INCENDIES Los cedros devorados por el fuego
Título: Incendies Autor: Wajdi Mouawad Escenografía y vestuario: Isabelle Larivière Iluminación: Éric Champoux Composición y dirección musical: Michel F. Côté Maquillaje y peluquería: Angelo Barsetti Accesorios: Marie-Ève Lemieux Dirección técnica y sonido: Alexandre Brunet Eléctrico Eric: Le Brech Regidor: Marc-André Bouchard Ayudante de dirección: Alain Roy Dirección de producción en gira: Maryse Beauchesne Producción: Théâtre Abé Carré Cé Carré Coproducción: Théâtre de Quat’Sous, Festival de théâtre des Amériques, Théâtre Ô Parleur-l’Hexagone, Scène nationale de Meylan, Dôme Théâtre d’Albertville Scène, Scène nationale d’Aubusson Théâtre Jean Lurçat, Festival international des Francophonies en Limousin y Théâtre 71 Scène nationale de Malakoff Intérpretes: Gérald Gagnon (Antoine Ducharme y varios personajes), Andrée Lachapelle (Nawal 60 años), Marie-Claude Langlois (Sawda, Léame), Isabelle Leblanc (Jeanne), Annick Bergeron (Madre de Nawal, Nawal 40 años), Pankov Valeriy (Nihad), Lahcen Razzougui (Simon, Wahab), Isabelle Roy (Nawal 14 años), Richard Thériault (Hermile Lebel y varios personajes) Dirección: Wajdi Mouawad Idioma: Francés (sobretítulos en castellano) Duración: 3 horas y 20 minutos de descanso Estreno en Madrid: Teatro Español, 28 – V - 2008 |
  FOTOS: T. ABÉ CARRÉ CÉ CARRÉ |
 Incendies trata, en primera instancia, de la búsqueda de la propia identidad. Búsqueda que emprenden dos hermanos gemelos a partir de la, en apariencia, pobre herencia recibida de su madre y del encargo que les formula. Aquella consiste en un cuaderno, una chaqueta y dos sobres. El encargo, acudir a la tierra libanesa de la que proceden para buscar a un hermano del que nunca habían oído hablar y a su padre, al que daban por muerto. Un viaje emprendido a regañardientes a un paisaje lejano y olvidado en el que, sin embargo, están sus raíces. Esos pocos objetos que reciben de manos del notario son la llave que les abre las puertas a su pasado, donde encontrarán el resto del legado. Un legado en el que el dolor y la sangre se han ido acumulando, pero del que no pueden prescindir, porque les pertenece. Al asumirlo, se sumergen en una guerra íntima y desgarradora que les irá transformando hasta proporcionarles una nueva personalidad. Pero el autor de Incendies, de origen libanés, educado en Francia y, en la actualidad, ciudadano quebequés, ha situado la aventura personal que viven sus protagonistas en el actual Líbano, tan distinto a aquel país de los cedros descrito por la literatura francesa del pasado siglo. Sacudido por unos conflictos difíciles de entender para los ciudadanos europeos, en los que tanta responsabilidad como las disputas políticas y religiosas internas tienen los gobiernos occidentales y su falta de voluntad para resolver el conflicto israelí y palestino, el espectáculo nos muestra la realidad desgarradora de una guerra permanente que convierte a los seres que la padecen, comparsas manejados por intereses superiores, en sus mayores victimas.
Wajdi Mouawad ha elaborado un texto de gran calidad poética que los personajes van desgranado con voz vibrante mientras discurren por el laberinto incendiado de esa pequeña parcela de Oriente Próximo. En contraste con el poderoso texto, la acción transcurre en un tempo muy medido por un único y sobrio escenario. Una pared acristalada limita el espacio en el que asistimos, sin otro auxilio que la luz, un mobiliario escaso y grandes dosis de imaginación, al voraz incendio que va creciendo ante nuestros ojos.
Nueve actores dan vida a los personajes de esta pesadilla. Tanto los que interpretan un único papel, como los que asumen varios, hacen un excelente trabajo. Se respira en este espectáculo mucho amor por el teatro y mucha fe en lo que puede ofrecer a una sociedad inquieta y preocupada por lo que sucede a su alrededor. Se demuestra, como sucediera en este mismo escenario cuando se representó Kabul, la enorme capacidad que tiene el teatro para acercarnos, sin recurrir al panfleto ni a la demagogia, a conflictos que, pareciendo lejanos y ajenos a nuestra cultura, también son nuestros. 
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