hizo cargo de la dirección del remozado teatro de la Zarzuela y ofreció una Doña Francisquita ejemplar, con una puesta en escena que estaba a la altura de las que ofrecía con su compañía Lope de Vega y un reparto de lujo en el que llegó a figurar un Alfredo Kraus en los albores de su carrera. Su primera Antología de la zarzuela, que paseó por medio mundo, fue la brillante culminación de su operación rescate.


FOTO: ROS RIBAS

Entre los esfuerzos más recientes por rescatar al género del olvido, algunos, como Mario Gas, han insistido en su dignificación, ofreciendo en el Español montajes magníficos de La eterna canción, Black el payaso y Adios a la bohemia. Sin embargo, el mayor inconveniente para devolver a la zarzuela su antiguo esplendor, estriba en lo obsoleto de sus contenidos, en el escaso interés de sus tramas argumentales, en general muy alejadas de la sensibilidad de la sociedad actual, mientras la música se conserva viva y es uno de nuestros más valiosos patrimonios culturales. Intentos anteriores al de Albertí por superar los inconvenientes señalados han consistido en trasladar la acción   a nuestros días. Así lo hizo con desigual resultado Marina Bollaín con La verbena de la Paloma y, luego, con el espectáculo titulado ¡Adiós, Julián!, en el que reunió fragmentos de El barberillo de Lavapiés, La del manojo de rosas, La revoltosa y La Gran Vía. Xavier Albertí ha elegido una vía distinta acorde con su idea, expresada con ocasión del estreno de este Dúo de la africana, de que es necesario que el adaptador deje en los libretos la huella de su tiempo. Es decir, que quite el polvo depositado sobre él a lo largo de los años y le añada lo necesario para que brille de nuevo.
 


FOTO: ROS RIBAS

El dúo de la africana, una de las joyas del género chico, se desarrolla en el escenario de un teatro en el que una compañía lírica italiana de medio pelo ensaya la ópera La Africana, de Meyerbeer. Sus estrafalarios miembros son el empresario Querubini, tipo tacaño y celoso; La Antonelli, su esposa y prima dona de la compañía; Giuseppini, tenor cuyas relaciones con la diva van más allá de las estrictamente profesionales; Amina, la hija del empresario y de su esposa, pretendida por el bajo, pero que bebe los vientos por Giuseppini; la madre de éste, doña Serafina, que no se resigna a que su vástago malgaste su talento en una compañía de tercera e irrumpe en los ensayos para sacarle de allí; un inspector de policía que persigue a Querubini por fraude; Pérez, el regidor; y el coro, mal pagado e indisciplinado, testigo, como el público, de un amplio repertorio de arrumacos de enamorados, de enredos sentimentales, de estallidos de celos, de intempestivas subidas y bajadas de telón, de desmayos y de un sinfín de disparates a cual más jocoso.  La intervención de Albertí y de Lluisa Cunillé, que firma la dramaturgia, ha consistido, básicamente, en situar la acción en una republica bananera, en bautizar a la compañía ambulante con el catalán nombre de La Santa Espina y en sustituir el ensayo de La Africana por una representación ofrecida a puerta cerrada a la Señora Gobernadora de la ciudad con el objeto de conseguir que conceda la preceptiva autorización para actuar ante el público. El cambio de escenario facilita la incorporación de nuevas situaciones y alarga la duración del espectáculo, sin que lo esencial se altere.
 

Visto el espectáculo, surgen algunas dudas sobre si en él se reflejan las intenciones innovadoras del género pretendidas por Albertí. Lo que se aporta al texto original no es el lenguaje actual surgido de la pluma de Cunillé, del que aquí las muestras son escasas, sino lo que ella ha tomado prestado del de Valle-Inclán - en concreto de Tirano banderas y, en menor medida, de Luces de bohemia -, Gómez de la Serna – sus greguerías -, Mihura y quizás algún otro escritor de entonces. Es cierto que esas incorporaciones elevan la calidad del texto que escribiera Miguel de Echegaray, pero en el resultado no reconocemos la pretendida huella de la modernidad. Téngase en cuenta que las aportaciones a la zarzuela, estrenada en 1893, proceden de textos fechados en el primer tercio del pasado siglo, período al que también corresponden las alusiones a personajes tan populares en la época como la bailarina Tórtola Valencia.
FOTO: ROS RIBAS


FOTO: ROS RIBAS


FOTO: ROS RIBAS
Es encomiable el esfuerzo de Albertí por contribuir a la recuperación de la zarzuela buscando vías nuevas, pero en esta ocasión no se ha visto recompensado. La distancia entre el objetivo buscado y los resultados es enorme. Hasta hoy, la única aportación positiva a este propósito se ha producido en la mejoría de las puestas en escena, en línea con lo hecho por Tamayo. El problema es, en mi opinión, que falla el diagnóstico sobre los males que aquejan a un género teatral tan nuestro. No anda descaminado Albertí en el suyo, al que ya nos hemos referido, pero sorprende un comentario contenido en el programa de mano, supongo que formulado por él, aunque no lleva firma,   afirmando que el espectáculo que presenta es una muestra de cómo podría haber llegado a ser la zarzuela hoy y en este país si hubiera continuado la evolución artística que se vio interrumpida por el largo paréntesis de la Guerra Civil y los cuarenta años de franquismo. No será este crítico el que defienda aquel régimen detestable, que no sólo ignoró la cultura, sino que causó estragos en ella y muy concretamente en el ámbito de la escena, pero no creo, sin embargo, que la zarzuela estuviera entre las manifestaciones teatrales especialmente perseguidas. Las causas del declinar del género son otras. No es bueno echar la culpa al empedrado, porque crea confusión.

Dicho esto, el espectáculo es, a pesar de algunos altibajos, brillante, ligero y divertido. Lastima que un piano, bien tocado por el propio Albertí, sustituya a la orquesta. Los actores se mueven como pez en el agua en la bella y evocadora escenografía de Lluc Castells. También merece elogios el vestuario diseñado por María Araujo. En cuanto a la interpretación, responde al desenfado que exige el juego metateatral que propone el argumento y, dentro de un buen tono medio, destaca el excelente trabajo de Chantall Aimé en el papel de Gobernadora de pandereta; Pere Arquillué, en el del celoso empresario; y María Hinojosa, la prima dona, cuya vis cómica es equiparable a su excelente voz.
FOTO: ROS RIBAS


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Sábado, 08 de Mayo de 2010 14:42