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La Tregua.- Cine. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Luis Úrbez   
Viernes, 12 de Febrero de 2010 13:08

 

LA TREGUA de SERGIO RENAN.- UN RECITAL DE VIDA
[2009-01-22]
 La Tregua introdujo a Héctor Alterio en España. Cuando en 1977 obtuvo la Concha de Plata al mejor Actor en el Festival de cine de San Sebastián, su suerte estuvo echada: España sería su segundo país a nivel interpretativo.

 

 

RESEÑA, 1976
NUM, 94, pp.29-30

UN RECITAL DE VIDA
LA TREGUA

SERGIO RENAN

La Tregua introdujo a Héctor Alterio en España. Cuando en 1977 obtuvo la Concha de Plata al mejor Actor en el Festival de cine de San Sebastián, su suerte estuvo echada: España sería su segundo país a nivel interpretativo. En La tregua, actuaba un jovencísimo Óscar Martínez

Título original: La tregua.
Guión: Aida Bortnik y Sergio Renán
Fotografia:
Juan Carlos Desanzo.
Música: Julián Plaza.
Jefe de Producción: Bernardo Zupnik
Asistente de Dirección: Carlos Galettini
Fotografía: Juan Carlos Desanzo
Cámara: Carmelo Lobótrico
Montaje: Oscar Souto
Sonido: Aníbal Libenson
Asistente de producción: María Ponti
Secretaria de producción: Helena López Gil
Ayudante de dirección: Luis Fernández (IV) y José Szlam
Ambientación: Tita Tamames y Rosa Zemborain
Vestuario: Tita Tamames y Rosa Zemborain
Maquillaje: Horacio Pisani
Foto fija: Federico Frontini
Asistente de Cámara: Aldo Lobótrico y Juan Carlos Lenardi
Asistente de montaje: Norberto Rapado y Silvia Ripoll
Asistente de sonido: Roberto Bozzano
Regrabación de sonido: Cándido Hours
Nacionalidad: Argentina, 1974.
Producción: Tamames Zemborain Prod. S. R. L.
Distribución: Cinema International Corporation.
Intérpretes: Héctor Alterio, Luis Brandoni,Ana María Picchio, Marilina Ross, Aldo Barbero, Juan José Camero, Carlos Carella, Cipe Lincovsky, Oscar Martínez, Lautaro Murúa, Walter Vidarte, China Zorrilla, Luis Politti, Hugo Arana, Norma Aleandro, Sergio Renán, Víctor Manso, Antonio Gasalla, Constantino Cosma, Jorge Sassi, Ignacio Finder, Diego Varzi
Dirección: Sergio Renán.
Estreno en Madrid: Cine Españoleto, febrero de 1976.

No resulta nada fácil hablar de estas películas sencillas, que nos cuentan historias sencillas. La dificultad aumenta cuando te pones a escribir sabiendo que el lector espera una crítica, y tú no acabas de distanciarte de la impresión de veracidad, de inmediatez, de “directo”, de estar allí, que te ha producido el film. Decir ahora que hemos visto una película tan real corno la vida misma suena ya a majadería y a fotonovela (que viene a ser la misma cosa), pero si la tan manida frase estuviera recién acuñada y la aplicáramos por vez primera a la película de Sergio Renán habríamos dicho la pura verdad.

Viene esto a cuento porque La tregua se presta a una pequeña reflexión en torno al realismo y a lo que llamamos tópico. O, mejor, sobre el falso tratamiento de lo real por su reducción al tópico. Es algo muy en boga - y que da el pego con relativa frecuencia - entre nuestros cineastas supuestamente realistas. Se construye la historia a base de un recorrido por los lugares comunes de nuestra vida común, resaltando precisamente aquellos instantes más quintaesenciables. Pero se les nota demasiado esa búsqueda de lo quintaesenciable. Se les nota el plumero. Es ahí donde lo típico se desprestigia, y donde 'la realidad se vuelve tópica. Se nos muestra lo que siempre se suele hacer en tales ocasiones, lo que siempre se suele decir en tales ocasiones; y no se respeta lo único e irrepetible, que también siempre lo hay, de cada ocasión. Se procede por denominadores comunes, y se articula una situación en la que todo el mundo pueda sentirse reflejado como colectividad o como masa, pero en la que ninguno encuentra su sitio como individuo, de una manera personal. La verosimilitud de los tópicos procede, en el fondo, de esta despersonalización, o, por decirlo de otra manera, de una tremenda falta de realismo. No se respeta la historia concreta, la situación concreta, la frase concreta, que, por otros caminos, resultará en definitiva la común; sino que más bien se presenta todo por el lado de lo paradigmático. Es, quizá, un recital de vida, pero no es la vida. Esta es la diferencia que existe, a mi juicio, por ejemplo, entre las películas de Jaime de Armiñán y La tregua, de Sergio Renán.

Sergio Renán, inspirado en una novela del uruguayo Mario Benedetti, nos cuenta el breve paréntesis de ilusión y de ganas de vivir que supuso para un viudo de cincuenta años, cansado por dentro y por fuera, el corto encuentro de enamorado con una joven oficinista. Esta relación despertó en él sentimientos dormidos y dio un nuevo rumbo a la vulgaridad de todos los días; tras muchos años de rutina estaba dispuesto “a empezar de nuevo”. Cuatro meses después de conocerla, cuando sólo llevaban dos viviendo juntos, la muchacha muere. Ha finalizado la tregua, y comienza una soledad peor que la anterior.

La existencia - que no vida - de Martín Santomé transcurría entre dos mundos perfectamente paralelos: la oficina y la familia. Y en ambos, aun siendo suyos, se encontraba de alguna manera marginado. En su familia desconocía los problemas reales de sus hijos (un joven con tendencias homosexuales; una chica dividida entre las obligaciones de la casa y su libertad, y un muchacho al que le horroriza ser como su padre). En el trabajo es un hombre serio y cumplidor –“resignado” sería la palabra justa- que tan apenas participa en la broma y en la superficialidad de sus compañeros de oficina. E] ambiente de la familia pequeño-burguesa que se basta a sí misma, y la rutina sin horizontes y adocenada de la oficina, son el marco adecuado, desde el punto de vista sociológico, para el desarrollo de esta historia aparentemente vulgar.

Apenas conoce a Laura, la existencia de Martín se convierte en vida. Ya tiene alguien a quien esperar, palabras en las que pensar, astucias que inventar. Frecuenta otros lugares, el bar, el cine, la calle. Hasta la desaparición de Laura. En estos momentos finales el film decae. Se ha traspasado la barrera que separa al sentimiento del melodrama. Se cargan las tintas.

Todo esto puede parecer demasiado leve, simple, incluso vulgar. Lo sé. Pero no hay más remedio que ir a ver la película para apreciar la forma nada vulgar de tratar lo cotidiano. Sin obstáculos estetizantes ni extremismos dramáticos, estamos pendientes de un gesto, de un silencio, de una respuesta. El lenguaje cinematográfico y la dirección de actores se ajusta, sin estridencias, a las necesidades, tanto narrativas como dramáticas, de cada escena y del relato total. Es cine de veras, sin manipulaciones previas, ni formales, ni ideológicas. Y esta espontaneidad es fruto sin duda de una madurez creativa alcanzada tras una labor delicada y difícil, no consecuencia de la buena fortuna o de la improvisación.

La tregua no tiene nada que ver con el cine de la improvisación. Son muchas las escenas en las que temíamos que “el autor se pasara”. Pero - excepción hecha del final - la película resulta de una admirable contención. Sergio Renán ha tenido el valor de pisar continuamente un terreno difícil, del que sale airoso la mayoría de las veces. Son escenas difíciles: la declaración de amor en el bar (me acordaba yo de la equivalencia en azul y rosa de Un hombre y una mujer), la conversación con el novio de su hija, el idilio tras la lluvia, la marcha del hijo homosexual, etc. Todas ellas se resuelven sin aristas y, al mismo tiempo, con un enorme interés, probablemente nacido de la revitalización que presta a las situaciones normales la conciencia de un manifiesto respeto a los personajes y al espectador.

Hay que señalar el acierto evidente de no haber doblado la banda sonora de la película. Hubiéramos perdido el tono y el calor de un lenguaje coloquial fresco y medido, tanto más necesario en un film y en una historia en la que los actores (sobre todo Héctor Alterio) se expresan dando todo de sí mismos. Prueba clara de la verdad- y del gancho humano - de tales planteamientos es la rapidez con la que el público “se toma en serio” la película y prescinde de la jerga.


LUIS ÚRBEZ
Copyright©luisurbez

 


Cine Españoleto
Madrid

 

Última actualización el Lunes, 03 de Mayo de 2010 08:43
 
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