UN PALCO EN EL TEATRO DE LA ZARZUELA PARA
JOSÉ PERERA CRUZ
Foto: Jesús Alcántara |
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EL HOMBRE QUE DIO
PRESTIGIO Y CATEGORÍA
SONORA Y DRAMÁTICA A LOS
COROS DE LAS ZARZUELAS.
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Los aficionados al “bel canto”, podrá comprobar que hay un nombre que se repite en los programas teatrales y en las carátulas de los discos: José Perera. Y si se lleva la mirada hacia la izquierda de la línea se le antepone “maestro de Coros”. El total, pues, es:
MAESTRO DE COROS: JOSÉ PERERA
Este “Maestro”, hace su “saque de honor” - Perera es un devoto del Atleti y por tal devoción hace poco el club le ha concedido una Medalla de oro y brillantes - en 1956 con la mítica Francisquita de José Tamayo. Este será uno de sus grandes recuerdos por dos razones: la consolidación del Coro como colectivo dramático en la obra y por ser el inicio de un modo nuevode enfrentarse con la el género zarzuelístico. Una vez tomada la palabra Perera no puede evitar el ensalzar - homenaje dentro del homenaje - a los solistas de aquel Francisquita 1956: Afredo Kraus, Ana María Olaria, Lina Huarte, Carlos Mungía, Inés Rivadeneira, Toñy Rosado, Gerardo Monreal, Lorenzo Sánchez Cano ... y cómo no: el CORO.
Y las imágenes acuden a su mente: “un teatro lleno, día tras día” y se entusiasma: “la primera salida en la boda y el coro de los románticos causó sensación”.
Doña Francisquita (1956) (La boda) |
Canto Feliz
Tú que puedes volar
Difunde hasta el sol
La dicha de amar.
Y en la primavera
Que nos espera
Suena sin cesar.
¡Suena tú, que sabes al amor
cantar!
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De este coro de la boda surge otro recuerdo imborrable. “El público en pie pidiendo el BIS”. Bisar (repetir la canción cuando el público lo requiere) estaba prohibido en el Teatro de la Zarzuela. La insistencia del público obliga a saltar la norma. Se trataba de la Canción Bohemia que ataca el coro en Bohemios. Mientras las voces volvían a entonar:
En pos de la alegría
Corramos sin cesar
Llevando en nuestras almas
Amor y libertad
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Foto: Santos Yubero.
Bohemios, Teatro de la Zarzuela
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“yo sentía una gran emoción desde el primer bastidor del escenario donde estaba situado”. Los aplausos reiterados de estos dos momentos daban la alternativa a un Coro que había comenzado su andadura en 1950.
EL CORO “CANTORES DE MADRID”
Todo comenzó un 22 de diciembre de 1920 en MADRID, así “con mayúsculas”, apostilla y subraya D. José cuando apela a su nacimiento. La musicalidad es genética y aflora a los diez años cuando comienza sus estudios musicales. Miguel Santoja será su profesor en el Real Conservatorio de Madrid. Años de pentagramas que fructifican en 1950 al fundar el Coro “Cantores de Madrid”. Ellos y sus descendientes son los que acuden a este homenaje, desenfadadamente y desperdigados por el patio de butacas del Teatro de la Zarzuela. Sobre el escenario el decorado del primer acto de la última Doña Francisquita.
José A. Campo y José Perera |
Es un homenaje sin alacaras, de “familia”, en palabras del recién nombrado director del INAEM José Antonio Campo. Un reconocimiento que quiere parecerse a “ese momento de las familias que conviven día y día, y me doy cuenta de que no nos decimos las cosas más importantes. Aunque me dé pudor quiero decir que todos nos queremos y esto hay que reconocerlo. Uno de los más importantes de nuestra familia es Perera. Tenía una deuda con él y que todavía no se termina. Agradezco que estemos una serie
de personas y que haya venido Alicia Moreno y no solamente como Concejal de Cultura del Ayuntamiento .sino también a nivel personal”. Luis Olmos, el nuevo director del Teatro de la Zarzuela que abrió el acto y Miguel Roa, el director de orquesta de la Zarzuela, han querido estar presentes.
Este “estar en familia”, que ha anotado J. A. Campo, será el tratamiento dramático que impregnará todo el acto. Por eso Emilio G. Carretero, representante del coro, al lanzar su “speech”, se permite la confianza de interrumpir su discurso y advertir de su nerviosismo que va “in crescendo”. O bien el propio Perera que cuando le toca el turno para hablar, lanza un deseo “me gustaría haber tenido un ensayo” y después desdobla unos folios y mira al personal..”He hecho unos escritos, pues yo no sé hablar en público. Es una pequeña historia” Y más adelante, por temor a cansar a la concurrencia, mira a J. A. Campo y se disculpa: “¿Hay tiempo? ¿Sigo?”
Foto Jesús Alcántara
José A. Campo, Alicia Moreno, José Perera, Sra de Perera, Miguel Roa, Emilio G. Carretero, Luis Olmos. |
Ese “sigue” le permite desgranar los recuerdos de 32 años. Le viene a la memoria el primer coro de unos jóvenes entusiastas, cuya cualidad, amén de “cantar”, era “retener todas las observaciones y no mirar el reloj”. Ese núcleo de voces juveniles, se convirtió en lo que hoy llamamos “Titular de la Compañía Lírica Nacional” y por él pasaron voces que, posteriormente siguieron sus carreras en solitario como cantantes: Teresa Berganza, Pedro Lavirgen, Joaquín Deus, Ricardo Muñiz, Milagros Martín, Rafael Campos, Esperanza Abad, Antonio Ramallo y un largo etc. Otros siguieron diversos menesteres: José Luis Moreno (ventrílocuo y productor de espectáculos), Pedro Osinaga (actor), José María Quero (realizador de TV) ... y un largo etcétera.
DEL ORFEÓN AL CORO ESCÉNICO
Posiblemente Perera nunca pensó en crear un orfeón. La distinción me viene desde 1983 cuando, en una entrevista que le hice a José Luis Alonso, recién nombrado director del Teatro de la Zarzuela, insistía en esta distinción. “Un coro de ópera no es un orfeón” Con ello pretendía definir al coro como un colectivo dramático con personalidad coral y también individual. Es lo que Perera intentó con su coro. “Este conjunto coral escénico cumple su misión que el público no percibe pero es fundamental. No solamente tienen que preocuparse de cantar, sino también es importante asimilar junto a esos detalles musicales, lo escénicos. Entre ellos saber la importancia de la iluminación sobre sus figuras, mantener el ritmo musical sin tener que estar mirando al director de orquesta, reaccionar y moverse sobre la escena siguiendo cantando en su cuerda, bailar bailes populares sin tener que dejar de cantar, saber vestirse y maquillarse y ser fieles a una disciplina”. Este credo, hoy exigido por cualquier tratamiento escénico operístico, es el que convierte a un orfeón en un colectivo coral dramático.
Estas enseñanzas son refrendadas por Emilio en su discurso al calificar a Perera de “gran profesional, músico, maestro y padre. Yo lo conocí en 1970 con motivo de su ensayo con los coros de la Antología de la Zarzuela, ideada por José Tamayo, el cual es otro personaje que merece otro homenaje pues es el creador de la zarzuela moderna. Usted marcó un período definitivo. Anteriormente los coros no eran apreciados ni tenían tanta categoría. La prueba de ese buen hacer lo refrendan la multidud de grabaciones discográficas, la mayoría, hoy, retomadas en C D.”
En 1988 llegó su jubilación y el sustituto fue su discípulo el tenor Antonio Fauvó, para el que Perera tuvo palabras de elogio.
HOMENAJE DEVUELTO CON OTRO HOMENAJE
Los folios escritos por Perera comienzan a llenarse de nombres y terminan por ser un homenaje a los que desfilaron por ese teatro. Agradece que, tras Tamayo, siguieran dando vida a la nueva línea zarzuelística figuras como Lola Rodríguez Aragón, Federico Moreno Torroba, Joaquín Deus, el “muy operativo” Federico de Orduña.
Después el recuerdo es para los directores de Orquesta. Con Odón Alonso le viene a la mente una anécdota. Juan Atonio Álvarez Campos era su ayudante. Corrían los años de la Francisquita del 1956. Época de las dos funciones diarias y sin descanso los lunes y martes. Su entonación viene a ser algo así como “aquellos sí que eran tiempos y tiempos duros”. La Francisquita de Odón y la de Álvarez se diferenciaban por el tiempo de duración. Unos veinte minutos entre una y otra versión. No tendría mayor importancia sino afectase a un aspecto parateatral: los espectadores de la función de la noche perdían los autobuses nocturnos.
Foto Chicho. El Rapto del Serrallo |
Otros directores fueron Jorge Rubio, “gran maestro” , Manuel Moreno Buendía con el estreno de Los vagabundos y Fuenteovejuna, que alternaba con el cartagenero José Antonio Torres; el también cartagenero Benito Laurent ; Miguel Ángel Gómez Martínez, del que recuerda El rapto del serrallo de Mozart.
EL burlador de Toledo |
Se siente satisfecho por haber podido colaborar en ese remozar de la Zarzuela, tanto en puestas en escena como en la investigación de nuevos títulos. Y pasan por su mente además del repertorio tradicional estrenos y recuperaciones: María Manuela, El hijo fingido, El joven piloto, El burlador de Toledo, La Canción del Mar, Los vagabundos, Fuenteovejuna, El poeta, Don Quijote (ballet con coros), la Antología de la Zarzuela 1 y 2, la Antología del maestro Serrano. Chorizos y Polacos, aquel Carnaval de Venecia de Strauss sobre el estanque del Retiro ...
Foto: Santos Yubero
El Carnaval de Venecia de Strauss (1966) |
Recuerdo también para todos aquellos directores de escena: Cayetano Luca de Tena, José caballero, Gustavo Pérez Puig, Luis Escobar, Roberto Carpio, Antonio Amengual, José Luis Alonso, Fernando Montesinos y el ya mencionado José Tamayo, que realiza el milagro de resucitar un género agónico.
LA COMEDIA MUSICAL Y LA REVISTA
Como para justificar su no presencia en la llamada comedia musical, advierte, así como de pasada y con cierto humor, “no participé en el coro de El violinista sobre el tejado porque Joaquín Deus no me llamó”. No acabo de saber si es una queja cariñosa hacia Deus, que aprecia, o simplemente dejar claro que en esto de los coros él es un “toro terreno”.
No obstante sí hay una puntualización crítica cuando habla de su colaboración con los coros de Revista. Posiblemente porque la revista, para muchos, es ese género ínfimo musicalmente. Después de recordar su colaboración con Celia Gámez y Conchita Piquer matiza “eran tiempos limpios y sanos musicalmente”.
¿QUIÉN DIJO MIEDO A LA ÓPERA?
A este “Coro de Perera” se le presenta un reto: la ópera. “¿Podeis cantar ópera?” , me preguntó Federico Orduña. Hasta entonces la ópera se encargaba al Coro Nacional y al de Radio Nacional de España. Su respuesta fue un “Si”, basado en que muchas zarzuelas, a nivel coral, son bastante más difíciles que la ópera. Y el “CORO” alternó, a partir de entonces, los dos géneros.
MUCHA “BREGA” A LAS ESPALDAS
Foto: Jesús Alcántara |
José Antonio Campo, al final de sus palabras concluía . “Este es el palco del maestro Perera ... Mi agradecimiento por toda tu brega en este escenario”. La tal BREGA se traduce en una ingente labor coral que fue más allá de los límites de un escenario. Llovieron programas radiofónicos, televisivos, 235 películas, música religiosa, canciones españolas, canciones y marchas militares, canciones y cuentos infantiles ... Gracias a la técnica esas voces armonizadas bajo su mano no se han perdido. Los CD son testimonio de su finura musical.
Su estela se extiende por el extranjero a través de festivales internacionales bajo las batutas de Ataulfo Argenta, Jesús Arambarri, Eduardo Toldrá, Jean Fournet, Rafael de Andrés, César Mendoza de la Salle, José Luis Lloret, Jesús García Leoz, Enrique Estela, Manuel Parada, Ricardo Klatovsky ... con orquestas como la Orquesta Nacional de España, Cámara de Madrid, Filarmónica de Madrid, Radio Nacional de España ...
Títulos emblemáticos fueron los estrenos de Juana de Arco en la hoguera de Honegger y El martirio de San Sebastián de Debussy
Teresa Berganza, Bernabé Martí, Victoria de los Ágeles, Dolores Cava, Manuel Ausensi, Joaquín Deus y muchos otros fueron los solistas con los cuales ha colaborado.
RECUERDOS ENTRAÑABLES
Los folios se van terminando y da la sensación de que no quiere olvidar a nadie. Levanta su mirada “¿Está?” Por quien pregunta es por Chapete, el incansable regidor. No está, pero para él su cariñoso recuerdo. También para los dos coreógrafos Alberto Lorca y Alberto Portillo que tuvieron que enseñar la técnica de un “bailar” que maridase bien con el “cantar” e impregnar de ritmo corporal a la masa coral..
Teresa Berganza y Alfredo Kraus, vuelven a su memoria.
El nombre de Kraus le lleva más allá de la canción. “Luis Bellido iba a hacernos una foto en la escalinata del teatro. Vimos pasar por la calle a Alfredo Kraus. Le invitamos a unirse a la foto. Ese fue un gran regalo para mí y está en un lugar importante de mi casa”.
El palco de José Perera se encuentra amparado en el coliseo de la Zarzuela por el de Teresa Berganza y Plácido Domingo. “Me encuentro protegido y arropado por Teresa y Plácido. Son muy amigos míos, sobre todo Teresa. Quiero expresar mi absoluta emoción”. La emoción afloró en algún momento. Una emoción contenida al repasar su trayectoria en sus 32 años en este teatro, que comenzaron en 1956 y terminaron en 1988. “Hubo momentos absolutamente malos en mi vida al final, pero no quiero recordarlos. A las 13 horas de un martes 13 de 2004 se me pide vivir aquí entre dos grandes figuras (Teresa y Plácido). Siento no poder pagarlo históricamente.”
Las últimas palabras las dedica al “coro que siga siendo uno de los pivotes de este teatro”.
Aplausos alejados de la oficialidad y del compromiso duran unos minutos refrendando lo que en su discurso expresó Emilio como portavoz del Coro: “Ahora tenemos como director a su discípulo y estamos satisfechos, pero usted siempre será nuestro maestro Perera”.
Este homenaje de un palco con su nombre sobre el que J.A.Campo bromea diciendo que aquí “tienes tu apartamento”, no es el primer reconocimiento a su labor. Ya en 1960 se le concedió el Premio Nacional de Teatro y en 1966 la Placa al mejor Maestro de Coros, concedida por el Ministerio de Información y Turismo.
En el palco un generoso ramo de flores. Son flores del colectivo coral. Pero hay una tarjeta:
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“Para el maestro que
fundó este coro con el
cariño que se merece
por el Coro Titular de
la Zarzuela.
¡Bravo Maestro!”
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JOSÉ RAMÓN DIAZ SANDE
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