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Cyrano. La Perla 29. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por José R. Díaz Sande   
Domingo, 02 de Diciembre de 2012 18:20

CYRANO DE BERGERAC
ENTRAR CON MAL PIE Y SALIR CON BUEN PIE
 
 
 PERE ARQUILLÉ
FOTO: BITO CELS
Cyrano de Bergerac es título mítico. A él se acude, en casi todo el mundo, cada cierto tiempo. En Madrid, en estos últimos años se ha representado con cierta frecuencia (CLIKEAR), y ofreciendo distintos tratamientos. A Madrid ha llegado La Perla 29, compañía catalana que ya nos visitó con Questi Fantasmi hace dos temporadas (CLIKEAR). El aliciente por montar Cyrano, según sus declaraciones, fue porque en Barcelona no se representaba desde hacía años, desde la versión de José María Flotats, amén de los valores intrínsecos de la obra y “ es interesante cambiar de registro y hacer ahora una obra de espadachines, amores, sombreros, capas, engaños, guerras, humor y poesía… nos apetecía mucho” (Oriol Broggi)
 
Cyrano siempre es un reto, ya que se trata de un texto no fácil, tanto en el aspecto literario como escénico. El aspecto literario tropieza con el verso, que al tenerlo que traducir del verso francés, requiere un buen traductor poeta. El aspecto escénico pide, en principio, muy diversos escenarios, entre los que se cuenta el interior de un teatro de la época con sus espectadores, y un campamento con la contienda militar, incorporada. Tiene, pues, algo de operístico, y no es casual que la ópera se haya ocupado de él (CLIKEAR). Y para echar más carne en el asador se trata de un texto que puede llegar a las cinco horas, lo cual supone cortar aquí y allá, para dejarlo en un tiempo prudencial que ronda las de dos a tres horas.
 
La Perla 29 la ha arremetido con Cyrano, y esto le ha supuesto quebrarse la cabeza por varios frentes: las dificultades ya anunciadas y una más: la representación en Cataluña era, como es lógico, en su lengua madre, el catalán. A Madrid ha venido con una versión en castellano, lo cual ha supuesto volver a traducirla – se ha realizado a partir del francés y del catalán - y, por parte de los actores, incorporar su modo de actuar a una nueva lengua. La esquizofrenia que puede derivarse de estos imperativos, no se ha notado. La versión de Xavier Bru de Sala, el traductor, es muy buena, y la locución castellana de los actores también. Los escollos, tanto en un aspecto como en otro, se han saltado con éxito.
 
El aspecto escénico que, en teoría, apuntaría a una gran escenografía, se ha resuelto, eficazmente, con una economía de medios que resultan sugerentes y permiten una agilidad de las escenas, en las que no se pierde el ritmo de la obra, en ningún momento. Vuelve al teatro de cortinas y elementos modulares, siempre presentes en escena, a los que ayudan un ciclorama de fondo, con posibilidad de proyecciones, sobre el que se crea un ambiente poético y sugestivo, que, tiene el buen gusto, de la intuición más que del realismo. La acertada iluminación de ambientes y la perspectiva sonora de los efectos ambientales crean la atmósfera adecuada en cada momento.
 
Si todo esto es de alabar, lo es más la parte interpretativa. Con diez actores resuelven la multitud de personajes del original. Algunos de ellos doblan, pero sin necesidad de grandes reformas de vestuario o maquillaje. Basta la interpretación y un pequeño complemento visual. Todo el grupo muestra una labor de conjunto, que no decae en ningún momento. Hay un estilo unitario. En el programa no aparece eso de: “Movimiento: Fulanito de tal”. Por lo tanto, hay que adjudicárselo, imagino, a Oriol Broggi, el director. El texto de todos está muy movido en una serie de líneas composicionales expresivas. Ello proporciona al montaje una agilidad y fluidez que evita la posible monotonía del verso, el cual adquiere, milagrosamente, visos de naturalidad, sin perder su aspecto poético. Movimiento y buen decir son los ingredientes interpretativos que hacen que la obra nos llegue y mantenga nuestro interés.
 
Sobre la base de la altura interpretativa de todos, indudablemente la creación de  Cyrano por parte de Pere Arquillué es magistral. Gestos y voz nos dan un personaje poético, divertido y casi “payasesco” en ciertos momentos, que contrastan con su derrumbe final de mayor dramatismo. Si ya en el texto el personaje ideado por Edmond Rostand e inspirado en el propio Cyrano es enternecedor y nos impacta, Pere nos lo acerca todavía más y nos obliga a aceptarlo con simpatía.  La nariz ayuda a ese aspecto de “clown” que, a veces, tiene. Y ya que estamos con la “nariz” es de alabar a su creadora plástica, Mercè Ribas, que ha diseñado el tal “apéndice”, reproduciendo el que los grabados nos han legado  del auténtico Cyrano. Unido a la peluca, Pere parece salido de una de esas litografías. Un trabajo muy bueno de caracterización ideado por Eva Fernández.
 
El otro personaje estrella es Roxana. Marta Betriu la compone con una serie de matices en evolución hasta llegar al final de la obra. Tal evolución tiene tres momentos claves que Marta, sabe transmitirnos bien: la enamorada sin más al inicio, la mujer fuerte en el campamento militar y la mujer que vive de los recuerdos con una sosegada paz y sin amargura. No sé si es pretendido, pero ha sido un acierto el que al final no aparezca avejentada. Roxana es la eterna juventud que va de la ingenuidad caprichosa a la madurez.
 
El tercero en discordia es Cristian, personaje que, en algunos montajes, queda casi anulado por Cyrano y Roxana. Es más, probablemente sea una impresión injusta, pero siempre me ha resultado un tanto bobalicón. Bernat Quintana lo llena de vida y nos presenta un joven enamorado y vital. Su presencia no pasa desapercibida.
 
Este Cyrano de La Perla 29 sabe dar bien ese difícil paso entre romanticismo y realismo, o mejor verosimilitud. Cuando Rostand escribe Cyrano (1897), el romanticismo ya no se lleva, y, no obstante, él vuelve a las formas románticas. Se podría hablar de un neorromanticismo. La virtud del texto está en que a pesar de esas formas románticas, va más allá de la forma y la grandielocuencia artificiosa propias del romanticismo. Sabe insuflarle verdad y credibilidad. Este aspecto es el que La perla 29 ha sabido encontrar en la interpretación, sin perder su lado poético – romántico.
 
Y bajando a otras excelencias hay que recordar el buen juego de esgrima, adiestrado por Isaac Morera  – la historia va de mosqueteros con sus lances -, y la evocación de la batalla, huyendo del realismo grosero.
 
Cyrano de Bergerac-La Perla 29, es un divertido, ágil y poético espectáculo, en el que sobresale la interpretación, como base. Es además una obra que alcanza a un amplio sector de espectadores, incluidos niños de cierta edad, sin que ello suponga teatro infantil al uso.
 
Como anecdotario cabe reseñar que el estreno hubo que suspenderlo. Pere Arquilluè, se torció un tobillo y en el ensayo general Marta Betriu chocó con otro personaje y tuvo que ser asistida, ambulancia incluida. Al día siguiente los males amainaron y se pudo tener el estreno. Conociendo tales percances, curioseé sobre el escenario y vestuario: no había nada amarillo (el color amarillo, desde Molière, da mala suerte al mundo de la farándula). La perla 29 ha entrado con mal pie, pero ha salido con pie muy bueno.
 
 
Título: Cyrano de Bergerac
Autor:Edmond Rostand
Traducción:Xavier Bru de Sala
Espacio:Max Glaenzel
Iluminación:Guillem Gelabert
Vestuario:Berta Riera
Diseño de sonido:Damien Bazin
Proyecciones: Francesc Isern (Piscolab Films)
Carcterización de Cyrano: Eva Fernández
Maestro de armas: Isaac Morera
Trabajo de canto: Pablo Puche
Dicción castellana: Raquel Carballo
Fotografía: Bito Cels
Diseño de cartel: Cecilia Molano
Naríz y peluca: Mercè Ribas y Eva Fernánez
Sastra y confección del vestuario: Irene Fernánddez
Construcción de escenografía: Cstells i Planas de Cardedeu
Ayudante de dirección:Ferran Utzet
Producción:La Perla 29
Agradecimientos: Sala Becket, Bitò produccions, Manu Guix y Xavier Ricart
Intérpretes:(por orden alfabético) Pere Arquillué (Cyrano), Marta Betriu (Roxana), Babou Cham (Capitán Carbon, Cuigy), Jordi Figueras (De Guixe, Lignière), Isaac Morera (Vizconde de Valvert, cadete), Andrea Portella (Ama, vendedora, cadete), Bernat Quintana (Cristián), Cecilia Valencia (Niña, cadete), Ramon Vila (Le Bret), Pau Vinyals (Requeneau )
Dirección:Oriol Broggi
Duración: 2 horas 30 minuto (con intermedio)
Estreno en Madrid: Teatro Valle Inclán (Sala Grande), 30 – XI -2012
 
 MARTA BETRIU / PERE ARQUILLUÉ
 
 BERNAT QUINTANA
FOTOS: BITO CELS
 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 

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Última actualización el Domingo, 02 de Diciembre de 2012 18:51
 
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